La noche se había asentado por completo cuando Alex llegó al parque donde Eva le había dicho que Sara solía ir cuando quería estar sola. Las luces tenues de las farolas iluminaban los bancos vacíos y los árboles que susurraban con el viento. Alex caminó con rapidez, su mente inundada de dudas.
¿Qué le diría? ¿Y si ella no quería verlo?
Tras unos minutos, la vio. Estaba sentada en un banco, con los brazos cruzados y la cabeza gacha. Desde la distancia, parecía frágil, como si la carga de sus emociones la hubiera aplastado.
-Sara -dijo Alex con suavidad al acercarse.
Ella levantó la vista de golpe, sus ojos hinchados y enrojecidos por las lágrimas.
-¿Qué haces aquí? -preguntó con frialdad, apartando la mirada.
-Eva está preocupada por ti. Y yo también.
Sara soltó una risa amarga, sacudiendo la cabeza.
-¿Preocupado? ¿Por qué ahora, Alex? Siempre llegas tarde.
Alex se sentó a su lado, manteniendo cierta distancia para no invadir su espacio.
-Lo siento, Sara. Sé que te hice daño.
Ella lo miró, sus ojos llenos de dolor y rabia contenida.
-¿Lo sientes? ¿Eso es todo? Me dejaste por él, Alex. Ni siquiera intentaste salvar lo que teníamos.
Alex tomó aire profundamente, tratando de mantener la calma.
-Sara, sabes que nuestra relación no estaba funcionando. No era justo para ti ni para mí seguir fingiendo.
-¡Pero lo intentamos! -exclamó Sara, su voz temblando-. Al menos yo lo intenté.
-Y yo también. Pero no puedo forzar lo que no siento.
La confesión salió como un susurro, pero el impacto fue evidente en la expresión de Sara.
-¿Entonces, lo sientes por él? -preguntó, su voz apenas audible.
Alex no respondió de inmediato, pero su silencio fue suficiente. Sara se puso de pie de repente, alejándose unos pasos.
-Siempre supe que había algo raro entre ustedes -murmuró-. Pero quise creer que era solo mi imaginación.
Alex también se levantó, acercándose con cautela.
-No quería lastimarte, Sara. Nunca quise que esto terminara así.
Ella se giró hacia él, sus ojos ahora llenos de determinación.
-¿Sabes lo peor de todo? Que todavía te quiero. Y odio que no pueda dejar de hacerlo.
El corazón de Alex se hundió al escuchar esas palabras.
-Sara...
-No, no me digas nada. -Ella levantó una mano, deteniéndolo-. Necesito tiempo. No puedo seguir viéndote como si nada hubiera pasado.
Alex asintió lentamente, respetando su decisión.
-Si alguna vez necesitas hablar, estaré aquí.
Sara no respondió, solo le dio la espalda y comenzó a caminar hacia la salida del parque. Alex la vio alejarse, sintiéndose más ligero pero también más culpable. Había sido honesto, sí, pero la honestidad no siempre era suficiente para sanar las heridas que había dejado.
Cuando regresó a casa, encontró a Daniel en la sala, hojeando un libro mientras esperaba.
-¿Cómo fue? -preguntó Daniel, levantando la vista.
Alex dejó escapar un suspiro y se dejó caer en el sofá a su lado.
-Difícil. Pero creo que necesitaba escuchar la verdad.
Daniel asintió, guardando silencio por unos segundos antes de hablar.
-Ella estará bien. Es fuerte.
Alex lo miró, sorprendido por la seguridad en sus palabras.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque tú también lo eres. Y la gente fuerte atrae a otros iguales, incluso cuando no lo saben.
Alex esbozó una pequeña sonrisa, agradeciendo el apoyo silencioso de Daniel. A pesar de todo, había algo reconfortante en saber que no estaba solo para enfrentar las complicaciones que la vida seguía arrojándole.

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Filofobia
Lãng mạnAlex y Daniel, atrapados en un torbellino de secretos oscuros y traiciones, luchan por sobrevivir en un mundo que los quiere destruir. ¿El amor y la amistad serán su salvación o su perdición?