white mustang ─ checo pérez

diez

La noche estaba siendo eterna, con algunas bromas de Daniel junto a Amelie. Ambos se habían adueñado de mi cama completamente, ok, podría aceptar que Daniel durmiera porque tenia un día duro por delante-aunque no entiendo porque vino-. Pero Amelie se había adueñado del pequeño sillón que había a un lado de la cama, dejándome o simplemente haciéndome dormir al lado de mi hermano.

—Daniel, muévete.—Lo empuje a un lado de la cama para que se corriera, me estaba resultando bastante incómodo, literalmente estaba ocupando un 75% de la cama mientras que el 25% estaba yo arrinconada.

—Tu tienes el piso, ve allí.—Me empujo un poco haciendo casi caer al piso, pero yo iba a poner resistencia iba a dormir en una plataforma suave si o si.

—Tu tienes una habitación de hotel para ti solo, ¿Por qué tu no vas a allí?

—Agh.—Se incorporo un poco para después sacarme la almohada que estaba abrazando para ponerla como una muralla entre nosotros.

—Es absurdo, hemos dormido juntos la mayor parte de nuestras vidas.—Cuando éramos pequeños y nuestros padres no querían tener muchos gastos en nosotros simplemente nos hicieron compartir cama, dormimos juntos desde los 4 a los 10. Después obviamente mi mamá dijo que yo necesitaba privacidad y mandaron a Daniel a otro cuarto.

—Pero es que tu pegas patadas.

—¿Tu no?

—Yo me puedo controlar —repitió Daniel con una sonrisa petulante, dándome un ligero empujón con el codo para reclamar aún más espacio en la cama.

—Eso es mentira, y lo sabes. ¿Te acuerdas de cuando me empujaste de la cama porque soñabas que te perseguían unos pingüinos? —Le lancé una mirada incrédula mientras intentaba, sin éxito, recuperar algo de terreno en mi propio espacio.

—No puedes usar mi subconsciente contra mí. Eso no cuenta.

—Sí cuenta, y sabes que sí —respondí, dándole un codazo.

—¿Se puede saber por qué están peleando como niños de cinco años? —interrumpió Amelie desde el sillón, con una sonrisa burlona mientras revisaba su teléfono.

—Porque Daniel no entiende el concepto de espacio personal —contesté de inmediato, cruzándome de brazos.

—Porque Bianca no entiende que esta cama es mía ahora —replicó él, lanzándome una mirada de desafío. Lo mire con una fingida indignación.

Amelie soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—Ok, pero ¿alguien me explica por qué Daniel no está en su propia habitación? Porque según recuerdo, tú tienes una, ¿no, Ricciardo?

—Tu también no deberías estar aqui.—Daniel la miro con una sonrisa desafiante, pero Amelie no se inmuto.—Solo vine a asumir mi responsabilidad como el hermano mayor y decidí quedarme aquí para cuidar de Bianca —respondió Daniel con tono dramático, como si estuviera haciendo un sacrificio heroico.

—Ajá, claro, "cuidar de Bianca". —Amelie arqueó una ceja y luego añadió, divertida—. Más bien parece que solo querías tener una excusa para molestarla.

—¿Ves? Alguien me entiende —dije, señalando a Amelie.

—De hecho, lo hice porque no quería que nadie molestara a Bianca, especialmente alguien cuyo nombre empieza con L y termina con "ando". —Daniel enfatizó el nombre de manera exagerada, lanzándole una mirada significativa a Amelie.

Ok, no estaba entendiendo ¿Lando?

—¡Daniel! —exclamó Amelie, arrojándole un cojín que él esquivó con facilidad.