Tras haber dado tanto y no recibir casi nada, Mario se enfrentará a diversos momentos difíciles, donde la locura amenaza con destruir su mente y el amor posiblemente lo ayudará a sanar años de heridas emocionales, sin embargo dicho amor vendrá de la...
La mañana había llegado finalmente al Reino Champiñón, y nuestro querido fontanero de gorra roja se encontraba desayunando con su hermano menor, en la mesa del comedor de su modesta casa, Mario hacía todo lo posible por prestarle atención a Luigi, tratando de olvidarse de todo lo sucedido en la noche, ya que no había podido volver a conciliar el sueño debido a la pesadilla con respecto a su amada princesa y, sobre todo, a la conversación que tuvo con su doble.
Cada palabra aún seguía presente en su memoria, repitiendo se, como una grabadora que no podía ponerle pausa ... aunque quisiera, Mario trago saliva, intentando concentrarse en la charla de su hermano menor, sin embargo, su mente seguía divagando en aquellos recordatorios tan dolorosos, haciéndolo sentir confundido y sin rumbo.
Luigi: Hey Mario, ¿estás bien? - preguntó preocupado, notando la distracción de su hermano mayor - No has dicho ni una palabra desde que empezamos a desayunar.
Mario: ¿Eh?... Si, si estoy bien, solo... estoy un poco cansado - respondió con una sonrisa forzada, intentando disimular su estado emocional.
Luigi: Sabes que puedes contarme lo que te pasa, ¿no? - le pregunta mientras lo mira con una mirada sincera y preocupada.
Mario: No te preocupes Luigi, es solo... estrés, no es nada - respondió evadiendo la mirada de su hermano menor.
Luigi: Claro... solo estrés - murmuró, con un tono de desconfianza, pero no insistió más, sabía que Mario prefería mantener sus problemas en privado.
Mientras ambos continuaban con su desayuno en un incómodo silencio, Mario no podía evitar pensar en las palabras de su doble, en la pesadilla con Peach, en el dolor que sentía en su corazón por un amor que parecía imposible, se sentía atrapado entre dos mundos, entre el deber de ser el héroe del reino y sus propios deseos y sueños, que parecían cada vez más lejanos e irrealizables, Mario sabía que no podía seguir así, que tenía que tomar una decisión, enfrentar sus miedos y dudas, pero ¿cómo hacerlo sin desmoronarse por completo?.
Después de desayunar, ambos hermanos se dirigieron a sus respectivas habitaciones para cambiarse y colocarse sus icónicos trajes de fontaneros, Mario se sentó en la cama, con su corazón aún dolorido por la pesadilla y la conversación con su doble, se puso el traje con movimientos mecánicos, sintiendo que cada paso lo acercaba más a enfrentar sus miedos y dudas.
Salieron de casa juntos, pero pronto se separaron, Luigi se dirigió hacia el castillo de la Princesa Daisy, su pareja, mientras que Mario se encaminó hacia el castillo de la Princesa Peach, aunque ambos llevaban los mismos trajes y compartían la misma profesión, sus caminos eran muy diferentes.
Mario caminaba con la mirada perdida, sus pensamientos aún estaban en la pesadilla y las palabras de su doble, se sentía perdido, sin rumbo, como si todo lo que había hecho hasta ahora no tuviera sentido, cuando llegó al castillo de Peach, con un suspiro, subió las escaleras hacia su habitación.
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