Cinco días. Cinco interminables días. Cinco noches en las que la oscuridad se convierte en mi única compañera y las paredes me susurran verdades que no quiero oír. La celda es fría, pequeña y vacía, pero más que todo es una prisión para mi cabeza. Aquí no hay explosiones ni luces ni ruido. Solo este silencio insoportable que me envuelve, como un manto que se aprieta cada vez más fuerte alrededor de mi garganta.Me dijeron que habría un juicio. Me dijeron que esto sería temporal. "Unos días, Jinx. Todo se resolverá", dijeron. Pero no hay juicio. No hay resolución. Solo hay estas cuatro paredes, un catre duro como el suelo, y el sonido de mis propias respiraciones, cada vez más irregulares.
¿Por qué sigue siendo tan difícil respirar?
Me paseo por la celda una y otra vez. Paso, paso, vuelta. Mis botas golpean el suelo de concreto en un ritmo frenético, pero no lo suficiente para callar el ruido en mi cabeza. Mis pensamientos se atropellan entre sí, gritos, risas y sombras que no puedo alcanzar.
Vi dijo que me ayudaría. Vi lo prometió. Pero Vi siempre promete, ¿no? Siempre dice que estará ahí, y después... se va. Aprieto los dientes, llevándome las manos al cabello. Me tiro de las trenzas hasta que siento el tirón en el cuero cabelludo, hasta que duele lo suficiente para distraerme.
—¿Cuánto más? —mi voz se rompe en un susurro antes de que el enojo explote dentro de mí—. ¡¿CUÁNTO MÁS, MALDITA SEA?!
Corro hacia los barrotes y los sacudo con fuerza, el sonido metálico reverberando en la celda como un trueno.
—¡Hey! ¡Caitlyn! —grito hacia el vacío del pasillo, con la garganta ardiendo y la voz saliendo más aguda, más desquiciada—. ¡Vamos, pastelito! ¿Esto te hace feliz? ¿Te gusta verme aquí, pudriéndome como un maldito animal?
El eco de mis palabras se pierde en la distancia, devolviéndome solo el silencio. Respiro entrecortada, apoyando la frente contra los barrotes. El metal está frío, demasiado frío, pero lo dejo ahí, dejando que se hunda en mi piel.
¿Me dejaron aquí para que colapse? ¿Es eso?
Mi mente se enreda en pensamientos oscuros, en voces familiares que no deberían estar aquí. Silco me susurra en la cabeza, su tono suave como una caricia:
"Nunca necesitarás a nadie más. Tienes todo lo que necesitas en ti, mi niña. Tú eres perfecta."
Me río, un sonido seco, roto, que se convierte en carcajadas descontroladas.
—Perfecta. Sí, claro. ¿Perfecta para qué? —digo en voz alta, como si él pudiera responderme. Pero no hay respuesta. Silco está muerto. Todos están muertos. Y los que quedan... bueno, ya no me necesitan.
Las risas se convierten en un sollozo ahogado que trato de tragar, pero no puedo. Me dejo caer al suelo, sentándome con la espalda contra los barrotes, abrazándome las rodillas. Vi. Dijiste que me ayudarías. Dijiste que estarías ahí.
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𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄𝐁𝐈𝐎́ 𝑺𝑬𝑹 - - 𝑻𝒊𝒎𝒆𝒃𝒐𝒎𝒃
RandomTu solo lee, aquí tu y yo sanaremos. aquí, para mí y para ti nunca existió el final de Arcane. este es el final.