Día #6: "También existimos nosotros, las segundas opciones."

286 28 0
                                    

Siempre ha sido así, ¿sabes? Es decir, todo el tiempo he estado consciente que soy un simple relleno para esos momentos en los que la soledad te invade. Para esos momentos en los que la primera opción no está disponible. A veces es un fastidio, pero solo a veces. En cuanto a la mayoría del tiempo, me conformo. Es la única manera en la que puedo estar cerca de ti y si solo me toca alimentarme con tus migajas, entonces estará bien, porque son tuyas y con eso me basta.

—¿Te sientes bien?—me preguntaste hoy.

—Si—respondí.

—No, no lo estás.

Y entonces pensé: Lo sabes, entonces... ¿Por qué me lo preguntas?

Sin embargo, luego agregaste:

—¿Qué sucede?

—No sucede nada, estoy bien—y me quebraba por dentro. Como siempre.

Y después de eso, te limitaste a aceptarlo, sonreíste y a sabiendas que me sentía un asco continuaste como sin nada. Eso era lo que yo esperaba que sucediera. No era eso lo que yo quería que pasara. Es algo irritante a veces, porque lo que quiero por dentro es que me sigas insistiendo, que me preguntes hasta el hostigamiento qué es lo que me pasa y que por rabia o rendición te responda qué es lo que siento realmente. Sin embargo no sucede, y no entiendo si es que realmente no te importo, o es que no soy lo suficientemente bueno como para ser tu segunda opción.

Es curioso que me suceda esto. Muchas veces las personas me han pedido un consejo para situaciones como ésta, y se los he dado. Luego vienen y me cuentan que las cosas han mejorado gracias al consejo que les di y me alegro por ello. Ahora caigo en cuenta que soy un asco de persona porque no puedo seguir mis propios consejos y solucionar esta muerte agónica que me destruye por dentro. Doy por sentado que es más fácil solucionar los problemas de los demás que mis propios problemas.

Sé que esto está mal. Sé que me estoy haciendo más daño que bien, soy consciente que le hago daño incluso a la persona que realmente amas, tengo más que presente que eso me convierte en una mala persona y sin embargo no puedo detenerme. Es tan jodidamente adictivo que comienzo a pensar que me importaría poco cultivar demonios en mi interior con tal de tener un poco de ti. Solo un poco...

¿En qué clase de idiota me estaré convirtiendo?

Pero así somos las segundas opciones. Callamos tanto que al final nos convertimos en mudos. Lloramos tanto que al final esta acción se convierte en deporte, y nos lastiman tanto que al final nos destruyen más de lo que nos construyen. De esta manera es difícil luego convertirse en la primera opción de alguien, y cuando eso sucede, somos personas inseguras porque ya estamos rotos por dentro.

—Hoy estaré bien— me dije a mi mismo en silencio.

Y como siempre, mentí.

Valium (Un ensayo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora