LIAM
—¡Carter! ¡O aprietas el culo o chupas banquillo el viernes!
Resoplé, cogiendo más ritmo para alcanzar a mis compañeros. No era el único que estaba atrás, Jackson también, pero, claro, yo era el nuevo. ¡Y eso le daba al entrenador todo el derecho del mundo a gritarme!
Llevábamos trotando más de media hora, ni siquiera nos había dejado irnos a casa para descansar. Era como un castigo por la mierda de entrenamiento que debíamos de haber hecho hoy a sus ojos. ¿Mal entrenamiento? Había recibido los mejores balones en toda mi vida; habíamos hecho los mejores pases para ser el tercer entrenamiento de la semana, y último. ¿Qué había de malo? Vale, sí, quizá al principio estábamos un poco desordenados, pero tampoco era motivo para ponerse así. Estábamos a miércoles y teníamos un amistoso el viernes, y el primer partido de temporada la semana que viene. Yo, había firmado con los Thunderhawks casi en el último minuto del mercado, así que el resto llevaba ya entrenando varios días. Por lo que, para ser mis primeros entrenamientos, estaba bastante satisfecho.
—Menos mal que Jessie sabe cuándo hacer apariciones... —soltó Jackson con una sonrisa acompañada de cansancio. Sí, nos estábamos metiendo una paliza.
—¿Jessie? —cuestione mirando al chico de tez morena con trenzas.
—La Community Manager del equipo. Ahora, comenzará a hablar con el míster, él se quedará embobado, Jessie le dirá cualquier cosa como "¿Vamos a tomar algo después?", y será el incentivo perfecto para que Freddy nos diga...
A medida que lo iba diciendo, las cosas se plasmaban en las dos personas que estaban en medio del campo. Por lo que, no debía de ser la primera vez que sucedía.
—¡Se acabó el entrenamiento! ¡A las duchas!Dejamos de correr de forma gradual. Yo sonreía mientras trataba de no atragantarme con mi propia saliva por el cansancio. Realmente, no era tan fuerte hacer esto, es solo que, al llevar hora y media de entrenamiento, pues es una putada que nos hagan estar para media hora más. Además, si por Freddy fuera, estaríamos hasta que las instalaciones del equipo cerraran.
Hablando con Jackson, nos acercamos a la nevera donde estaban las botellas de agua. Jackson era el único con el que más hablaba, era el segundo más joven del equipo con 24 años, por lo que, para mí, era el único más cercano a mi edad y el que más me podría llegar a entender. Sin ofender a los padres y jugadores más mayores, de sólo veintiséis años, por supuesto. El caso es que, él llegó un poco como yo, solo que vino él solo. Yo, tuve la suerte de venir con mi madre. Y, él también era futura promesa, pero la mala suerte le acompañó con una lesión que le dejó fuera de combate durante toda su primera temporada. Llevaba aquí dos años, siendo este su tercero, realmente en activo dos años. Era ese compañero y amigo que necesitaba tener, y me valía. Eran dos semanas las que llevaba aquí, suficiente como para tener ya una vida social relativamente normal, aunque solo fuera con mis compañeros de equipo. Podría tener más amistades, al menos una más, pero no sabía nada de ella desde que me fui de su casa por la noche. ¿Quién rechaza mil dólares? O directamente, ¿tener como contacto a alguien famoso? Que, no me creo nadie, solo que, si me ponen en bandeja tener el número de teléfono de Travis Kelce, pues mi oportunidad no la pierdo. Estoy muy lejos de ser una leyenda como él, está claro, era por poner un ejemplo.
¿Por qué te justificas a ti mismo? NO LO SÉ.
Bañé mi cabeza en el agua que quedaba de la botella, sintiendo el frío recorrerme toda la nuca, el cuero cabelludo quitando el sudor, y algunas gotas frías que bajaban por mi espalda, poniéndome la piel de gallina. Cierto es, que septiembre comenzaba a entrar con fuerza en Nueva York, estábamos a mediados y ya era imposible no ir con pantalones largos por la calle, por lo que el frío sobre mi piel provocó un escalofrío que exageré haciendo un sonido, provocando una carcajada en todos los demás, a quienes les había pasado algo parecido. Había muy buen rollo entre todos, mejor del que había en mi anterior equipo. Antes era todo... Competitividad, no había piña, no había a penas amabilidad. No me arrepiento de haberme ido, aunque el mensaje de mi padre ayer para preguntarme qué tal me iba, me genero un poco de nostalgia.
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Teoría del Desastre
Teen FictionSi sus diferentes vidas en teoría, no son un desastre, no sé qué será. La vida de Valentina estaba siguiendo su rutina normal. Trabajo por la mañana, comida con su amiga, limpiar la casa, tocar su piano... O, al menos, eso era lo planeado hasta que...