-Puedes hacerlo, pero antes de morir, bésame.

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POV: SALVATORE

Las brasas del fuego calentaban mis manos. Alejado de todos, pensaba en lo que había pasado en el día, era caótico en su totalidad.

Tenía que hacer guardia a una gran distancia del campamento improvisado, pero estaba bien así, necesitaba un momento a solas.

Mantenía sobre mis hombros la gran y gruesa capa de lana que me abrigaba. Creía que lo peor era bañarme en temperaturas tan bajas, pero eso solo era un chiste comparado con todo lo que venía después.

Aun algún mechón de mi cabello goteaba y mi nariz estaba congelada. Sentado en un campo de flores a mitad de la nada, solo deseaba cubrirme con sabanas calientes y que los brazos de una pelirroja me rodearan mientras estaba recostado en su pecho.

Me recostaría en el césped en algunos minutos, pero antes deseaba escribirle, sabía que estaba llena de ocupaciones. Me levanté para conseguir una hoja de papel, pero algo cambio en el aire. Mis sentidos se colocaron alerta.

La brisa se quedó quieta y las hojas en la copa de los árboles dejaron de caer. El leve olor a almendras cubrió mi alrededor. Un sentimiento amargo lleno mi ser... Genevieve.

De pie frente a mí, estaba una mujer con los brazos cruzados encima de su pecho y una mirada cansada, su media sonrisa se convirtió en una mueca. No dude que fuese Genevieve, solo lo sabía.

Antes de que alguno diese un paso para acercarse o mencionar cualquier detalle, me tome el atrevimiento de hablar primero.

—Creía que estabas ocupada.

—Estoy ocupada, pero también agotada—admitió, mirando nuestro alrededor—Mis ojos están cansados y cada pequeña parte de mi cuerpo duele. Tal vez esta sensación sea parecida a la muerte que tanto me ha costado aceptar... ¿Solo por hoy podríamos abrazarnos en silencio?.

— ¿Por qué en tus labios parecen sacrificios estos actos tan simples que haría por ti?—pregunte, dando un paso hacia ella— Ven a mí, tal vez en medio de esta neblina ambos podamos tener calidez.

Di un paso al frente mientras extendía ambas manos. Genevieve camino hacia mí, rodeando con sus brazos mi cuello y atrayéndome hacia ella.

Abrace su cuerpo, colocando mi cara en la curva de su cuello y levantándola mientras comenzaba a caminar.

—¿Ha pasado algo que deba saber?

—Solo deseo que mis pensamientos estén al límite, tal vez en tus brazos pueda frenar el tiempo— respondió en voz baja, mientras sus manos se deslizaban por mi espalda— Tal vez, todo sea posible si cierro los ojos ahora mismo.

—Oh Gen, si supiese detener el reloj de arena que controla nuestros días, no tendríamos que preocuparnos por los segundos, ni que el tiempo pase en vano o que en tu cabello sigan apareciendo mechones blancos.

—Creía que te gustaba mi cabello. ¿Algo ha cambiado?

—No, nada ha cambiado de mis preferencias y fascinaciones. Pero solo pienso que haría si el tiempo pudiese detenerse.

Genevieve se separó algunos centímetros de mí, mirándome a los ojos mientras sus manos acunaban mi rostro.

— ¿Qué harías si el tiempo pudiese detenerse?— su voz era solo un pequeño sonido entre la corta distancia de nuestras bocas— ¿Quieres saber qué haría yo?

Genevieve rozo nuestras bocas, pero antes entrelazo sus piernas en mis caderas. Sus dedos se enredaron en mi cabello y nuestros labios se unieron en un lento beso. Cada parte de nuestro cuerpo se llenó de calor mientras nuestras bocas estaban juntas.

El corazón de una bruja malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora