Su cuerpo dolió en cuanto se vio obligado a levantarse de la cama.
Debía preparar el desayuno para su familia y preparar a su hijo para el primer día de clases.Cada día lo sentía como una maldita agonía. Tenía que convivir con una persona que lo odiaba y a la que él odiaba, atender su hogar como una ama de casa que no tenía más oportunidades y mantenerse dentro de aquellas paredes a menos que debiera salir a comprar los alimentos.
Le habían prohibido los entrenamientos luego de su matrimonio y no solo había sido su esposo, sino que los mismos ancianos del consejo habían sido los de la maldita idea. La estúpida escusa de que el Kyubi podía salirse de control con solo incrementar un poco su chakra, había sido suficiente para que el tercer Hokage dictara la orden.
Minato no podía comprender como habían encontrado lógica aquellas patéticas palabras, porque a su forma de ver, mientras mayor fuera su control en cuanto su poder, mayor control iba a conseguir tener para mantener al zorro en su interior.
Había sido el maldito sacrificio humano, tanto de la aldea como de los Uzumaki. Odió a cada uno de los que habían decidido que al ser doncel, iba a tener mayores oportunidades de ser el contenedor.
Odió a los líderes de Konoha que aceptaron aquella locura. Odió a su propia familia por haberlo entregado como si no valiera nada a las manos de esos psicópatas. Odió a su mejor amiga, Kushina, por no haberse negado a que sea él quien intentara mantener el control de Bijuu, solo porque quería ser una persona normal. Odió a los Uzumaki por haberlo convertido en lo que era actualmente.
Y lo peor, era que lo habían casado con un hombre que solo veía por si mismo y el poder de su estúpido Clan.
Fugaku era un sujeto ambicioso que lo sometió el primer día de su matrimonio, reduciéndolo a la nada misma. Encantado por los beneficios y el poder que el propio Minato podía ser capaz de otorgarle a su gente, dio un paso al frente para ser él quien se casara con el doncel, aún cuando odiaba las relaciones entre las personas del mismo género.
Su esposa había fallecido en el parto de su segundo hijo, algo que Fugaku aprovechó para indicar sus razones por las que Minato podría ser una buena madre para Sasuke.
Puras palabras de mierda que el desagradable sujeto le hizo notar que no eran reales. Había dicho simples mentiras en promesas que ni siquiera fue capaz de cumplir en la primera noche de bodas.Años habían pasado desde entonces. Años donde Minato pensaba cada día en escapar. Años donde el doncel le rogaba a los dioses por la muerte de Fugaku. Años donde pedía por la fuerza y valentía, para conseguir salir de aquella casa.
Sin embargo, no todo era tan fácil como creía. Si fuera por el doncel, hace tiempo que se hubiera alejado de todos, viviendo escondido en alguna aldea a kilómetros de la Hoja. Lo había intentado una sola vez y fue suficiente para saber que no debía volver a hacerlo.
La única persona a la que Minato amaba, era a aquel pequeño de seis años que siempre lo recibía con una brillante sonrisa.
Sasuke era la luz de sus ojos, criándolo desde que apenas tenía un año de nacido.Había sido él quien le enseñó a caminar, quien le enseñó a hablar, quien lo arropaba por las noches antes de dormir y quien le daba el cariño que el pequeño necesitaba.
Sasuke se había convertido en su pequeño bote salvavidas dentro de aquella casa y fue por él, que Minato había vuelto a Fugaku.
Porque apenas habían pasado un par de días desde su escape, cuando quiso ver al infante.
Sasuke apenas había cumplido sus cinco años y ver su carita lastimada, el rasguño en su cuello y su ojo morado, fue todo lo que el doncel necesitó para obligarse a regresar con los Uchiha. Fugaku había desatado toda su rabia en el inocente niño que lloraba en sus brazos cuando volvió a ver a su papá.
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Ángel (ItaMina)
FanfictionLo sacrificaron para convertirlo en el contenedor del Kyubi. Ni siquiera era un Uzumaki como lo habían sido las antiguas Jinchurikis, Mito y Kushina. Odiaba la vida que le había tocado vivir, porque no solo se había visto obligado a convivir con aqu...