MI PASADO MI PRESENTE

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Las llantas chirriaron en el asfalto, un golpe sordo, las ventanas explotaron en mil pedazos por el impacto, todo se volvió nubloso y el llanto de un niño se escuchó lejano.

-Marcus, Marcus- Dijo alarmada Katira.

Marcus gemía y se movía incontrolablemente en la cama.

-Marcus- Dijo Katira con preocupación mientras lo zarandeaba por los hombros.

-¡NO!- Grito Marcus mientras despertaba agitadamente.

-Calma, es solo una pesadilla- Dijo Katira con calma mientras se sentaba en la cama.

-No- Susurro Marcus.

Katira poso su mano en el hombro de Marcus para que la mirara, pero Marcus cerró sus ojos e inhalo profundamente mientras trataba de desacelerar su corazón.

-Es mejor que sigas durmiendo. Hablamos más tarde- Dijo Marcus con cansancio levantándose de la cama.

-Mar...-

-Me tengo que ir, duerme- Dijo Marcus antes de salir de la habitación.

Katira se quedó un poco sorprendida por lo sucedido pero aun así decidió que no podía quedarse a dormir, bajo de la cama, se colocó un abrigo y salió de la habitación, camino por el pasillo y bajo las escaleras silenciosamente.

Marcus había decidido bajar por un vaso de agua para poder calmarse pero aun así no lo consiguió. Después de volver a subir, agarrar su guitarra y bajar para tomar la escalera del pasillo de la biblioteca y encaminarse a la azotea, Marcus sintió un leve toque por la brisa fría de la madrugada.

Katira había bajado a la sala y había recorrido toda la planta baja sin tener éxito alguno, cuando llego al pasillo de la biblioteca al fondo diviso la escalera de emergencia de la azotea por lo que no dudo y caminó hacia ella.

Marcus se encontraba cohibido. Después de todo este tiempo aun no podía dormir, las pesadillas nunca lo dejaban. Después de todo este tiempo no había podido superar lo sucedido, cada noche las pesadillas, su conciencia y subconsciente lo atormentaban repitiendo detalle por detalle, ese fatal día.

Katira subió la escalera con mucha calma y tranquilidad, al llegar al final y asomar su cabeza por la pequeña puerta pudo divisar a Marcus en la tumbona con la guitarra en sus manos mientras tocaba pequeñas notas al azar. Katira entro lo más silenciosa que pudo a la azotea y se aseguró de que Marcus no se diera cuenta de que ella le había seguido.

Marcus se sentía débil y cansado. Su vista se nublo por las lágrimas que se acumulaban y que no dejaba salir. En silencio, Marcus cerró sus ojos e inhalo profundamente para soltar lentamente el aire junto con las lágrimas acumuladas, a medida que rasgaba las cuerdas de la guitarra, una simple y delicada melodía salía de ellas.

Katira se encontraba sentada en las pequeñas escaleras con sus piernas abrazadas a su pecho, la dulce melodía hacia que la noche fuera triste y vacía.

A medida que Marcus tocaba, los recuerdos de Karla, Isaac y sus padres inundaban su mente. Después de haber terminado de tocar la dulce melodía que su madre le contaba cuando era pequeño, Marcus cerró sus ojos por unos segundos.

Katira se había percatado que Marcus no estaba bien, sin embargo no había dicho una palabra ni mucho menos se había acercado por miedo a su reacción. Katira solo estaba mirándolo desde una distancia prudente para que él no pudiera darse cuenta que ella estaba ahí. Katira dejó escapar un pequeño suspiro silencioso y miro al cielo. La noche era estrellada, la luna era resplandeciente y blanca como muy pocas veces se veía.

-¿No tenes frio?- Pregunto Marcus cuando abrió sus ojos.

Katira se sorprendió ante la pregunta de Marcus y rápidamente bajo su mirada a él para ver si acaso él había volteado, pero no. Marcus seguía en la tumbona con la guitarra aun en sus manos. Katira no respondió, solo se quedó estática con su mirada aun en Marcus por si de pronto él no le hablaba a ella.

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