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Charles estaba esperando afuera de la tienda, apoyado contra su Ferrari, con una sonrisa nerviosa en los labios. No era la primera vez que salía con su mejor amiga, pero hoy algo era diferente. Hoy tenía un plan. Quería mostrarle un lado de él que hasta ahora había mantenido oculto.
Cuando la vio salir, sus ojos se iluminaron. Ella llevaba unos lentes de sol enormes y una sonrisa que lo desarmaba. Él le abrió la puerta del auto con un gesto galante, algo que normalmente no hacía, pero hoy estaba decidido a hacer las cosas bien.
—¿Qué te pasa? —preguntó ella entre risas—. Estás demasiado caballeroso hoy.
Charles sonrió, cerrando la puerta detrás de ella antes de rodear el auto y subirse al volante.
—Nada, simplemente quiero que te diviertas hoy —respondió mientras arrancaba el auto.
Habían planeado un día tranquilo, o al menos eso creía ella. Charles, sin embargo, había estado pensando en este momento por semanas. Sabía que si iba a dar el paso de confesarle lo que sentía, tenía que ser especial. Quería que ella se sintiera como una reina, que viera el lado más atento y considerado de él.
Primera parada: compras.
Entraron a una tienda de ropa de lujo que Charles había seleccionado con cuidado. A ella le encantaba la moda, y él sabía que no había mejor forma de comenzar el día que llevándola a elegir algo que le encantara.
—No tenías que traerme acá, ¿eh? —dijo ella, mirando alrededor con los ojos brillando de emoción, aunque intentando disimularlo.
—Lo sé —respondió él, encogiéndose de hombros—. Pero quiero que te diviertas. Elegí lo que quieras, yo invito.
Ella lo miró sorprendida, y él simplemente sonrió, tratando de ocultar los nervios que sentía. Mientras ella recorría la tienda, Charles no pudo evitar quedarse observándola. La forma en que su sonrisa se ensanchaba cuando encontraba algo que le gustaba, la manera en que se mordía el labio mientras examinaba las telas. Cada pequeño gesto lo volvía un poco más loco.
Finalmente, después de probarse varios conjuntos, ella salió del vestidor con un vestido negro que le quedaba perfecto.
—¿Qué te parece? —preguntó, dándose una vuelta frente al espejo.
Charles se quedó sin palabras por un segundo. La visión de ella en ese vestido, sonriendo de esa manera, casi le robaba el aire.
—Te ves increíble —dijo finalmente, su voz un poco más grave de lo usual.
Ella sonrió, feliz con el cumplido, y regresó al vestidor para cambiarse. Mientras esperaba, Charles respiró hondo. El día recién empezaba y ya sentía que su corazón le latía demasiado rápido.
Segunda parada: almuerzo.
Decidió llevarla a uno de sus restaurantes favoritos, uno que ella aún no conocía pero que él adoraba por su ambiente íntimo y relajado. Al llegar, le abrió la puerta con una sonrisa.
—Este lugar es una joya escondida —le dijo, guiándola hacia una mesa en la terraza, con vistas al mar—. Siempre pensé que te gustaría.
Ella se sentó, mirando alrededor, impresionada.
—Esto es hermoso, Charles. De verdad, no tenías que hacer todo esto.
—Quiero que te sientas bien —respondió él, acomodándose frente a ella—. Y... bueno, también quería pasar tiempo con vos. Solos.
El comentario hizo que ella lo mirara con curiosidad, pero no dijo nada. Mientras disfrutaban de una comida deliciosa, charlaron como siempre, pero Charles se sentía más consciente de cada palabra, de cada gesto. La conversación fluía naturalmente, pero él estaba atento a cada oportunidad para mostrarle cuánto le importaba.
Cuando el postre llegó, Charles sabía que el momento estaba cerca. Se inclinó un poco hacia adelante, mirándola a los ojos.
—Quería decirte algo —dijo, y notó que ella lo miraba con esa mezcla de curiosidad y ternura que lo desarmaba por completo—. Sé que somos mejores amigos, y que siempre lo hemos sido, pero últimamente... no puedo dejar de pensar en vos de otra manera.
Ella se quedó quieta, sorprendida. Charles respiró hondo y continuó.
—Hoy... hice todo esto porque quería mostrarte que para mí, sos más que una amiga. Quiero que lo sepas. Me encantaría que fueras algo más.
El silencio se instaló entre ellos por un momento, mientras ella procesaba lo que él acababa de decir. Charles sintió que el corazón le latía con fuerza, esperando su respuesta.
Finalmente, ella sonrió suavemente.
—Charles... —empezó, pero él la interrumpió.
—No tenés que responder ahora. Solo quería que lo supieras.
Ella sonrió de nuevo, pero esta vez su mirada tenía algo distinto, algo que hizo que Charles sintiera una chispa de esperanza.
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