Zayn.
—Vamos, nena. Bebe esto por mí, por favor. No quiero que vuelvas al hospital, cariño. Si no te hidratamos, vas a necesitar una inyección intravenosa.
Doblé la esquina para ver a mi omega, que estaba muy embarazado, sentado en la cama de Allie, sosteniéndola en un brazo e intentando que bebiera un Pedialyte con la otra. La pobre niña era piel y huesos, sus mejillas tan huecas y tan pálidas que las pocas pecas resaltaban.
Su cabello largo y castaño ya se había caído y todos nos habíamos afeitado la cabeza en solidaridad. Cada miembro de nuestro círculo familiar adoptivo era calvo. Si pudiéramos quitarle parte de su dolor, sería aún mejor.
Allie graznó entre sus labios secos:
—No puedo, papá. Me pone enferma.
Justo con eso, Liam dejó el Pedialyte y le llevó una caja de jugo de manzana a los labios, la pajita doblada y lista para usar.
—Prueba el jugo de manzana, cariño. No te enfermó esta mañana. ¿Recuerdas?
Allie gimió y una sola lágrima cayó de su ojo enrojecido.
—Después... —Ella se recostó y Liam dejó caer el jugo de manzana sobre la cama mientras intentaba despertarla. Entré y tomé el control rápidamente.
—¿Cuánto tiempo ha estado así, cariño? —Hablé con cuidado, sin querer sonar nada crítico. Liam tomaba todo personalmente estos días, mi pobre omega. Yo simplemente necesitaba saber cuál era la línea de tiempo, porque ella se veía bastante deshidratada.
—Ella era capaz de mantener un poco de caldo y el jugo a la hora del almuerzo, entonces la deje tomar una siesta. Ella durmió toda la tarde. Traté de despertarla y lo logre ahora para obtener algo de líquido en su interior, pero ella está demasiado débil. Yo debería haberte llamado, ¿verdad? Estaba aquí, durmiendo con ella. No tenía ni idea —se inquietó, mirándome miserablemente.
—Liam. Tenemos una niña muy enferma. No hay nada bueno o malo, todo es prueba y error. Lo que funciona hoy, puede que no funcione mañana. Y tú hiciste lo correcto. Tú la atendiste, luego cumpliste con la primera regla de la prestación de cuidados, mantenerse fuerte. No puedes darle nada a Allie, si estás agotado. También tienes ocho meses de embarazo. Esos bebés te cansan mucho.
—¿Tenemos que llevarla? —Parecía tan vulnerable, me rompía el corazón.
—Me temo que sí, cariño. Necesita hidratarse y necesita cuidados más concentrados de los que podemos brindarle aquí. Hemos aguantado el mayor tiempo posible, pero creo que es hora.
—¿Debería vestirla?
—No, bebé. Lo siento. Estoy llamando a la ambulancia. No me gusta la forma en que su respiración se ha cambiado desde que estoy aquí.
Saqué mi teléfono y llamé, mientras Liam mecía el cuerpo poco consciente de Allie en su pecho y lloró. Después de que tenía la ambulancia en camino, suavemente aparté a Allie de los brazos de su papá.
Ahuecando la barbilla, recibí su atención.
—Liam, necesito que llames a Milo o Jamie. Necesitas a alguien que te lleve al hospital. Voy a ir en la ambulancia con Allie. Quiero vigilar de cerca sus signos vitales, y si ella se despierta, no será tan aterrador si estoy allí. ¿Puedes hacer eso por mí?
Liam asintió y tomó su teléfono.
—Desearía que Tofer estuviera aquí. Él podría ayudarme a mantener la calma. Él es mágico de esa manera.
Tofer se había ido hace unas semanas, diciendo que lo necesitaban en casa, pero que volvería antes de que los bebés llegaran. Nos había asegurado que la señorita Allie estaría bien, pero estaríamos pasando por algunos momentos difíciles. Liam había bromeado más tarde diciendo que Tofer se había ido convenientemente antes de que todos nos afeitáramos la cabeza.
