El invierno había llegado, la navidad se aproximaba y el clima empeoraba, trayendo consigo fuertes corrientes de aire helado.
Los noticieros anunciaban qué una tormenta estaba cerca, causante de fuertes nevadas durante algunos días, por lo que se recomendaba no salir de sus casas hasta que esta cesará. Como el pronóstico climático lo había predecido la tormenta comenzó. Las calles inundadas de nieve bloqueaban el paso de los automóviles, por lo que la única forma de llegar a algún destino era caminar.
La mayoría de los establecimientos públicos se encontraban cerrados. Los Hospitales eran los únicos que se encontraban abiertos, ya que nunca se sabe cuándo puede ocurrir un accidente. A decir verdad era algo inútil mantener un hospital abierto si las únicas calles para llegar a él estaban selladas. Se pretendía que estas fueran limpiadas dentro de tres días e inclusive una semana, pero esto no era un impedimento para Blake.
Blake trabajaba en el Hospital de la ciudad como médico cirujano, así que todos los días tenía que presentarse. El estado climático no era una excusa para faltar. Él, a pesar de su corta edad tenía un sentido de responsabilidad muy grande, que el simple hecho de tener una inasistencia en su expediente le causaba una gran culpa moral.
Preparándose para la travesía de su casa al hospital, Blake se colocó unas botas de invierno, una chamarra gruesa, un gorro que cubría hasta sus orejas y unos guantes que combinaba a la perfección.
Salió de su pequeño departamento y el frío golpeo su cara, dejándole una sensación de adormecimiento. Dándole menor importancia comenzó a caminar en dirección a su destino, sus pies se enterraban en el espeso suelo dándole trabajos para avanzar. Tras varias zancadas muy largas logró recorrer algunas cuadras, y en el menor tiempo de lo que él esperaba ya estaba enfrente de su trabajo; que a decir verdad no lo veía como un sufrimiento sino como una pasión, algo que amaba hacer.
Cruzó la puerta con alivio y la sensación de calor recorrió su cuerpo, sacudió la nieve que se encontraba en su ropa y frotó sus manos con el fin de generar un poco de calor.
- Buenos días Blake, ¿qué tal el frío? - pregunto una chica pelinegra, que tenía el puesto de secretaria.
- ¡Están cayendo pingüinos, es algo asombroso! Nunca había sentido tanto frío - exclamó el chico sentándose en la sala de espera, que se encontraba justo a un lado del mostrador donde se registraban los pacientes.
- Si, comparto la misma idea. Escuche en el noticiero que nunca se había registrado algo así desde hace años ¿quieres un poco de café?
- Si me vendría bien algo caliente, tal vez descongelen mis órganos. Ese frío me dejo como paleta de hielo.
- Me lo imaginó, espero que no pilles una gripe, conociéndote te tendríamos todos los días aquí con fiebre - dijo tendiéndole una taza de café, la cual recibió y enseguida dio un sorbo - estos días estarán vacíos, si acaso llegara una embarazada, pero no es cosa que una enfermera no pueda resolver.
La puerta se abrió mostrando una chica llena de nieve, con lágrimas en los ojos. Consigo traía a alguien en brazos, y no era un bebe, era otra chica que a Blake se le hacía conocida.
- No es momento de estar buscando parecidos en los pacientes, ellas esta lastimada y necesito ayudarla - pensó Blake, caminando hacia la entrada donde se encontraba la chica para examinarla.
Ella entró por completo al hospital y entre sollozos comenzó a hablar.
- Uh.. Hace unos minutos llegue a casa de Rainbow - el nombre de Rainbow retumbó en los oídos de Blake - Fui a visitarla y la encontré desmayada en el suelo y.... Junto a ella había un frasco de pastillas. La tome como pude y la traje caminando porque las calles estaban bloqueadas - Seco sus lágrimas que recorrían sus mejillas pero esto fue en vano ya que nuevamente estas se empaparon.
Blake corrió en busca de una camilla para la paciente, la llevo a la entrada y con delicadeza coloco a la chica en ella.
Se veía tan frágil, tan indefensa, que el simple echo de que Blake pensara que ella decidió acabar con su vida le causaba escalofríos.
Llamaron a varias enfermeras, qué junto con el chico condujeron a la paciente a emergencias, donde hicieron su trabajo.
Blake conocía a esa chica, y de eso estaba más que seguro.
Un nudo en la garganta se le formaba al pensar en la posibilidad de no poder salvarla. Aquella pelirroja era su ex compañera de la universidad.
Pero era más que eso, él había logrado quererla demasiado. Tenía que salvarla a toda costa.
Rainbow, fue o sigue siendo el primer amor de Blake.
Ella era la persona que lo ponía nervioso con una mirada.
La que su voz era la única donde su nombre sonaba único.
La que invadía sus pensamientos.
Aquella que le quitaba el sueño por las noches.
Y que a pesar del tiempo no la podía olvidar.
Y aunque nunca fueron nada más que amigos por el miedo de perderla, ella fue su primer amor.
Y verla en la manera como ella estaba, para Blake era desgarrador.
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Psicofonías de amor
RomanceRainbow no despierta. Blake está hecho pedazos. Su amor es tan grande que rompe barreras aunque no estén juntos. Pero ¿Realmente romperá está? Todo cambiara al descubrir el mensaje de la psicofonía. Las psicofonías de amor. Historia corta. Todos lo...