Capítulo 15

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El ambiente en el instituto estaba cargado de una tensión palpable. Los rumores sobre Alex y Sara se esparcían como pólvora, y las miradas que ambos recibían no hacían más que alimentar el fuego de la discordia.

Alex caminaba por los pasillos con la cabeza en alto, intentando ignorar los susurros a su alrededor. Había hablado con Sara, había intentado explicarle lo que sentía, pero sus palabras parecían haber caído en un abismo.

Eva y Mateo lo esperaban en su casillero.

-¿Cómo va la cosa? -preguntó Eva, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

-Como te imaginas -respondió Alex, cerrando el casillero con un golpe seco-. Sara no quiere escucharme, y ahora parece que soy el villano de esta historia.

Mateo se cruzó de brazos, apoyándose contra la pared.

-Bueno, si sirve de algo, creo que hiciste lo correcto. No podías seguir con ella si no sentías lo mismo, ¿no?

-No es tan simple, Mateo -intervino Eva, lanzándole una mirada de reproche-. Sara estaba muy enamorada, y Alex... bueno, tú también has sido un poco impulsivo.

Alex suspiró, pasándose una mano por el cabello.

-Lo sé, pero no puedo fingir algo que no siento. No sería justo para ella ni para mí.

En ese momento, Daniel apareció al final del pasillo, con una mochila colgando de un hombro y una expresión nerviosa en el rostro. Alex sintió un leve nudo en el estómago al verlo, pero lo ignoró y se acercó a él.

-¿Todo bien? -preguntó, tratando de sonar casual.

Daniel asintió, aunque su mirada delataba cierta incomodidad.

-Sí, solo... es raro estar en el centro de todo esto. Creo que Sara me odia.

-Sara está pasando por un mal momento -dijo Eva, intentando suavizar la situación-. Pero no es tu culpa, Daniel.

Daniel esbozó una sonrisa débil, pero no dijo nada.

Antes de que pudieran continuar la conversación, una figura familiar apareció frente a ellos. Era Sara, y la intensidad en su mirada hizo que todos se tensaran de inmediato.

-¿Podemos hablar? -dijo, mirando a Alex directamente.

-Sara, no creo que sea el mejor momento... -empezó Eva, pero Sara la interrumpió.

-No estoy hablando contigo, Eva.

Alex intercambió una mirada con sus amigos antes de asentir.

-Está bien. Vamos.

Los dos caminaron hacia un rincón más apartado del pasillo, mientras los demás los observaban desde la distancia.

-¿Qué quieres decirme? -preguntó Alex, cruzándose de brazos.

Sara lo miró durante unos segundos, como si estuviera evaluando qué palabras usar.

-Solo quiero saber una cosa, Alex. ¿Él tiene algo que ver con esto?

Alex frunció el ceño, confundido.

-¿De qué estás hablando?

-Daniel -respondió Sara, con un tono que bordeaba el desprecio-. ¿Él es la razón por la que me dejaste?

La pregunta quedó suspendida en el aire, y Alex sintió que todos los ojos del pasillo estaban sobre ellos, incluso si nadie se acercaba.

-Sara, esto no es sobre Daniel. Es sobre mí.

-No me mientas -dijo ella, con la voz quebrándose-. Lo vi, Alex. Vi cómo lo miras.

Alex no respondió de inmediato. Por primera vez, no encontró las palabras para salir de la situación.

-Tú no entiendes... -empezó, pero Sara lo interrumpió, soltando una risa amarga.

-Creo que entiendo más de lo que piensas.

Y con esas palabras, se dio la vuelta y se marchó, dejando a Alex con un peso aún más grande en el pecho.

Cuando regresó con sus amigos, nadie dijo nada. Solo Daniel le puso una mano en el hombro, como si quisiera decirle que no estaba solo, aunque no hiciera falta decirlo en voz alta.

La grieta entre ellos y Sara se había vuelto más profunda, y Alex no estaba seguro de si sería capaz de repararla.

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