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Sana estaba sentada junto a la taiwanesa, mientras su madre se encontraba frente a ambas.

—¿Cómo está el señor Kun, Tzuyu? —preguntó amablemente la señora Minatozaki.

—Está muy bien. —contestó la taiwanesa con una sonrisa.

—Tiene mucho tiempo que no lo veo, tanto a él como a su esposa. —comentó de la nada—. Le voy a comentar a mi esposo que hagamos una cena. —soltó la idea.

La menor se tensó y Sana lo notó al instante. Hizo un pequeño puchero, pero no dijo nada, solo observó a la omega.

—¿Te gustaría, cariño? —preguntó la omega, dirigiéndose a Tzuyu, quien parpadeó y asintió despacio—. Genial, solo hay que hablar con mi esposo y luego con tu padre para acordar el día. —explicó emocionada—. ¿Cuál es tu postre favorito? —le volvió a preguntar, dejando a Sana a un lado.

La alfa sonrió al ver a la castaña más confiada, más alegre, con una hermosa sonrisa.

—Me gusta mucho el pastel de chocolate y el helado. —respondió, también sonriendo.

Sana tomó nota mental de eso para luego regalarle algo que le gustara.

—Está bien, eso tendremos de postre para esa cena. —respondió la mujer—. Bueno, me tengo que retirar, voy a ver a unas amigas, luego vuelvo. —se despidió dejando un beso en la cabeza de cada una.

Después de que la madre de Minatozaki se fue, volteó a ver a Chou, quien tenía la cabeza gacha.

—¿Estás bien, Tzu? —preguntó preocupada.

—Es solo que me gustaría que mi mamá fuera más cariñosa conmigo. —comentó en un murmullo—. ¿Es mucho pedir, Sannie? —preguntó, y un sollozo escapó de sus labios.

Tzuyu era... bueno, sensible.

—No, no es mucho pedir, pero para ella tal vez sí... pero no te preocupes por eso, sabes, a mi mamá le caíste bien, hasta te puedo asegurar que me quitaste el puesto de la hija favorita, y eso que soy hija única. —comentó de una manera rápida, y lo último lo dijo con una sonrisa que hizo reír a la menor.

—Gracias por ser mi primera amiga, Sannie. —agradeció—. No sabes cuánto lo deseaba.

La japonesa sintió un nudo en la garganta, pero sonrió de manera forzada.

—No tienes que agradecer, Tzu. De ahora en adelante te prometo que vas a tener recuerdos lindos y los malos se van a ir. —dijo acercándose para abrazarla.

—¿Lo prometes, Sannie?

—Claro, de eso me encargo yo, tú no te preocupes. —contestó con una sonrisa, para después dejar un beso en la frente de la taiwanesa. Esta se sonrojó y abrazó más fuerte a la más baja—. Por ahora hay que estudiar. —rompió el abrazo.

Chou asintió y se dedicaron a sacar los apuntes de la omega para comenzar a trabajar. Sana le explicaba lo que tenía que hacer y le resolvía las dudas que tenía sobre el examen.

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⏰ Última actualización: 18 hours ago ⏰

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gordita chou   ౨ৎ   𝘀𝗮𝘁𝘇𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora