Capítulo 5

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El paisaje estaba plagado de bellezas, al frente, una hermosa playa con aguas cristalinas y arena blanquecina. A sus alrededores, cabañas acogedoras hechas de madera con enredaderas trepando hasta alcanzar el techo. Levantó su vista. El sol se ocultaba bajo el mar, tiñendo el cielo de un rosado pálido junto a un naranja opaco; pero no triste. Los reflejos del rey estrella se distinguían a través del mar turquesa como pinceladas irregulares de un artista principiante. Los cuervos sobrevolaban la tierra en busca de un hogar, o al menos un refugio.

¡Oh qué buena es la vida! Pensó Sherae cerrando los ojos y aspirando el aroma de las exóticas flores cercanas a ella. Debería apresurarse a colocar los preparativos, los invitados empezarían a llegar y era de suponer que estarían emocionados.

Pausó su momento de reflexión y aprecio. Regresó a la cabaña en busca de Clary, no obstante ella estaba muy ocupada intercambiando miles de bacterias a través de su boca junto a su novio. Tal vez debió quedarse fuera. Carraspeó y tosió falsamente frente a la pareja y nada.

Inmediatamente le llegó una extraordinaria idea. Se encaminó hacia la cocina. Obtuvo un vaso y lo llenó de agua. Volvió al lugar que anteriormente la pareja se encontraba y derramó completamente el vaso lleno de agua sobre las cabezas de sus amigos. No pudo evitar reírse a carcajadas. Por instinto, empezó a correr al notar sus caras. Se escondió tras la primera puerta que cruzó su camino. Inspeccionó el lugar, estaba en el baño y sintió cómo sus amigos intentaban empujar la puerta, sin embargo ella evitaba el paso con toda la fuerza que empleó, se dispuso a buscar la manija para protegerse. Mierda, las puertas de los baños no tienen seguridad, es decir que no podía quedarse trancada en el baño hasta que aquella pareja no sintiera ira por lo sucedido. Este era su fin.

Una típica historia romántica. Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora