Día 2

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[Admiración... ¿o algo más?]

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Bonnie miró por tercera vez la hora en su reloj, aunque sabía que había llegado veinte minutos antes a su encuentro en el parque no podía evitar sentirse emocionado. Hacía mucho tiempo que no encontraba a alguien con su misma pasión por la música y, especialmente, por la guitarra, por lo que no iba a desperdiciar aquella oportunidad que le brindaba el universo. Aunque tal vez estaba siendo demasiado impulsivo, pues no dejaba de tratarse del enemigo -según sus amigos y compañeros de banda-, pero a él le traía sin cuidado, solo quería aprender esos trucos de guitarra que lo harían invencible en su próxima batalla.

Si lo repetía las suficientes veces en su cabeza, tal vez acabaría creyéndose esa excusa.

Justo cuando iba a volver a ver la hora un saludo le llamó la atención, girando la cabeza hacia aquel chico moreno de cabellos turquesas que se acercaba con una expresión desinteresada hacia él. Se sorprendió al verlo, realmente tenía la sospecha de que al final no iba a aparecer por lo reacio que se comportaba ante él, pero algo en él se llenó de alegría al verlo delante de él, con su funda de guitarra a la espalda.

— Ya estoy aquí, ¿llevas mucho esperando? — saludó como acto de cortesía, a pesar de que realmente se había escapado del interrogatorio de sus amigas por llevar su instrumento cuando, claramente, no había ensayo ese día, al final iba a terminar siendo un mitómano de tantas excusas que inventaba.

— Para nada, me alegro de que llegaras — sonrió de forma genuina revolviendo el estómago de Bon, no sabía por qué le hacía sentir así ser el causante de esa bella sonrisa —. Bueno, como es la primera vez que vamos a tocar juntos en lugar de competir, me gustaría probar algunas partituras que he traído, ¿te parece bien?

— Bueno, por algo has insistido tanto en que practiquemos los dos, así que mucha opción no tengo — se encogió de hombros sentándose a su lado, comenzando a sacar su guitarra.

Tras ver las hojas con distintas letras y partituras, la atmósfera del parque comenzó a llenarse de bellas sintonías y diferentes armónicos que sincronizaban ambas guitarras eléctricas. Bonnie estaba seguro de que aquel acompañamiento hacía que sus canciones sonaran mil veces mejor a cuando las tocaba él solo, incluso Bon comenzaba a disfrutar genuinamente por tocar una música tan diferente a la que Meg le obligaba a fijarse. Pronto ambos se dejaron llevar, aun siguiendo las partituras pero dándoles su toque personal, a veces aún retándose entre ellos para demostrar de lo que era capaces por su cuenta. Era increíble aquella conexión, pareciera que podían comunicarse aun sin decir palabras, sus guitarras se hablaban entre ellas en cada estrofa, fluyendo entre las notas musicales.

Así siguieron durante toda la tarde, sin darse cuenta del tiempo que pasaba entre risas y pequeños descansos para no atrofiarse los dedos de tanto rasgar las cuerdas, se sentían realmente cómodos a pesar del primer contacto que dejó un tanto sorprendido al peliturquesa, quien observaba con detenimiento las notas del pelimorado que afinaba su guitarra.

— Realmente sigo sin entender por qué quieres que sea tu maestro — mencionó ordenando las hojas sobre su guitarra en su regazo —. Si es verdad que tú has compuesto estas canciones, no tienes ninguna razón para necesitar mi ayuda, ya eres genial por ti mismo...

— Mmm... Yo no lo veo así — respondió Bonnie dejando su botella de agua a su lado, subiendo sus piernas flexionadas sobre el banco —. Una cosa es saber escribir una canción y otra es saber tocarla — Bon levantó una ceja, confuso —; puede que pienses que soy bueno solo porque sé ejecutar la partitura sin equivocarme... Pero lo cierto es que no tengo esa chispa con la que tú tocas — se acercó al contrario, poniendo su dedo sobre las hojas —. Tú sientes la música, eres uno con ella y, para ti, no son notas en el papel, sino una melodía que te sale de aquí — volvió a señalar, ahora el pecho del contrario, donde estaba su corazón —. Y eso es lo que quiero aprender, quiero que me enseñes a ser uno con la música, a sentir mis partituras, ¿me entiendes?

— Eso... — Bon se quedó sin habla por un momento —, suena muy cursi — rió casi por instinto ante la explicación del más bajo, quien hizo un puchero.

— ¡Oye! — le dio un ligero golpe —. Tal vez para ti suene cursi porque no te lo crees, pero yo lo he visto, y eso te hace ser un millón de veces mejor que yo.

El moreno lo vio sorprendido, ese chico que apenas lo conocía le tenía en un pedestal del que se negaba a bajarlo por mucho que le asegurara que no era tan bueno. Eso alimentaba su ego, pero al mismo tiempo le avergonzaba ser tan admirado por alguien que le hacía sentir inferior. Raro, ¿verdad? 

— Bueno, no prometo que pueda mostrarte algo tan filosófico como "sentir la música" — marcó las comillas con sus dedos sin mirar al otro —, pero si de verdad crees que con mi ayuda podrías mejorar... Tal vez podamos intentarlo.

— ¡¿De verdad?! — Bonnie juntó sus manos entrelazadas mirando al moreno con una gran ilusión en sus ojos —. ¿Lo dices en serio, maestro?

— D-Deja de decirme así, por favor — se quejó con las mejillas sonrojadas.

— ¡Nunca! Ahora oficialmente eres mi maestro — miró la hora sin escuchar las quejas del contrario y se sorprendió —. Oh, ya va siendo tarde... ¿Te apetece una última canción antes de irnos, maestro~? — sonrió marcando más aquel burlón apodo, escuchando un bufido exasperado del contrario.

— Agh... Está bien...

Desde aquella tarde, ambos chicos decidieron volver a encontrarse en el mismo banco del parque para continuar con sus ensayos secretos. Bonnie no podía sentirse más contento, por fin sentía que tenía un amigo con quien ser completamente fiel a sí mismo sin miedo a ser juzgado.

Mientras no supiera lo mucho que le gustaba desde el primer momento en que lo vio.

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Día 2: Admiración / Ensayo ✅

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