𝙨𝙚𝙭𝙤𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖 | es una parasomnia o trastorno del sueño, infrecuente pero real, que hace que una persona sea capaz de mantener relaciones sexuales al estar dormido y que al despertar no recuerde absolutamente nada de lo ocurrido.
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—¿Q-Qué? ¡Oye, ya suéltame pendejo! — El cuerpo de Spreen sobre el mío me impedía hacer cualquier tipo de movimiento ¿¡Qué mierda es lo que le pasa!?
Spreen no me contestó. Por un momento pensé que estaría bromeando, pero su silencio y su desnudez lograban descartar esa idea de mí cabeza. Intenté mirarlo a los ojos, pero su cabello me lo impedía, miraba hacia abajo, no estoy seguro de qué, pero comenzaba a sentirme asustado. Parecía como si estuviera... ¿Dormido?
—Spreen... — Le hablé moviéndolo un poco de sus brazos. Pero este no respondió. Siguió en la misma posición, sobre mí y su rostro perdido— Mierda, Spreen ya...
De un movimiento demasiado repentino, mis manos fueron arrastradas hasta quedar sobre mi cabeza, y mis brazos extendidos en mi contra. Spreen se encargó de sujetarme con mucha fuerza, demasiada. Levantó su rostro, hasta dejarlo por fin frente al mío. Sus ojos estaban oscuros, y su melena se ceñía a su frente.
—Volve a decir mi nombre... — Su voz sonaba grave. Y aún más ronca de lo que normalmente era — Y te follaré duro y sin compasión. — Mi cuerpo entero tembló por aquella amenaza.
¡¿Está hablando enserio?! Mierda, comienzo a preocuparme.
—Spreen, deja de jugar. Si esto se trata de una broma, que sepas que no es para nada graciosa, porque... — Una de sus piernas se colocó entre las mías y las separó de golpe, interrumpiéndome.
—Te lo dije... — Musitó.
—¿Qué? Oye no, yo... — Una de sus manos cubrió mi boca, mientras la otra me siguió sujetando. Y ahora sí, me asusté. Escondió su rostro en la curva de mi cuello y sentí un escalofrío por todo mí cuerpo cuando la punta de su cálida lengua recorrió mi piel fría. Lo hizo sin ninguna clase de gracia o mentira impregnada en el acto.
Como si yo no fuera su mejor amigo, o como si no fuera simplemente yo.
Intenté liberarme, pero el era demasiado fuerte. Mierda, ahora es cuando odio no ser más alto que este pendejo. Comencé a llamarlo, pero su mano me impedía hablar con claridad.
Mierda, ahora si que estoy asustado.
Spreen descendió su cabeza, pasando su lengua por mi piel. Depositó una mordida descuidada en mi clavícula que logró erizarme por completo. Mierda, allí no.
Apartó su mano de mi boca.
—Spreen, ya. Quítate... — Ordené en cuanto quedé liberado de su mano. Pero él sólo me ignoró y colocó su mano libre sobre el lugar menos apropiado— No... — Comenzó a masajearme, pasando la palma de su mano con movimientos circulares— No toques... Ahí — Suspiré con voz baja. Su gran mano siguió acariciando, cambiando ahora su trayectoria y haciéndolo de arriba a abajo.
Mierda... Se siente tan bien...
—Spreen no... Ya-ya deja... — Rogué con voz temblorosa. La mano entera de Spreen se cerró sobre mi nueva erección por sobre mi ropa— ¡Spreen!
