two

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Llega hasta mí y se queda parado justo en frente. Trae una sexy camisa negra desabotonada hasta el tercero que se ajusta a su abdomen, las mangas están remangadas hasta los hombros y ese aspecto rudo lo hace más irresistible, unos jeans negros ajustados y unos botines cafés.

— Hola— dice con su ronca, lenta y precisa voz. Soy capaz de saborear un vestigio de sensualidad.

—Hola— le contesto con seguridad.


Sonríe al igual que yo y se dirige al taburete de a lado. No despega su mirada de mí. Se sienta y lame sus labios.

—¿Qué pediste? — susurra. Sin permiso se inclina en su lugar, quedando a centímetros de mi rostro. Puedo inhalar su aroma varonil que desprende su perfume. Y me encanta. No pierdo de vista que los segundos que ocupa para tomar mi tarra, los aprovecha para dirigir sus ojos a mi descarado escote.

Joder. 

Me siento incómoda por dentro y reprimo todas mis ganas de hacer una mueca.

—¿Cerveza? — pregunta después de darle un sorbo—, creí que a las chicas no le gustaban este tipo de bebidas. — confiesa con un destello de diversión en su mirada.

Me inclino a su rostro y le quito mi tarra de las manos, poniéndola en su lugar anterior.

—No es de mis bebidas favoritas, sin embargo; no está mal. 

Sonríe con travesura. 

—Te ves muy bien. — dice con la voz ronca, tan rasposa que siento como mi piel se eriza. Me toma unos segundos para no sacar todo el aire en un segundo, cuando pasa sus ojos minuciosamente por todo mi cuerpo.  Lo hace sin descaro. Siento una corriente eléctrica pasar por mi cuerpo. Debe de ser la adrenalina de estar con un jodido hombre lleno de testosterona..., ¿cierto? 

—Igual tú. — es lo único que digo.

Pasa su lengua por su labio inferior humedeciéndolo con el mayor atrevimiento. Siento sensaciones en mi estómago, un revoloteo. Pide un vodka con jugo de naranja y después de minutos tomándoselo, hablamos de qué tal está el lugar. Concordamos de qué no está mal, y él hace una mención que me hace pensar las cosas; dice que le gustaría visitarlo frecuentemente.

—Vamos a bailar. — me invita segundos después de terminar su trago. Veo como se levanta y que su cuerpo trae más adrenalina que antes, los efectos del alcohol están.. alegrándolo. Mas no está ebrio.


Sin que pueda contestar me toma de la mano arrastrándome a la pista de baile. El calor corporal de todos los presentes aquí,puedo sentirlo en mi cuerpo. Decido tomarlo del brazo y llevarnos más alejados. Simplemente no podría estar sintiéndome abochornada a causa de todos los cuerpos sudorosos. Es una sensación que me incómoda. Él en cambio, sin notar aquello, se pega más a mi cuerpo con la sonrisa más coqueta que pudiera mostrar. Ha interpretado nuestro alejamiento como una invitación por más privacidad.  

Sus manos están en mi cadera firmemente y las mías acarician su cabello, despeinándolo un poco. Bailamos al ritmo de la música y muevo mis caderas sensualmente, él acompaña ese movimiento. De vez en cuando, nuestros cuerpos chocan jugando a tentarnos. Siento un calor peligroso instalarse en mi cuerpo. Acerca su cabeza a mi cuello y aspira con fuerza. Muerdo mi labio con orgullo. Son tan débiles ante la carne.


—Hueles muy bien. — susurra sensualmente en mi oído. Pongo mi mano en su pecho, acariciándolo discretamente. Sinceramente, estoy disfrutando de esto. Es un hombre apuesto, tan atractivo que es una amenaza. Y él lo sabe y lo aprovecha bien. Tiene ese encanto para engatusar a cualquiera y caer en su garras de seducción —. Te ves jodidamente bien. — gruñe en mi oído. Las sensaciones que estoy sintiendo son peligrosas, mas puedo controlarlas. Siento su mirada por todo mi cuerpo y me pega más a su anatomía. Más que un baile siguiéndole el paso a la música, se ha vuelto un juego de seducción en el limbo de una zona prohibida. 

Karma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora