Sanando

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Lucy se encontraba sentada en la enfermería de la agencia, el dolor en su brazo persistía, tal vez debido al movimiento tan brusco con el que había sido tomada. Así pasaron un par de meses, para ser exactos un año. En el cual la chica había sido dada de alta por aquel terapeuta que la había estado tratando, el dolor en las extremidades que había afectado a la chica ya se había esfumado. Por el momento, solo permanecía el dolor emocional; un vacío que con cada día se hacía más grande, al cual no le daba importancia.

Aquella tarde, Atsushi se había reunido con ella en la cafetería. - ¿Sabes? Creo que es necesario que sigas con la terapia. - Dijo Atsushi mientras mantenía su mirada fija en los ojos esmeralda de la chica.

- ¿Eh? ¿Por qué? - Preguntó Lucy con algo de curiosidad.

- Bueno, me han contado que Akutagawa ha tenido bastante actividad por esta parte de la ciudad, y pues, no queremos que... - No logró terminar su frase cuando la chica soltó una risita. - ¿Qué pasa?

- No te preocupes por eso, Byakko. - Dijo la pelirroja, tratando de tranquilizar a su amigo. - Estoy completamente bien, no pienso recaer.

- ¿Estás segura?

- Completamente. - Mentiría las veces que fueran necesarias para que el chico dejara de preocuparse.

El azabache caminaba con una mano en la cabeza; la migraña y la falta de sueño lo estaban matando. Cada momento en que cerraba los ojos, el recuerdo de la chica volvía a su mente. Por lo que su solución fue dejar de dormir. Se paseaba por los callejones de la ciudad con cierto sigilo en sus pasos. No quería llamar la atención; su única opción por el momento era mantenerse en la oscuridad.

Fue en ese pequeño momento de debilidad que el chico fue jalado por un par de manos y llevado lejos. - ¿Qué haces, maldito? - Preguntó el chico mientras miraba la arena que se moldeaba alrededor de sus zapatos.

- ¿No puedo ayudar a alguien? - Preguntó el albino mientras arrugaba su nariz.

- No, si soy yo no. - Contestó el azabache.

- Solo quería ayudar a alguien en aprietos.

- ¿Qué quieres? - Fueron las palabras de Akutagawa mientras sus pasos lo dirigían a la orilla del mar. - No estoy para juegos, jinko.

- Solo te regresaba un favor. - Esto dejó algo sorprendido al mayor. - No mataste a Lucy, así que por el momento ella no te debe nada. Eso es todo.

Aquella confesión del chico lo dejó algo pensativo. - ¿Acaso Jinko no quería que se acercara a la chica? Vaya idiota. - Pensó mientras tomaba un par de papeles que la chica de pelo rubio le entregaba. - Gracias. - Dijo antes de comenzar a caminar.

-¿Él le dijo gracias a Higuchi? - Preguntó con incredulidad Chuuya.

- Sí... - Fue la respuesta de Tachihara, quien se encontraba igual o más incrédulo que el mayor.

- Le diré que vaya a descansar, debe estar enfermo. - Dijo el mayor, aún en un estado de shock. Así fue como el chico fue mandado a su casa cuando el día apenas comenzaba. En su departamento también se encontraba su hermana.

- Me voy. - Dijo la azabache mientras se levantaba de la mesa.

- Gin, ¿cómo le demuestras a alguien que lo amas? - Esto sorprendió un poco a la chica; nunca pensó oír eso proveniente del chico.

- No sé mucho del tema, pero te daré un consejo. Si amas a alguien, dale atención; toda persona quiere ser escuchada. Usualmente no pensamos que si le damos atención a otra persona no afectará en nada, pero la verdad es que si le das atención puedes... Bueno, yo te aconsejo que busques una forma de que solo te mire a ti. - Fueron las palabras de Gin antes de marcharse del departamento.

- Tal vez deba limpiar la casa, hace bastante tiempo que no he ido a ella.- El azabache se dirigió a aquella casa en una isla cercana.

Por su parte, Lucy había pedido unas pequeñas vacaciones, ya que pronto sería su cumpleaños y quería disfrutar un poco de la soledad. Caminaba por la orilla del mar, dejando sus pisadas en la arena caliente. Siguió caminando hasta que encontró un pequeño puente compuesto principalmente por rocas. La curiosidad le ganó y comenzó a caminar por él, quería conocer a dónde la conduciría.

Tardó un rato en terminar su trayecto. Le gustaba parar de vez en cuando para observar el hermoso paisaje que ya se presentaba ante sus ojos. Así fue como llegó a aquella isla en la cual estuvo cerca de morir. Al recordar esto, soltó una pequeña risita. Y después de una pequeña caminata entre las piedras que adornaban la playa, llegó a aquella casa que un día se había convertido en su único hogar, y que el chico tigre había mantenido custodiada. Entró en ella con sigilo. No sabía si alguien se encontraría dentro de la casa, y no quería atraer la atención de aquella persona, si es que había una. Miró cada detalle en ella, desde aquellos libros que habían sido sus únicos compañeros, hasta la habitación de la parte superior, en la cual sus noches habían sido algo cálidas. Después de inspeccionar la casa, regresó sobre sus pasos, y volvió a la sala. Allí logró distinguir aquella gabardina negra que recordaba con todo detalle. - Akutagawa.- Llamo la atención del azabache. Este por su parte se quedó quieto antes de soltar un suspiro y girar para encontrarse con la mirada de la chica.

- Montgomery.

- ¡Ah! ¿Ahora me llamas por mi apellido? No debí regresar. - La pelirroja fingió indignación y algo de seriedad, lo cual se rompió al no poder retener una risita. - Estoy en casa. - El azabache la miró con cierta sorpresa e incertidumbre mientras sonreía levemente.

- Bienvenida...- Mencionó mientras alargaba un poco más su sonrisa.

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[No he dormido y no se que carajos escribí, espero lo disfruten y creo que mañana subiré un especial por el cumpleaños de lucy. Les agradezco por haber leído todo esto]

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𝐿𝑎 𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑠𝑢𝑓𝑟𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora