34-Invierno que quema

17 11 1
                                    

Esa noche, cuando regresamos al hotel, me sentí más agotada que nunca. No solo físicamente, sino emocionalmente. El peso de todo lo que habíamos descubierto, y lo que aún quedaba por resolver, era abrumador. Entramos a la habitación en silencio, cada uno cargando sus pensamientos como un equipaje invisible.

Ryan se dejó caer en la cama, mientras yo me quedé junto a la ventana, mirando las luces de la ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que las paredes que había construido a mi alrededor comenzaban a desmoronarse.

—¿Quieres hablar de esto? —preguntó Ryan, su voz baja, casi dudosa.

Suspiré, sin apartar la mirada del cristal empañado.

—No soy de las que hablan, Ryan. Lo sabes.

—Eso no significa que no lo necesites —replicó, su tono suave pero firme.

Me giré hacia él, cruzando los brazos como si eso pudiera protegerme de lo que estaba a punto de salir.

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? No es el caos, ni los secretos, ni siquiera el peligro. Es que contigo... me siento más débil de lo que jamás me he sentido.

Ryan me miró sorprendido, pero no dijo nada, permitiéndome continuar.

—Siempre he sido fría, dura. Es lo que me enseñaron. No confiar en nadie, no depender de nadie. Y, sin embargo, aquí estoy, sintiéndome vulnerable... contigo. —Me mordí el labio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con salir—Eso me asusta más que cualquier otra cosa.

Él se levantó y dio un paso hacia mí, pero levanté una mano para detenerlo.

—Déjame terminar —dije, respirando hondo— Hay algo que no te he contado. Algo sobre mi madre y por qué se comporta como lo hace.

Ryan asintió, dándome el espacio que necesitaba.

—Mi madre... —comencé, mi voz temblando— negoció mi libertad a cambio de enamorarte para acceder a tu casa y conseguir información importante para destruir a tus padres. Esa noche que te conocí no tenía idea de que se trataba de ti. Recuerdo cuando mencionó tu nombre, después de ya conocerte y compartir un día contigo, pero después todo se convirtió en realidad. Olvidé el plan y actué según mis instintos. Lo hizo para protegerse y borrar el pasado. Pero en el proceso... me enamoré de verdad. Por eso actuaba tan errática. Estaba dividida entre mi deber y mis sentimientos. Y ahora, me doy cuenta de que tal vez esa sea mi herencia: amar a alguien y al mismo tiempo desconfiar de él.

Las palabras salieron de mí como un torrente, dejando un vacío en su lugar. Ryan se acercó, sus ojos buscando los míos.

—Kaia... —comenzó, pero lo interrumpí.

—¿Y tú? —pregunté, mirándolo fijamente— ¿Cuántos secretos estás guardando?

Se quedó quieto por un momento antes de suspirar.

—Desde el momento en que te conocí, supe quién eras. Sabía de dónde venías, sabía lo que buscabas. Pero nunca fingí, Kaia. Todo lo que soy contigo es real. Sí, tenía mis razones para acercarme, pero eso no cambia lo que siento.

Sentí como si el suelo desapareciera bajo mis pies.

—¿Sabías quién era yo? ¿Desde el principio? —Mi voz era un susurro.

—Sí —admitió, su tono lleno de sinceridad— Pero nunca usé eso en tu contra. Me importas, Kaia. Desde el primer momento, supe que no eras como los demás. Que había algo en ti que no podía ignorar.

Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar sus palabras. Había tantas cosas que no entendía, tantas capas en esta historia que apenas empezaba a desentrañar. Pero una cosa era clara: con Ryan, nada era simple.

—No sé si puedo confiar en ti —confesé, dejando caer las defensas por completo—Pero ahora mismo, eres todo lo que tengo. Me era difícil mirarte a los ojos sin rencores, sentir con pureza y sin necesidad de fingir. No soportaba mostrarme débil ante alguien, y contigo todo ha desaparecido.

Él asintió, sin intentar convencerme de lo contrario.

—No te pido que confíes en mí, Kaia. Solo te pido que me dejes estar a tu lado mientras descubres todo esto. No tienes que hacerlo sola. Si decides, puedo irme después de descubrir todo.

—No me dejes sola, Ryan. Permíteme sentirme equivocada y confiar en alguien.

Él se tensó por un momento, sorprendido por mi vulnerabilidad, pero luego dio un paso hacia mí. Su presencia, su mirada, todo en él tenía ese efecto desestabilizador que tanto temía y deseaba al mismo tiempo.

—No me iré, Kaia. Nunca he querido hacerlo —dijo con voz firme, pero su tono era suave, como si temiera romperme.

Suspiré y dejé caer la cabeza sobre su hombro. El gesto me sorprendió tanto como a él. No era mi estilo, no era quien yo solía ser, pero ahora, en este momento, no quería ser la Kaia fría y distante. Quería sentir, aunque doliera.

—No quiero que te vayas —murmuré, mi voz apenas un susurro— Aunque debería. Aunque no tenga sentido que te quiera cerca después de todo.

Ryan deslizó una mano por mi cabello, como si estuviera buscando la forma correcta de sostenerme sin atraparme.

—Kaia, nunca quise que esto se convirtiera en algo complicado. Pero tú... tú eres la excepción a cada regla que creí tener. Eres como un acertijo que no puedo dejar de intentar resolver, aunque sé que podría perderme en el proceso.

Cerré los ojos, dejándome llevar por sus palabras, aunque una parte de mí seguía luchando por mantener las defensas altas.

—A veces siento que estoy hecha de sombras, Ryan. Que todo lo que toco se convierte en algo más oscuro, más frío. Pero contigo... contigo es diferente. Me haces sentir cosas que no quiero sentir, porque me recuerdan que soy humana. Y ser humana duele.

Él inclinó ligeramente la cabeza, rozando mi frente con sus labios, tan breve que apenas fue un roce.

—Kaia, tú no estás hecha de sombras. Eres la luz que no sabía que necesitaba. Y aunque seas fría y distante, incluso aunque intentes mantenerme lejos, sé que hay algo en ti que vale la pena proteger. Incluso si eso significa que me queme en el proceso.

Su honestidad era brutal, directa, y precisamente por eso dolía tanto. Me alejé un poco para mirarlo a los ojos, buscando la verdad en ellos.

—¿Y si un día no puedes soportar mi oscuridad? —pregunté, mi voz temblando.

—Entonces me quedaré y aprenderé a entenderla. Porque prefiero vivir en tu oscuridad que vivir en un mundo donde no estés —respondió con una intensidad que me dejó sin aliento.

Lo miré por un largo momento antes de cerrar los ojos nuevamente y apoyar mi frente contra la suya.

—No sé si puedo prometerte nada, Ryan. No sé si soy capaz de darte lo que mereces. Si te exijo que huyas de mí, quédate conmigo sin dudarlo.

—No necesito promesas, Kaia. Solo necesito que me dejes estar aquí, a tu lado. Aunque sea por ahora. Aunque sea en este momento.

Asentí lentamente, permitiéndome, solo por esta noche, dejarme caer en ese abismo de emociones que él parecía aceptar con tanta facilidad. Tal vez mañana volvería a ser fría, volvería a construir muros. Pero ahora, en este instante, quería sentir. Y con él, no había lugar donde esconderme.

"Eres el invierno que quema, la llama que congela; un abismo que atrae y un refugio que asfixia... y aun así, no puedo apartarme de ti."

Alma Oscura [Sombras Del Pasado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora