Curiosidad.

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La copa de vino parecía danzar entre sus dedos, suspiro antes de llevar la copa hacia sus belfos degustando el líquido bermejo, saboreo las motas de fresas y uvas antes de dejar que el Malbec siguiera su camino a través de su garganta.

─Parece algo afligido amo ─cuestiono el pequeño ser a su lado.

Draco solo le observo sin enunciar palabra tomo otro sorbo del vino que yacía en su copa mientras seguía jugando con la misma entre sus falanges.

─Ese niño emana pureza, eso lo inquieta ¿verdad? ─volvió a cuestionar la criatura.

─Si piensas hablarme por favor cambia esa ridícula forma ─espeto asqueado.

El pequeño ser cuya forma aún era la del felino que minutos antes se restregaba contra Harry, cambio en un instante transformándose en una criatura similar a un querubín aunque el azabache de sus alas y su cola distaba mucho de la imagen inocente de esos diminutos seres que eran retratados por los antiguos pintores en las cúpulas de las iglesias. No, la forma real de la criatura poseía alas de murciélago, y su parte inferior era igual al de las cabras. El ser voló cerca de Draco sentándose en el escritorio mientras observaba por el enorme ventanal de la habitación.

─Creo que el alma de ese niño esconde algo ─dijo por fin después de unos minutos en silencio. ─La luz que emana de él, no la había visto en ningún humano.

─Lo sé, pude notarlo en el instante en que sus ojos me miraron.

─Amo han pasado siglos desde que lo vi tan entusiasmado con algo ─el pequeño ser sonrió con malicia. ─Solo faltan unas semanas para el Sabbat ─afirmo.

Draco solo le observó sin un ápice de expresión para luego desviar su mirada hacia la ventana y tomar lo restante del vino en su copa.

─Quiero que lo vigiles Arael ─ordeno─. Quiero saber con quién habla, a quien le sonríe, cuáles son sus gustos, que lo hace feliz y que lo pone triste.

Arael solo asintió antes de volver a su forma felina y escabullirse por la ventana para encontrar a Harry y así comenzar la misión encomendada por Draco.

                                                                 

Harry caminaba con una sonrisa en su rostro, el auto de la mansión lo había dirigido al pueblo para que hiciera compras de algunos víveres que faltaban. De paso aprovecharía a pasar por la biblioteca por unos libros que había encargado con anterioridad.

─Tu trabajas en la mansión de Malfoy ¿verdad?

Le interrumpió un muchacho que parecía haber tenido una pelea en la que se llevó la peor parte. Harry le observo por un instante confundido hasta que recordó donde había visto a ese chico, aunque si le preguntaban diría que la persona que había visto días atrás y esta que estaba frente a él parecían completamente distintas. Harry asintió en respuesta al extraño.

─ ¿Puedes entregar un mensaje por mí?

Harry volvió a asentir.

─Dile a Malfoy que ya no le enviaran a nadie, si necesita juguetes debe buscar en otro lado ─espeto el muchacho.

─ ¿Juguetes? ─repitió Harry más confundido que antes. No entendía a qué se refería el extraño, él no había visto ningún juguete en la mansión aunque tal vez estarían en el ala al que tenía prohibido acercarse.

El chico frente a él le observo con incredulidad pero cuando vio la sinceridad en los ojos de Harry solo suspiro y apoyo una mano en el hombro de este.

Koi No JokanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora