Filofobia

Capítulo 4

Daniel se levantó al día siguiente con esa sensación incómoda de haber sido el centro de atención, algo que nunca buscaba. Sin embargo, no podía ignorar lo que había sucedido: Alex lo había integrado a su grupo sin dudarlo, y por primera vez, no se sintió como un extraño.

El camino al instituto era siempre el mismo. Edificios grises, calles llenas de ruido y rostros desconocidos. Pero ese día algo cambió. Mientras esperaba que el semáforo diera verde para cruzar, escuchó una voz conocida.

-¡Daniel!

Alex se acercaba, con una sonrisa fácil y una mochila colgada descuidadamente en un hombro.

-¿Vives por aquí?

Daniel asintió. -No muy lejos.

-Genial, ahora tengo con quién caminar. -Alex empezó a andar a su lado sin siquiera esperar respuesta.

El silencio entre ellos no era incómodo, aunque Daniel podía sentir la energía de Alex irradiar como una chispa constante.

-¿Qué te trajo aquí? -preguntó Alex, rompiendo el silencio.

Daniel dudó, mirando al suelo mientras caminaban. No era una historia que le gustara contar.

-Mis padres... no se llevan bien. -Su respuesta fue breve, como si esperara que Alex no preguntara más.

-Eso suena complicado. -Alex no presionó, para sorpresa de Daniel.

Cuando llegaron al instituto, Alex lo guió directo al grupo, como si fuera su rutina de siempre. Daniel apenas podía seguirle el ritmo, pero algo en la facilidad con la que Alex lo incluía lo hacía sentirse menos extraño, menos roto.

Mientras avanzaba el día, Daniel empezó a notar las miradas. No de Alex, sino de una chica del grupo, Sara. Ella lo observaba con una intensidad que lo ponía nervioso, como si lo estuviera evaluando.

-Así que, ¿qué haces para divertirte? -preguntó ella durante el almuerzo, con un tono que parecía más un desafío que una pregunta.

-No mucho. -Daniel se encogió de hombros, incómodo.

-Deberías. Aquí no somos de quedarnos quietos. ¿Verdad, Alex?

Alex levantó la vista de su teléfono y sonrió. -Es cierto. Ya nos encargaremos de que se divierta, ¿no, Sara?

Ella respondió con una sonrisa que no llegó a sus ojos.