El comedor de la clínica era un espacio amplio y luminoso, con mesas de acero inoxidable y sillas de plástico que reflejaban la frágil luz de la tarde. El aroma de la comida se mezclaba con el aire frío que entraba desde las ventanas abiertas, proporcionando un alivio temporal del calor asfixiante de las salas. Era hora del almuerzo, y el comedor estaba lleno de vida. En una mesa en particular, en un rincón algo apartado, dos personas compartían una conversación que, aunque ajena a todo lo demás, estaba suscitando una curiosa atención en quienes estaban cerca.
Jungkook, uno de los médicos más jóvenes de la clínica, estaba sentado frente a Diana, una paciente que había estado bajo su cuidado durante varios días. ¡Que escándalo!.
La relación entre ambos, aunque profesional, había evolucionado de una manera inusual, a tal punto que muchos en la clínica comenzaban a especular sobre lo que había más allá de su vínculo de médico y paciente.
Diana, una mujer de unos treinta años cerrados, había ingresado casi a rastras al lugar, pero su actitud vivaz y su manera de ver la vida habían logrado conquistar a todos en la clínica, especialmente a Jungkook, quien rara vez mostraba su lado más relajado.
Esa tarde, sin embargo, no parecían estar conscientes de la atención que atraían. Ambos se encontraban completamente absortos en su propia burbuja, una burbuja que se tejía con bromas, risas y miradas cómplices. La latina, con su cabello suelto y una sonrisa que no podía esconder, hacía gestos exagerados mientras contaba una historia sobre una aventura que había tenido en su juventud. Jeon, por su parte, no podía evitar reírse de las ocurrencias de Diana, incluso se permitía hacer bromas juguetonas que rara vez le salían tan naturales.
—Y entonces el tipo me mira y me dice: ‘¿En serio vas a pedir eso?’ y yo le respondí: ‘No, solo quería ver si podías decirlo en voz alta sin reírte’. Y lo dijo, Jungkook, lo dijo sin reírse—Relató ella entre risas, tomando un trozo de pan.
Jungkook, con una sonrisa que iba de oreja a oreja, respondió rápidamente.
—Te juro que si yo hubiera estado allí, habría reído. No sé cómo lograste mantener la compostura. Yo hubiera estallado.
Diana le lanzó una mirada burlona, levantando una ceja. Era difícil de creer a veces, seguramente por su semblante de médico serio.
—¿De verdad? ¿Crees que tú no podrías mantener la compostura? Te he visto reír muy poco.
Jungkook se echó hacia atrás, fingiendo ofensa, acomodando su bata en un gesto bastante atractivo, no sólo para la joven frente suyo, sino para la mayoría de las presentes.
—Oye, eso no es cierto. Yo soy un hombre divertido, tengo sentido del humor. Y además, soy médico, por eso tengo que mantenerme serio la mayor parte del tiempo ¡los médicos no podemos reírnos todo el tiempo!.
Diana soltó una risa suave y encogió los hombros mirando su plato a medio comer.
—Claro, claro… ¡Pero a veces es difícil creerlo cuando te veo contando chistes malos en la sala de espera!.
Ambos se miraron un momento, sus ojos brillando con una complicidad que trascendía las palabras. Diana, aunque paciente en tratamiento, había logrado abrir un espacio de confort y amistad con Jungkook, algo que no había experimentado con muchos otros médicos en su vida. Y Jungkook, quien a menudo parecía tan serio y concentrado, se sentía cómodo en su presencia, como si las conversaciones con ella fueran un descanso bienvenido de su rutina diaria.
Mientras ellos charlaban, los demás empleados de la clínica intercambiaban miradas, en su mayoría sin disimulo. Los murmullos comenzaban a recorrer las mesas cercanas, donde otros médicos, enfermeros y asistentes de la clínica observaban con cierta curiosidad.
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HEARTBEAT
FanfictionJungkook siempre había entendido la medicina como una ciencia, una disciplina de lógica y razón. Cada diagnóstico, cada tratamiento, seguía un protocolo preciso, un camino claro que conducía a la sanación. Pero cuando conoció a Diana, una paciente q...