Capítulo 2: Las Sombras de Ali y Finn

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La noche en Londres era más silenciosa de lo habitual. Max caminaba por los callejones que serpenteaban detrás de los grandes edificios, sus pasos resonando como un metrónomo en el pavimento mojado. Sus pensamientos estaban nublados, atrapados entre el pasado y el presente. En su bolsillo, el reloj de su padre marcaba un ritmo constante, como si intentara recordarle que el tiempo no esperaba a nadie.

No tenía un plan claro, pero sabía a dónde ir. Había algo que debía hacer antes de empezar su guerra contra el Círculo Negro: necesitaba encontrar a Ali Montgomery y Finn O'Reilly. Habían sido sus aliados más cercanos, las únicas personas que compartieron su dolor y sus luchas dentro de la organización. Sin ellos, sabía que sus posibilidades de éxito eran casi nulas.

Ali Montgomery era un enigma envuelto en un caos calculado. Hacker de nacimiento, había crecido navegando en la clandestinidad digital antes de unirse al Círculo Negro. Para ella, no había firewall ni sistema de seguridad que pudiera resistir su ingenio. Aunque su sarcasmo era casi tan afilado como su habilidad con el teclado, Ali siempre había demostrado ser leal a Max, especialmente durante los momentos más oscuros.

Después de su separación del Círculo, Ali había desaparecido. Sin embargo, Max sabía dónde buscar. Había un viejo café en Camden que Ali usaba como punto de acceso para sus operaciones secretas. Cuando Max llegó, el lugar estaba casi vacío. Una tenue luz iluminaba el rincón donde una mujer pelinegra con auriculares se inclinaba sobre una laptop cubierta de pegatinas.

- Llegas tarde, Blackwood - dijo Ali sin levantar la vista, como si lo hubiera estado esperando.

Max sonrió levemente y se sentó frente a ella. - ¿Cómo supiste que vendría? -

- Por favor - respondió Ali con una sonrisa torcida. - Después de todo lo que ha pasado, sabía que no ibas a quedarte sentado esperando que el mundo se arreglara solo. ¿Qué necesitas? -

Max le explicó su plan: derrocar al Círculo Negro desde dentro, exponiendo sus secretos y debilitando sus operaciones. Ali escuchó en silencio, pero cuando terminó, negó con la cabeza.

- Es suicidio, Max. Cyrus tiene ojos en todas partes. Y aunque quieras creer que puedes destruirlos, ellos siempre tienen una carta bajo la manga. -

- Lo sé, pero no puedo hacerlo solo. -

Ali lo miró por un momento, sus ojos verdes evaluándolo. Finalmente, suspiró. - Siempre me metes en problemas, ¿sabes? Pero está bien. Estoy contigo. -

El siguiente paso era encontrar a Finn O'Reilly. Donde Ali representaba la mente táctica, Finn era pura fuerza y habilidad en combate. Había crecido en las calles de Dublín, sobreviviendo a base de peleas clandestinas y trabajos para mafias locales. Su carácter sarcástico y su actitud despreocupada ocultaban un código moral que, aunque flexible, lo mantenía fiel a quienes consideraba su familia.

Max sabía que Finn había cortado todo contacto con el mundo tras los eventos que casi los destruyen. Sin embargo, Ali tenía una pista. - Escuché que estuvo en un par de peleas clandestinas en un club cerca de Whitechapel. Si sigue en la ciudad, probablemente esté allí. -

Esa noche, Max y Ali caminaron juntos hacia el club. El lugar era un antro oscuro y abarrotado, lleno de humo y el ruido de apuestas. En el centro, un cuadrilátero improvisado era el escenario de una pelea brutal.

Finn estaba en el ring, su torso cubierto de cicatrices, su rostro endurecido por años de lucha. No había cambiado mucho desde la última vez que Max lo vio. Cuando terminó la pelea, Max se acercó al vestuario.

- ¿Qué diablos haces aquí, Blackwood? - gruñó Finn mientras limpiaba la sangre de su rostro con una toalla.

- Te necesito - respondió Max sin rodeos. - Voy a destruir al Círculo, y no puedo hacerlo sin ti. -

Finn soltó una carcajada seca. - ¿Otra vez con tus cruzadas? ¿No aprendiste la última vez? El Círculo no es algo que puedas simplemente eliminar. -

- No solo se trata de ellos. - replicó Max. - Se trata de Sam. De nosotros. De todos los que sufrieron por su culpa. -

Finn lo observó, su mandíbula apretada. Finalmente, suspiró. - Eres un idiota, pero eres mi amigo. Si esto es lo que quieres, cuentas conmigo. -

Cuando salieron del club, Max, Ali y Finn caminaron juntos por primera vez en años. Había una tensión palpable entre ellos, resultado de las heridas aún frescas de sus traiciones y pérdidas, pero también había algo más: una chispa de esperanza.

- Esto va a ser complicado. - comentó Ali. - Espero que tengas un plan. -

- Lo tengo, primero, necesitamos información. Y sé exactamente dónde empezar. -

Mientras se adentraban en la noche, Max sintió que, por primera vez en mucho tiempo, no estaba solo. El reloj en su bolsillo seguía marcando el tiempo, pero ahora tenía un propósito claro.

La lucha contra el Círculo Negro acababa de comenzar.

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