Capítulo 4.

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Era un día soleado en el patio de recreo de una escuela, donde niños de 5 a 6 años jugaban y correteaban alegremente por el lugar, sus risas y gritos de diversión llenaban el aire, mientras se perseguían unos a otros, se balanceaban en los columpios y escalaban las estructuras de juego.

Un poco alejado del bullicio del patio, en un rincón tranquilo, había un niño de cabello negro con anteojos que estaba sentado en el suelo, leyendo tranquilamente un libro. No parecía tener interés en unirse a los demás niños en sus juegos. La concentración que tenía en el libro parecía absoluta, como si el mundo a su alrededor no existiera para él.

De repente, un pequeño balón de fútbol rebotó hasta llegar a su lado, interrumpiendo su lectura y captando su atención, levantando la vista del libro y miró a su alrededor, tratando de identificar de dónde había venido el balón. Sus ojos se posaron en un niño de cabello castaño que se acercaba a él rápidamente, con una expresión de disculpa en su rostro.

El niño de anteojos, suponiendo que el balón pertenecía a ese niño castaño, lo recogió y esperó a que llegara.

-Perdona, ¿Me puedes devolver el balón?- pidió el niño castaño con una sonrisa amistosa en su rostro.

-Claro, pero para la próxima, ten más cuidado con dónde pateas.- respondió el niño pelinegro con una leve molestia en su mirada y extendiéndole el balón hacia su contrario.

-Gracias.- agradeció el otro niño al recibir su balón.

El niño de cabellos negro asintió y regresó a su lectura, sumergiéndose nuevamente en las páginas de su libro. Sin embargo, el niño castaño no se movió del lugar y lo observaba con curiosidad.

-¿Porqué no estás jugando?- preguntó con una inclinación de su hacia un lado.

-No me llama la atención. Prefiero seguir estudiando para ser un gran científico algún día.- respondió sin apartar la vista de su libro.

El de cabellos castaño soltó una risa ligera y comentó... -Parecerás más a un nerd con un cerebro enorme en el futuro.-

Sus palabras hicieron que el niño de anteojos frunciera el ceño, claramente molesto por la burla -Bueno, al menos no seré un gorila sin neuronas como tú.- replicó con un tono de voz que intentaba mantener la calma pero claramente estaba irritado.

Por un momento, ambos se miraron con miradas de enojo, como si estuvieran evaluando las intenciones del otro...

-... Jajajajajaja.- de manera sorpresiva, ambos soltaron una carcajada al encontrar divertida la situación y sus propios comentarios.

-Jajajaja, me llamo Raizaki Ryuga.- se presentó el niño castaño, ahora conocido como Ryuga, extendiendo su mano en un gesto amistoso.

-Y yo soy Katsuragi Sento.- respondió el niño de anteojos identificado como Sento, estrechando la mano de Ryuga.

Ese simple gesto marcó el comienzo de una amistad que perduraría a lo largo de los años. Una amistad que superaría las diferencias y crecería con el tiempo.

... Hasta el fatídico momento que cambiaría todo para ambos.

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Journey Through The New DecadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora