Capítulo 2

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Isis.

-Venga Alicia, voy a morir esperándote - me quejo.
-Ya voy, impaciente - me dice tras las puertas del baño.
-Vamos a llegar tarde al discurso de bienvenida.
-¿Y qué? Daniel Parnness siempre dice lo mismo, año tras año. Hasta yo podría discursar, me lo sé de memoria - dice, y sé que está poniendo los ojos en blanco.
-Joder, Alicia, me da igual, llevas media hora metida allí, cualquiera diría que te has colado por la maldita tubería.
Sale del baño, me agarra y me lleva corriendo hacia el salón principal, donde el señor Parnness va a dar el discurso.
Solo espero que no sea un coñazo.
-Lo va a ser, y encima dura mucho - responde mi hermana, como leyéndome la mente.
Bufo. Joder, ya no quiero ir. Que puta mierda.
Llegamos al salón, pero aún no ha empezado.
-Joder, es la primera vez que se retrasa - dice mi hermana extrañada.
-Me lo imagino - respondo mirando a mi alrededor, donde todo el mundo está murmurando también sorprendidos por la tardanza de Daniel.
Se escuchan pasos por el pasillo.
Por fin ha llegado Daniel.
Los tacones me han hecho daño, y me agacho para revisar si he sufrido algún daño.
Me enderezo al instante, cuando sé que sus pasos ya están en el salón.
-Isis, mira que bien combina la mujer de allí - dice Alicia en un susurro.
Pero yo no la hago caso. Algo me impide apartar la vista de las zapatillas Converse del señor Parnness.
>> ¿Converse?
-Buenas noches, señoras y señores.
Su voz. Su dulce y ronca voz, nunca habia oído algo igual.
Me quedo mirando sus zapatillas, en un intento de no levantar la vista.
-Oh Dios - dice Alicia, sorprendida -, madre mía con ese chico.
Me muerdo el labio, algo me impide apartar la vista de sus putas converse.
-Isis, tienes que verle - susurra mi hermana.
Pero no lo hago, no quiero hacerlo.
En un impulso, salgo corriendo del salón, no puedo quedarme allí.
Una vez he salido, respiro de nuevo, tranquilamente, sin prisas.
¿Qué está pasando conmigo? Joder, no entiendo nada.
Pierdo el sentido del tiempo, no se cuanto tiempo he estado en el pasillo de pie, pensando en lo que ha ocurrido en el salón.
-¡Isis! - dice mi hermana en tono de enfado - ¿Por qué te has ido así del salón?
-No lo sé - y es verdad. Suspiro -. No lo sé.
-¿Te ocurre algo? - dice preocupada.
Niego con la cabeza, dejando claro que no me pasa nada.
-Vale - sonríe mi hermana -. Te has perdido el discurso, eh - me reprende.
-Daba igual, tu misma dijiste que era un coñazo.
-Eso era antes de que su nieto hablara, madre mía.
-¿Nieto? - pregunto confundida.
-Daniel está enfermo, así que su nieto dió el discurso.
Ahora entiendo lo de las converse.
-Pero eso no es todo, menudo nieto - dice Alicia - ¡todas las chicas hiperventilaban, incluso yo, y eso que ya tengo novio!
Río con ganas, su cara es graciosa al hablar del nieto Parnness.
-Debe de ser muy guapo, entonces - afirmo.
-No solo es "guapo" - niega ella -, es mucho más que eso, es... - pone su dedo en la boca, en actitud de pensar - ¡Un dios! Eso es.
Me río mucho mas fuerte que antes, verdaderamente está loca.
-Me alegro de que sea un "dios" como tu lo dices, seguro que despues es feo - la digo, y es verdad, nuestros gustos son lo contrario respecto a chicos, menos con Thomas, ese chico es guapísimo.
-Ja-ja - dice ella, dolida -. Pues que sepas que te hubieras desmayado al verlo, tenías que haberte quedado en el salón, y así te tragabas tus palabras, maja.
-Sabes que te quiero Ali, no te piques - la doy un beso en la mejilla, mientras me río como una tonta.
-A demás, las dos sabemos que mi Thomas es un dios también, no lo niegues - ataca Alicia.
-No lo niego.
-Más te vale, por que sino te corto la cabeza por tonta.
-No hace falta idiota, Thomas es muy guapo - digo con una sonrisa.
-Me alegra que las preciosidades de mi novia, y su hermana piensen eso - dice Thomas detrás nuestra, pillándonos por sorpresa.
-Eh, cotilla - dice Alicia, con el ceño fruncido, pero sonriente a más no poder.
-Cotilla, pero te gusto igualmente - le responde con la ceja levantada.
-Me encantas así - le responde ella, muy alegre.
-Y tu ami así también - le da un besito en los labios, y se dirige a mi.
Thomas, de 17 años, un chico con el pelo castaño, y unos ojos verdes muy bonitos, saca una cabeza a Alicia, y eso a ella le encanta.
Su cuerpo es de estructura fina, pero tiene los músculos definidos, su sonrisa es encantadora, y es muy buena persona, con algún que otro tatuaje.
Alicia eligió bien, y estoy segura de que él la adora.
Hacen muy buena pareja, él es maduro, mientras que ella, con sus 16 años, aún no conoce esa palabra. Se complementan a la perfección.
-¿Qué tal vas?
-Muy bien, Thomas - le sonrío, y le doy un beso en la mejilla.
-Me alegro, y ya sabes, si necesitas ayuda, aquí me tienes para darle un palizón a Temp - me río ante la disposición que tengo de mi cuñado.
-No hace falta - le sonrío con gratitud -. Gabriel tendrá lo que se merece, y yo estaré gustosa de dárselo.
-Muy bien, Isis, así se habla - se ríe, mientras me da un abrazo.
Alicia carraspea enfadada detrás de nosotros.
-Cualquiera diría que sois amantes - dice ella, con la ceja levantada y tono enfadado.
Thomas y yo nos reímos ante la suposición de la tonta de Alicia.
-Sabes que yo solo tengo ojos para ti, amor - le dice Thomas mientras la abraza por detrás.
-Sí, seguro - dice ella haciendo un mohín.
-Pues claro, estoy coladito por ti hasta los huesos - le da un beso en la boca -, ya lo sabes, celosa mía.
-Te quiero - responde ella con sinceridad, le agarra del cuello y le besa.
-Bueno, par de tortolitos, me voy a tu habitación, Alicia, estoy cansada.
Sin separarse del cuello y la boca de Thomas, Alicia me da las llaves de su habitación.
-Pasarlo bien, eh - digo con una sonrisa.
-Eso ni lo dudes - dice Alicia una vez ha dejado de besar a su novio.
Me río de esta pareja tan melosa, y me alegro de que al menos una hija de Ryan y Mia Ross sea feliz.
Una vez en la habitación, me doy una ducha, me acuesto en la cama, y me pongo a pensar en lo que ha ocurrido hoy por segunda vez, no puede ser que me haya ido corriendo del salón como una idiota, y encima sin razón alguna. No lo entiendo.
Y peor aún, no entiendo por qué no he podido apartar la vista de las converse del nieto y no he podido levantarla para mirarle. Joder, es muy confuso.
Lo único que pude hacer fue escuchar su preciosa voz, no me cansaría de oírla ni muerta.
Su voz es muy intensa, y no sé, a mi me encanta la combinación entre dulce y ronca que tiene.
Decido dormir un rato, mi mente está muy cansada después de lo ocurrido.
Pero algo sé con toda seguridad: la próxima vez alzaré la vista y le miraré a la cara. Sí, eso haré.

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