Seng se encontraba en la oficina de Saint. Esa mañana llegó decidido a conseguir su objetivo
—Todo tiene un límite. Siento que en esta empresa no se me trata como corresponde. Todo este tiempo me mantuve como una tumba, y nadie lo tiene en cuenta.
—Seng, justo estaba por llamarte. Claro que te tengo en cuenta. Estuve viendo la planificación del próximo trimestre y quiero poner en marcha un viejo proyecto que tengo —respondió Saint.
—¿Un programa nuevo?
—Exactamente. Te he estado observando. Reemplazaste a Rebecca y creo que serías perfecto para conducir este programa. La empresa tiene que expandirse, y no puedo dejar el éxito en manos de solo unas personas.
—No, además Rebecca es muy... inestable, ¿no?
—Rebecca es lo que es, y funciona. Pero no es lo único que hay en el mercado. En la próxima semana nos reuniremos para cerrar los detalles.
Seng salió de la oficina y se encontró con Freen en el pasillo. La llamó, pero esta lo ignoró. Entonces la siguió hasta su camarín.
—¿Por qué te vas cuando te estoy hablando?
—Después de lo de anoche, no tengo nada más que decirte, Wichai.
—Estás siendo muy injusta conmigo, no lo merezco. ¿Sabes qué? No aguanto más. Esto se terminó, me voy.
Al salir de la habitación, Seng casi chocó con Rebecca, quien se había acercado para intentar oír la charla que mantenía la pareja. Freen la miró e intentó disimular sus lágrimas, pero cerró con fuerza la puerta y se largó a llorar.
Rebecca estaba decidida a saber qué había ocurrido entre la verdadera Armstrong y Sarocha. Primero intentó que Beer le brindara esa información, pero los intentos fueron en vano.
Freen entró a la sala de maquillaje hecha un desastre. No se había percatado de que la maquilladora tenía lágrimas en los ojos y parecía haber estado llorando.
—Nam, concéntrate. No sé cómo lo harás, pero tienes que hacer que no se note lo mal que la estoy pasando.
—¿Te has dado cuenta de que no estoy bien? También la estoy pasando mal. Freen, te lo digo como tu amiga: alguna vez debes correrte del centro y ver qué sucede alrededor.
Con eso, la maquilladora salió de la habitación dejando a la periodista sola. Mientras tanto, Rebecca y Richard revolvían el camerino buscando algo que ayudara a aclarar lo que había pasado entre Freen y Armstrong.
—¡AQUÍ! —exclamó Richard, señalando una caja fuerte que había encontrado en un mueble.
La sacaron del lugar y la colocaron sobre la mesa. Rebecca bajó las persianas de las grandes ventanas de la habitación. Probaron varias contraseñas, pero nada funcionó. Richard le dijo que se lo dejara en sus manos, que él se encargaría de buscar la contraseña y abrir la caja.
Ese día, el programa salió espantoso para los productores. Si bien el rating fue alto porque Rebecca le dedicó palabras de amor a Freen, cometió varios errores con las noticias que debía presentar. La vuelta a casa de Freen fue silenciosa.
—Gracias —dijo Freen, sin quitar la vista de la ventana.
—¿Y eso por qué?
—Por lo de hoy. Gracias. Fue un desastre.
—Para eso estoy, somos compañeras —respondió Rebecca, regalándole una sonrisa mientras detenía el vehículo y le ofrecía su abrigo.
A pesar del buen momento, al entrar al hogar Freen fue directo a su habitación, rechazando la propuesta de pedir delivery.
Llamó a Seng, pero este le dijo que había sido muy claro esa tarde y no tenía nada más que decir. Luego intentó llamar a su amiga, pero esta no respondió el teléfono. En ese momento Rebecca ingresó a la habitación con dos bowls de ramen.
—Preparé la cena.
—Seng no está.
—Uno es para mí.
—Gracias.
—Está caliente y quema.
—Ya lo sé. No te lo voy a tirar. Gracias nuevamente.
Freen le regaló una sonrisa sincera y probó la comida.
Al día siguiente, Rebecca y Richard se encontraban en el camerino investigando sobre el pasado de la verdadera Armstrong. Pop los observaba por la ventana mientras marcaba el número de Natasit.
Tiempo después, Natasit irrumpió como un tornado en la oficina de su padre.
—O Rebecca vuelve a casa o salgo en todos los medios contando mi verdad.
—¿Qué rayos estás diciendo? ¿Te has vuelto loco?
—Lo que has escuchado, padre. O Rebecca vuelve esta noche o cuento la verdad.
—Okay, dame tiempo. Ella va a regresar a tu casa, pero necesito tiempo para dialogar.
—Tiene que regresar esta noche.
Con eso, Natasit dejó la oficina. Saint llamó a Beer y le pidió que se encargara de hacer que Rebecca volviera a su casa con su hijo.
—Rebecca, tenés que volver a tu casa con Nat. Hoy.
—Beer, habíamos quedado que podía quedarme con Freen. No puedo mentirle a Nat, no me siento cómoda. No puedo ir; se va a dar cuenta de la mentira.
Rebecca intentó prender un cigarrillo mientras conversaba con la productora. Esta tomó el cigarrillo y lo arrojó al suelo para luego pisarlo. Beer miró a Patricia, quien la observaba con el entrecejo fruncido.
—Me estoy volviendo loca. No puedo fumar, no puedo volver a mi casa, no puedo hablar con mis amigos. Tengo que vivir en un lugar donde no me siento cómoda. La gente me odia. ¡NECESITO un cigarrillo, por favor!
—No. Déjame recordarte que Rebecca Armstrong no fuma. Es alérgica al cigarrillo.
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Más Allá del Éxito FreenBecky
General FictionEn un mundo donde la noticia es la única estrella, Patricia, una mujer común, intercambia su vida con Rebecca, la mujer más exitosa del país. Sumergida en un entorno lleno de trampas, traiciones y venganzas, Patricia debe encontrar su verdadera iden...