Un criminal, ladrón, asesino y desquiciado. De todo lo han llamado a T/N pero él se crió así,las personas que conoció les enseñaron a vivir de esa manera.
Él se fija bien en quién se preocupa y en qué odia y si te ganas su odio es tener asegurado un...
Otro capítulo más del vaquero T/N,el Cowboy...una cambio de género en ese palabra y seríahora de activar. Pero bueno dejémonos de tonterías y sin nada más que decir,empecemos.
Era el año 1890, y T/N, con apenas trece años, caminaba por el parque con las manos en los bolsillos. Su mirada recorría el lugar con atención, buscando algo o alguien entre los senderos bordeados por árboles y arbustos.
T/N: ¿Dónde estará esa cría?
Dijo mientras giraba su cabeza todas direcciones.
T/N: Bueno... parece que llegó la hora de usar un poco de esa visión.
Se detuvo y cerró los ojos un momento, para volver abrirlos y concentrándose en agudizar sus sentidos. Un leve crujido sobre su cabeza llamó su atención, y distinguió una figura moviéndose entre las ramas de un árbol cercano.
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T/N: Ya te vi.
Caminó con calma hacia el árbol y levantó la vista. Ahí estaba Liz, balanceando una pierna mientras le dedicaba una sonrisa burlona.
T/N: No creo que alguien de tu clase debería estar ahí arriba.
Liz: Venga, sube.
T/N simplemente se cruzó los brazos.
T/N: En lugar de que yo suba, tú deberías bajar.
Liz: Por favor.
El tono insistente de Liz hizo que T/N soltara un leve suspiro.
T/N: Cuando me lo pides por favor, no puedo negarme.
Con un movimiento ágil, T/N se agarró al tronco del árbol y comenzó a escalar, sus pies buscando apoyo entre las ramas más bajas. Al llegar junto a Liz, se sentó con cuidado, tratando de mantener el equilibrio.
Liz: Admite que este es un buen escondite.
T/N: Quizá lo sea, pero no para mí. Te he encontrado.
Liz: Ha sido pura suerte.
T/N soltó una risa breve y burlona.
T/N: Eso no te lo crees ni tú.
Liz: Cállate.
Liz le dio un pequeño empujón en el hombro. El gesto, aunque suave, fue suficiente para desequilibrar a T/N.
T/N: ¡Oye, cuidado!
Antes de poder sujetarse, T/N perdió pie y cayó del árbol, aterrizando sobre el césped con un sonoro plof.
