Capitulo #11: Mal Humor pt.2

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T/n sintió cómo la ira y la desesperación se mezclaban en su pecho, formando un nudo imposible de deshacer

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T/n sintió cómo la ira y la desesperación se mezclaban en su pecho, formando un nudo imposible de deshacer. Las lágrimas que caían de sus ojos parecían quemarle la piel, y cada palabra que escapaba de sus labios cargaba un peso que ni siquiera sabía que podía soportar.

—¿Qué?—su voz tembló mientras la primera lágrima rodaba por su mejilla.

El golpe contra la fría barra de mármol resonó con fuerza.

—¡Esto no puede ser cierto!—gritó, cada palabra cargada de incredulidad y furia. Sus manos volvieron a golpear la superficie dura con desesperación.—¡No es cierto, no lo es!

Los gritos de T/n llenaron la cocina como si su voz pudiera cambiar la realidad que había descubierto.

—¡Ellos ni siquiera se conocían!—insistió, negándose a aceptar lo que estaba frente a sus ojos.—¡Nunca! ¡Ninguno de los dos me dijo que se conocían! ¡Lo que significa...—sollozo—que esto no es en serio!

Dejó de golpear la barra por un momento, su cuerpo temblando mientras trataba de calmarse, pero su mente no se lo permitió.

—¿Suguru queriendo matar a Yuta?—susurró, su voz ahora quebrada por el llanto.—¿Para qué querría aprovecharse de Rika? Apenas pudo estudiar en la escuela de hechicería...—Sus palabras se detuvieron abruptamente cuando otro pensamiento cruzó su mente.—A menos que... ¡me haya mentido!

Apretó los dientes, apoyando la cabeza contra el mármol, sollozando con rabia y desilusión.

—¡Yaga no dice mentiras!—gritó, como si necesitara convencer a alguien.—¡Y tampoco hace bromas!

El eco de sus palabras se extendió por el espacio vacío, y su mente se aferró al recuerdo de esas conversaciones casuales con Suguru y Satoru.

—¿Geto y Gojo... mejores amigos?—rió, pero su risa era amarga, una burla hacia sí misma.—Esto tiene que ser una broma.

Se contradecía con cada palabra que salía de su boca, pero las piezas del rompecabezas se unían de manera cruel y despiadada.

—¿Por eso vinimos aquí de la nada?—su ceño se frunció hasta doler.—¡Por eso sonaba tan estúpida la excusa de Gojo para venir aquí! Estaba huyendo de sus traumas.

El enojo estalló como una tormenta.

—¡Malditos sean Gojo, Shoko y Geto! ¡Los tres me mintieron!—gritó, cada palabra desgarrando su garganta.—¡Los tres estúpidos que se suponía—recalcó con sarcasmo y rabia—que eran mis amigos no me dijeron la puta verdad!

Sus manos temblorosas se elevaron para cubrir su rostro.

—¿Para qué ocultarla?—murmuró entre lágrimas, su voz apenas audible.—¿No confiaban en mí?

Un sollozo desgarrador escapó de su pecho mientras hundía el rostro en sus manos.

—Les conté toda mi vida... todo lo que recuerdo. Y ellos...—suspiró, su tono ahora lleno de amargura y decepción.—Ellos me escondieron lo suyo. ¡Confié en ellos!

¿En serio me enamoré? ¡¿De él?! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora