Capítulo 11

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El resto del día transcurrió sin incidentes visibles, pero Alex no podía quitarse de la cabeza los mensajes que Daniel había recibido. Había algo en la situación que lo inquietaba profundamente, más allá de la amenaza directa. Había visto de cerca cómo las cosas podían torcerse en el pasado, y ahora no pensaba quedarse de brazos cruzados.

Cuando las últimas clases terminaron, Alex interceptó a Sara en el pasillo antes de que pudiera irse con el resto del grupo.

-Tenemos que hablar -dijo con firmeza, cortándole el paso.

Sara frunció el ceño, pero no mostró sorpresa. En cambio, cruzó los brazos y lo miró con una mezcla de desafío y curiosidad.

-¿De qué quieres hablar?

Alex bajó el tono de voz, aunque su intensidad seguía intacta.

-De Daniel.

La expresión de Sara cambió por un instante; sus ojos se endurecieron antes de volver a una máscara neutral.

-¿Qué pasa con él?

-Sabes exactamente a qué me refiero -replicó Alex, dando un paso más cerca-. ¿Por qué lo estás amenazando?

Sara soltó una risa seca, cargada de incredulidad.

-¿Amenazando? ¿Eso es lo que te ha dicho? Vaya, parece que el nuevo sabe cómo manipularte.

-No juegues conmigo, Sara. He visto los mensajes.

Por un momento, Sara pareció desconcertada, pero rápidamente recuperó la compostura.

-¿Y tienes pruebas de que fui yo? Porque, hasta donde sé, cualquiera podría haberle enviado esos mensajes.

-No necesitas confesarlo, Sara. Solo quiero que pares.

-¿Y si no quiero? -replicó, dando un paso adelante, acortando la distancia entre ambos. Su voz era baja, casi un susurro-. ¿Qué vas a hacer, Alex? ¿Dejar a todo tu grupo de amigos por un chico al que apenas conoces?

Alex la miró, tratando de encontrar en ella a la persona con la que había compartido tantos momentos. Pero lo único que veía ahora era a alguien consumido por los celos y la inseguridad.

-Si seguir con ustedes significa aceptar este tipo de comportamientos, entonces tal vez no necesito estar en el grupo -respondió finalmente, con una calma que lo sorprendió incluso a él.

Sara parpadeó, como si las palabras la hubieran golpeado con más fuerza de lo que esperaba.

-¿Así de fácil? ¿Vas a abandonarnos por él?

-No es fácil, Sara. Pero no voy a quedarme callado mientras haces esto.

Sara no dijo nada más. Simplemente le dirigió una última mirada de desprecio antes de girarse y marcharse, dejando a Alex solo en el pasillo.

Mientras Alex procesaba lo ocurrido, una voz conocida lo sobresaltó.

-No deberías enfrentarte a ella solo.

Alex se giró y vio a Eva, una de las chicas del grupo, apoyada contra la pared.

-¿Desde cuándo estabas ahí?

-El tiempo suficiente.

Eva se acercó, sus ojos llenos de preocupación.

-Sé que Sara puede ser... complicada. Pero esto es diferente, Alex. Si de verdad crees que está haciendo algo tan grave, tal vez necesitemos intervenir como grupo.

Alex suspiró, pasándose una mano por el pelo.

-No quiero arrastrar a todos en esto.

-Es nuestro amigo también -replicó Eva con firmeza-. Si Daniel está en peligro, no podemos quedarnos al margen.

Por primera vez, Alex sintió que no estaba solo en esta batalla.

-Gracias, Eva.

Ella sonrió, dándole un suave golpe en el brazo.

-Para eso estamos. Ahora, vamos a reunirnos con los demás. Tenemos que planear bien cómo manejar esto.

Mientras se dirigían al punto de encuentro del grupo, Alex no podía evitar sentir una pequeña chispa de esperanza. Tal vez, con ayuda, podría proteger a Daniel de lo que fuera que estuviera por venir.

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