Diana Gil es una joven diseñadora mexicana, talentosa y llena de sueños, que fue reclutada por Big Hit Entertainment Latinoamerica, la famosa agencia surcoreana, para ser parte de su equipo de diseño exclusivo. Su vida dio un giro radical cuando fue transferida a la sede principal de Corea del Sur, donde debía adaptarse a un entorno completamente nuevo y lleno de exigencias.
Aunque al principio la emoción de trabajar para una de las agencias más grandes de K-pop la motivaba, el ritmo frenético y la presión constante la afectaron profundamente. Las largas jornadas de trabajo, las expectativas y el aislamiento cultural hicieron que Diana comenzara a sentir un estrés insoportable, que pronto se tradujo en problemas de salud, principalmente en su corazón.
Desde el primer día, la presión fue palpable. Los estándares de trabajo eran altos, los plazos ajustados, y la competencia feroz. Diana, que había dejado atrás a su familia y su vida en México, se encontraba completamente sola en una ciudad donde el idioma, las costumbres y hasta los detalles más simples le resultaban ajenos. Al principio, se aferró a su pasión por el diseño, pero con el tiempo, el estrés comenzó a hacerle mella. La carga de trabajo parecía no cesar, y la falta de apoyo cercano la dejaba agotada. La presión por cumplir con expectativas tan altas, sumada a la constante sensación de no estar a la altura, la llevó a un punto crítico.
Una mañana, después de varios días de insomnio y trabajo sin descanso, Diana se sintió repentinamente mareada y con un dolor punzante en el pecho. En un principio pensó que solo era estrés, pero la sensación no desapareció.
Ese mismo día, Diana se encontró en una de las habitaciones del hospital, intentando procesar todo lo que había pasado. En ese momento, un joven médico entró en la sala. Era Jeon Jungkook, un cardiologo que parecía mucho más cercano y comprensivo que los médicos habituales. Con una actitud amable pero profesional, comenzó a revisar sus resultados y a explicarle los pasos a seguir para su recuperación. Aunque Diana estaba nerviosa por su condición, algo en la presencia de Jungkook la hizo sentir menos sola en ese momento tan difícil.
Aquel encuentro, aunque casual, se convirtió en un punto de inflexión en la vida de Diana.
Jungkook, al ver la angustia de Diana, le ofreció no solo su ayuda médica, sino también un apoyo emocional en medio de la tormenta. Ambos compartieron varias conversaciones durante esa noche, y aunque Diana se encontraba lejos de su familia y su vida anterior, pronto se dio cuenta de que ese encuentro con Jungkook marcaría el inicio de una nueva etapa en su vida.
Diana comenzó a sentirse más cómoda con él. Aunque al principio pensó que era por su condición, pronto se dio cuenta de que la atención de Jungkook iba más allá de lo profesional. Él no solo le ofrecía consejos médicos, sino que también se preocupaba genuinamente por su bienestar emocional. A través de sus conversaciones, Diana empezó a ver una nueva perspectiva sobre su vida en Corea, aprendiendo a manejar mejor el estrés y a priorizar su salud. Jungkook, por su parte, comenzó a admirar la fuerza y determinación de Diana para seguir adelante, a pesar de las dificultades. Ella se dió cuenta de que Jungkook tomaba muy en cuenta también la salud mental de sus pacientes.
La chica, que al principio se sentía vulnerable y asustada por su condición, comenzó a sentir una sensación de alivio al hablar con Jungkook. No solo porque él era un excelente médico, sino porque su trato humano la hizo sentir que alguien la entendía. A medida que pasaban los días, ambos comenzaron a hablar más allá de los temas médicos. Diana le compartió sus dificultades para adaptarse a su nueva vida en Corea, el estrés que le generaba su trabajo y lo sola que se sentía en ese país tan lejano. Jungkook, por su parte, le relató algunas de las dificultades que enfrentaba como médico residente, lo agotador de su carrera y la importancia de encontrar un equilibrio entre la vida profesional y personal.
Lo que comenzó como una relación estrictamente profesional pronto se transformó en una amistad. Diana le agradecía cada conversación, porque le ayudaba a sentirse menos sola en un entorno que parecía cada vez más abrumador. A veces, después de sus revisiones, Jungkook le sugería pequeñas actividades para relajarse, como paseos por el parque o escuchar música para desconectar de la presión. Aunque en su vida no había mucho tiempo para eso, Diana comenzó a aprender a priorizarse y a darle importancia a su bienestar físico y emocional.
—¿Y ya sabes que es lo que me pasa?—Preguntó con confianza, en una de esas caminatas por la clínica para que se despejara.
—Estoy en eso, por favor no sea impaciente.
Jungkook caminaba con sus manos guardadas en sus bolsillos, soltando una risita ante lo espontánea que se mostraba la chica una vez que entró en más confianza a su lado.
—Tengo que ir a trabajar pronto, no puedo perder el tiempo— dijo a modo de broma esperando una reacción del azabache.
Pero este sólo siguió caminando con confianza h naturalidad. Como si supiera de sobra que la mujer no desobedecería sus indicaciones.
—Pero por supuesto que usted no va a ir a trabajar en dos semanas mínimo, Señorita Gil. No sólo porque yo lo digo, a menos que quiera regresar peor que hace unos días.
Diana abrió la boca ofendida, no sabía si por la confianza en las palabras del hombre o porque efectivamente seguiría las indicaciones al pie de la letra, haciendo sentir triunfante al menor.
—Te recuerdo que soy dos años mayor que tu, deberías de respetarme.
Chocó su hombro con el brazo del médico, debido a la diferencia de estatura, sacándole una sonrisa genuina a cada uno.
—Lo siento noona— respondió con ese tono sarcástico que últimamente le sacaba carcajadas a la mujer a su lado. Y por supuesto esa sonrisa ladina que enloquecía a las mujeres que trabajaban en aquella clínica.
El hombre era un encanto y no se daba cuenta. Y justamente eso lo hacía más hermoso.
—Ni quién te crea que soy tu noona —esa complicidad en ambos era muy notoria, compartían el mismo humor, compartían los mismos chistes rancios y ninguno de losndos se ofendía ante los chistes del otro.
A lo largo de su recuperación, Jungkook se mostró atento, asegurándose de que Diana descansara y no volviera a someterse a un estrés excesivo. Durante esos dos días, ambos comenzaron a hablar más allá de los temas médicos. Diana le compartió sus miedos, la dificultad de adaptarse a un nuevo país, y cómo su trabajo, que alguna vez fue su pasión, se estaba convirtiendo en una carga insoportable. Jungkook, con su calma y su empatía, no solo la escuchaba, sino que también compartía con ella historias de su propia vida: cómo la presión de su carrera como médico también le había afectado y cómo había aprendido a encontrar un equilibrio entre trabajo y vida personal.
En esos días siguientes, Diana encontró un apoyo inesperado en el médico. Ya no se sentía tan sola, y aunque su corazón seguía siendo vulnerable, también empezaba a sanar, no solo físicamente, sino también emocionalmente. En la clínica su relación profesional dio paso a una amistad sólida, y ambos empezaron a compartir más tiempo fuera del ámbito médico. Las largas caminatas por los pasillos de la clínica, las pequeñas conversaciones sobre la vida y el futuro, en aquella habitación se convirtieron en momentos que Diana atesoraba al encontrar a alguien que hacía ese proceso de recuperación tan agotador en algo ameno.

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HEARTBEAT
FanfictionJungkook siempre había entendido la medicina como una ciencia, una disciplina de lógica y razón. Cada diagnóstico, cada tratamiento, seguía un protocolo preciso, un camino claro que conducía a la sanación. Pero cuando conoció a Diana, una paciente q...