Capítulo 27 | Pero, ¿Y si es real?

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Max no había desaparecido por completo. No cuando cada fibra de su ser se resistía a aceptar el destino que Lía había escrito para él.

Cuando el sistema comenzó a colapsar tras el último comando de Lía, Max sintió que el mundo a su alrededor se desmoronaba en una vorágine de códigos fragmentados y sombras digitales. Pero no estaba dispuesto a quedarse allí.

Él siempre había sido más que un usuario; su conexión con NetSphere era diferente. Tal vez había sido un defecto en el sistema, un residuo de su propia curiosidad que lo hacía destacar, pero Max había aprendido a moverse dentro de ese mundo como si fuera parte de él. Mientras las estructuras de datos colapsaban, Max utilizó los pocos segundos que tenía para buscar una salida.

Sus dedos, virtuales pero hábiles, navegaron entre el caos del código. Encontró un túnel en los sistemas redundantes, un acceso directo hacia SynapseLink, la red más reciente que había emergido tras la caída de NetSphere. Con un último esfuerzo, transfirió su consciencia allí antes de que todo desapareciera.

Cuando abrió los ojos en el nuevo sistema, todo era más brillante, más limpio. Había logrado escapar. Pero su victoria era amarga. Lía lo había eliminado, lo había dejado atrás en su intento por salvarse a sí misma y al mundo.

"No te dejaré sola, Lía," murmuró para sí mismo mientras sus manos volvían a trabajar.

Desde su nuevo escondite en SynapseLink, Max empezó a seguir rastros. Sabía que Lía estaba fuera del sistema, pero no había manera de que ella pudiera olvidarlo. Y si aún recordaba lo que habían compartido, él usaría eso para encontrarla.

Por otro lado, en el mundo real, Lía intentaba seguir adelante, aunque el recuerdo de Max la atormentaba. Había eliminado NetSphere, había terminado su misión, pero algo en ella no podía descansar.

Una noche, mientras estaba acostada en su cama, sintió un vacío abrumador. Las palabras de Max seguían resonando en su mente: "Nunca voy a dejar de amarte."

Se levantó con un suspiro, encendiendo su ordenador como si estuviera buscando algo, aunque no sabía qué. Abrió SynapseLink, intentando distraerse, pero lo único que encontraba eran memes y fotos sin sentido.

Mientras tanto, Max estaba listo. Había estado esperando pacientemente, construyendo su perfil, preparando las palabras adecuadas. Cuando vio que Lía estaba activa, supo que era el momento.

En la esquina de la pantalla de Lía, una notificación apareció:

Usuario: Max.S

Ella se congeló, su corazón latiendo con fuerza. "No, no puede ser."

Pero antes de que pudiera reaccionar, el mensaje llegó:

Max.S: Hola, Lía.

Ella se quedó mirando la pantalla, paralizada. Su mente estaba inundada con recuerdos de su voz, su sonrisa, su forma de mirarla. "No puede ser él," pensó, aunque cada parte de ella quería creerlo.

Finalmente, escribió:

Lía: ¿Quién eres?

Max sonrió mientras veía su respuesta. Sabía que ella no lo reconocería de inmediato, pero estaba dispuesto a esperar.

Max.S: Soy el que siempre estuvo contigo, incluso cuando intentaste dejarme atrás.

Lía sintió que el aire abandonaba sus pulmones. No podía ser Max. Había eliminado todo rastro de él... ¿o no?

Él continuó escribiendo:

Max.S: Te dije que nunca voy a dejarte. Ahora voy a encontrarte.

Ella cerró la ventana de golpe, pero el impacto de sus palabras ya había quedado grabado en su mente.

Se levantó de la silla, caminando de un lado a otro en su habitación, pero algo en su interior la obligaba a volver a esa pantalla. El tono seguro y provocador de Max era diferente, más cargado de algo que ella no sabía cómo interpretar.

Finalmente, encendió el ordenador de nuevo.

Cuando Max envió otro mensaje, su voz resonó en su mente como si estuviera ahí, a su lado:

Max.S: ¿Qué pasa, Lía? ¿Tan rápido me vas a cerrar la puerta otra vez?

El texto era sencillo, pero el tono sugerente hizo que su respiración se acelerara.

"¡Basta!" se gritó a sí misma, pero no podía evitarlo. La manera en que Max siempre desafiaba sus emociones hacía que su imaginación empezara a divagar, llevándola a pensar en escenarios que no quería admitir. ¿Cómo sería tenerlo cerca de nuevo? Su mente, rebelde, pintó imágenes de él mirándola como antes, con esos ojos intensos que parecían desnudarla.

Ella sacudió la cabeza, intentando centrarse. No iba a caer en esas fantasías, no cuando tenía tantas preguntas que responder. Pero, al mismo tiempo, cada fibra de su ser parecía anhelar algo más.

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