LUCERYS
No sabía dónde estaba. El dolor latía en cada hueso, recordándome el ataque. Cada movimiento traía una ola de sufrimiento, y apenas podía mantenerme en pie. Aún parecía un sueño febril, como si sobrevivir a esa caída fuera algo imposible. Mis dedos se hundieron en la tierra fría y húmeda, sintiendo la textura áspera mezclada con la vegetación. El olor a sal y brisa marina llenaba el aire, invadiendo mis pulmones y llevándome de vuelta a la realidad. Respiré hondo, tratando de concentrarme en algo más que el dolor. Necesitaba encontrar a John y Arax. Con esfuerzo, me levanté, el cuerpo aún tembloroso, y fue entonces cuando lo vi.
Allí, en el claro, reposaba una sombra colosal. Un dragón negro, con escamas tan oscuras que se confundían con la noche a su alrededor. Era una visión impresionante — una criatura de puro poder, con colmillos que brillaban a la débil luz de la luna. Su cuerpo inmenso parecía pulsar con una energía antigua y oscura, algo más allá de mi comprensión. Mi corazón se aceleró, y todo en mí gritaba para huir, pero mis pies estaban clavados al suelo. Algo en esa mirada intensa me mantenía inmóvil, incapaz de apartar los ojos.
Entonces, noté sus ojos. Rojos y ardientes, como brasas en una hoguera, me observaban. Bajo esa forma monstruosa, había algo familiar en esa mirada. No era solo la furia de una bestia. Había algo más, algo que reconocía. Una sensación de reconocimiento recorrió mi cuerpo, aunque mi mente se negaba a aceptarlo. La verdad era demasiado absurda. Imposible.
Mi garganta seca apenas permitió que la voz saliera, pero susurré:
— ¿John...?
Mi voz era un murmullo ronco, casi ahogado por el viento que soplaba entre los árboles. Llamar su nombre parecía una locura — él era un dragón, una criatura mortal y aterradora. Pero la esperanza persistía. El dragón siguió observándome, sus ojos rojos brillando en la oscuridad, fijos en mí con una intensidad que parecía cargar mil palabras no dichas. No necesitaba explicaciones. Esos ojos lo decían todo, y el secreto entre nosotros flotaba allí, claro como la noche. Él no necesitaba hablar; sus ojos eran la respuesta.
Mi respiración se quedó atrapada en mi garganta, y mi corazón latía desbocado, casi doloroso en el pecho. Dediqué unos pasos hacia adelante, dudosa, con las piernas temblorosas, temiendo que cualquier movimiento brusco pudiera romper el lazo invisible que parecía atarme a esa criatura. Cada centímetro que avanzaba era una batalla contra el miedo, y la proximidad del dragón hacía que el aire a mi alrededor se volviera más denso, cargado de una energía poderosa e indescriptible. Levanté la mano, los dedos temblorosos, extendiéndola hacia él. No sabía si lo que hacía era valentía o pura imprudencia.
El dragón permaneció inmóvil, observando mi acercamiento sin mostrar intención de retroceder o avanzar. Sus ojos rojos seguían cada uno de mis movimientos, pero, en lugar de amenaza, había en ellos una calma intensa que me llenaba de una extraña sensación de respeto y reverencia. Cuando mis dedos finalmente tocaron una de sus escamas, sentí una textura dura y fría, como piedra, pero que parecía latir con vida propia. En ese instante, lo supe. Había algo en el toque, algo más allá de la superficie áspera y helada — era como si tocara la propia esencia de John, una conexión que trascendía cualquier explicación.
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𝑳𝒂 𝑺𝒆𝒎𝒊𝒍𝒍𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑫𝒓𝒂𝒈𝒐́𝒏 | Lᴜᴄᴇʀʏs Vᴇʟᴀʀʏᴏɴ
Fanfiction𝕬 𝕾𝖊𝖒𝖊𝖓𝖙𝖊 𝖉𝖊 𝕯𝖗𝖆𝖌𝖆̃𝖔 John, el joven capaz de transformarse en un dragón negro, y Lucerys Velaryon, heredero de un legado manchado por sangre, enfrentan un destino incierto. Unidos por amor y divididos por elecciones, deben decidir en...