UNEXPECTED| ¿Qué tan problemático e irónico sería si un lobo se imprimiera en un vampiro?
Edward Cullen pensó que había encontrado al amor de su vida en Isabella Swan, pero una huella inesperada trae un gran giro a su destino, cambiando sus sentimie...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Acantilado
Tengo buenas y malas noticias.
La mala es que si, Jacob Black se unió a la manada y para mi martirio, tenemos que vivir juntos todos los días y encima tengo que compartir un vínculo psíquico con este idiota y ver cuánto extraña no solo a Bella sino también a mí.
Al parecer, el poliamor sería el sueño de Black hecho realidad.
La buena noticia es que Jacob se negó a aceptar su posición como alfa legítimo de la manada. Al menos no tengo que fingir que lo respeto.
Fue un gran alivio mirarlo a los ojos y darme cuenta de que no pasó nada. Una parte de mí temía que, por una ironía del destino o un castigo divino, Jacob Black me dejara huella. Por otro lado, sabía que eso no podía suceder. Nadie merece un castigo tan grande.
— Robin, por favor. — Jacob rogó por millonésima vez.
Se estaba volviendo insoportable vivir con Jacob sobre mi espalda cada vez que teníamos que estar en el mismo lugar.
— ¡Ay, por el amor de Dios, Black! — gemí, tirándome sobre el sofá de Sam. Me maldecirá si ve esto. — Literalmente sabes lo que pienso de ti y que no me importa nada de lo que tengas que decir. Terminó. Sigue adelante. Yo lo conseguiste.— hice un gesto con los brazos mientras hablaba.
Jacob me miró confundido.
— ¿Cómo que lo conseguí? — solté una carcajada.
— ¿Qué esperabas? ¿Encontrarme llorando después de que arruinaste nuestra relación de dos años por algo que solo existe en tu cabeza? — me reí con burla. — No, en realidad no. Ni siquiera sé por qué insistes tanto. ¿Qué pasó? Ahora que ya no puedes ver a Bella, ¿Me buscas a mi? — sonríe venenosamente.
Jacob parecía dolido por mis palabras, pero, ¿enserio? Todo lo que le diga no es nada en comparación con lo que él me hizo pasar.
— ¡Lo único que lamento es no haberte enviado al infierno ante tu primera vacilación! — escupí las palabras.