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Mia estaba tirada en el sillón con un mate frío al lado y su gata, Lola, clavándole las uñas en la pierna. La tele estaba prendida en un programa de fondo, pero su atención estaba fija en Twitter, donde se debatía sobre las estrategias de McLaren en la última carrera. Como buena fanática de la Fórmula 1 (y experta en criticar tirada desde el sillón), tenía una opinión lista.
"Entre Lando y Piastri hacen magia en pista, pero los de boxes están manejados por mi gata. ¿Cómo puede ser que siempre caguen las paradas? Lando, llamame si querés que los organice yo."
Lo escribió, lo publicó y siguió chusmeando sin más. Pero unos minutos después, las notificaciones empezaron a explotar. Primero pensó que había metido algún error de ortografía y la estaban bardeando, pero cuando vio que Lando Norris le había contestado, casi se atraganta con el mate.
"Acepto tu oferta, pero que sepas que soy exigente con los mates."
El grito que pegó resonó por todo el edificio. La gata salió disparada y ella, como loca, le mandó captura a su mejor amiga, Cami, por WhatsApp.
—¡Boluda! ¡Me contestó Lando! —dijo en un audio que salió más agudo que normal.
La respuesta llegó rápido.
—¿Qué decís? A ver, mandame mas pruebas, no te creo ni un poco.
Mia le pasó el tuit y, acto seguido, recibió una llamada.
—¡JULIETA! ¿Qué mierda es esto? ¿Cómo te contestó este tipo?
—No sé, flaca, pero estoy que me infarto.
Cami empezó a reírse.
—Pará, pará... ¿y ahora qué hacés?
—¡Qué voy a hacer! Nada, ¿qué querés que haga?
—Mandale mensaje boluda. ¡Mandale algo!
Jules se tapó la cara con las manos.
—No, ni loca. Ya fue, se rió un rato y listo. Además, ¿qué le voy a decir? "Hola, soy Miaaa, soy de Argentina, te banco más que tu equipo."
