Capítulo 6

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Tal vez la iluminación no era la mejor, sin embargo a la pareja que conversaban sentados en un escalón, no les molestaba en absoluto. Se centraban totalmente en las palabras que se dirigían. Ella no pudo evitar sentirse nerviosa, pues ¡Jos Canela le cortejaba! Ambos se miraban con timidez y ternura, era un momento mágico donde nada importaba.

Un "click" la tomó por sorpresa mientras ella estaba distraída evitando toparse con la incómoda mirada de él.

-¡Hey! ¡Bórrala!- vociferó ella.

-No, ¿Por qué lo haría? Sales hermosa- respondió divertido sosteniendo en alto aquel aparato.

Las mejillas de la chica se tornaron de un rojo carmesí, intentó disimularlo centrándose en otra cosa, como por ejemplo, tomar el celular.

Al ver que ella estaba por alcanzarlo, se paró aún con el dispositivo en mano, lanzó una sonrisa traviesa y la miró desafiante. La muchacha pelinegra se cruzó de brazos al intentar sin efecto alguno, obtener y eliminar la dichosa foto.

Noelle se quedó mirándolo de una manera amenazadora.

-Okay, está bien- alzó él ambas manos –la borraré, pero con una condición- desafió.

-¿Qué condición?- preguntó ella alzando una ceja.

-Que nos tiremos al menos diez fotos juntos para inmortalizar el momento- prosiguió victorioso.

-Está bien- resopló.

-Uau qué fácil de manipular- bromeó él.

-Al menos no intenté cortarme las pestañas y ser descubierto en el intento- prosiguió ella con una sonrisa de victoria.

-Ha ha ha- fulminó con la mirada -¿Trato?-

-Trato- afirmó

-Pues empecemos- sugirió el cejón.

Ambos sacaron sus celulares, primero que nada conectaron redes sociales para poder contactarse en caso de que los números telefónicos se perdieran, luego empezaron con su improvisada sesión fotográfica. No faltaban las caras graciosas y unos que otros besos, en la mejilla, claro está.

Ella se encontraba feliz, muy feliz.

Un brillo en sus ojos se hacía presente.

No existía un mundo distinto a este, sólo se encontraban esas dos personas que acaban de conocerse sintiendo una hermosa conexión.

-Listo, ahí tienes mi parte del trato- anunció ella luego de unas trece fotos -debes eliminar la foto-

-Aha claro- respondió él distraído admirando las recientes fotografías. Tenía planeado subir al menos una a alguna red social.

-Lo digo enserio- replicó.

Al ver que éste no le hacía caso, buscó su móvil y le tiró una foto, asegurándose de que aquel aparato emitiera un sonido.

-Estamos a mano- proclamó ella con una gran sonrisa.

-¡Ey! Eso es trampa-

-No, eso no es trampa- negó aún con la sonrisa.

-Aunque no me molesta en absoluto que tengas un maravilloso recuerdo de tu amor platónico-

-Uf qué ego, señor galán-

Ella notó el momento de vulnerabilidad y lo aprovechó. El celular se encontraba a varios metros de él, sobre el piso. Actuó rápido y lo obtuvo. Empezó a celebrar.

-¿Enserio? La clave, Canela- requirió con una ceja alzada.

-Nope- respondió él entre risas.

-Ah, ¿quieres jugar? Juguemos, qué pena que tu celular tenga que sufrir las consecuencias de un mal dueño-

Se dirigió inmediatamente al baño, el de mujeres, específicamente. Saltó bajando las escaleras siendo perseguida por un niño cejudo que por cierto estaba por atraparla. Todos los que se encontraban en el restaurante voltearon, viendo la cómica escena que se presentaba, algunos miraron disgustados y otros sonriendo. Logró llegar a la puerta del baño, no obstante requería de más tiempo para entrar. 

Él la alcanzó y sostuvo su cintura. 

Cuando ella sintió aquel contacto, todo su cuerpo tembló y una corriente eléctrica la recorrió. No sabía si reír o llorar ¿por qué no ambos? Nah sería demasiado humillante. Intentó no darle demasiada importancia sin embargo, lo que ella no sabía era que él sentía esa misma reacción al sostenerla de tal manera. Ambos volvieron sus cabezas, mirándose a los ojos fijamente, ella pudo notar su lindo y sensual lunar encima de su labio en el lado izquierdo de su cara, sus largas, curveadas y perfectas pestañas, los ojos cafés oscuros, las cejas pobladas que por cierto estaban "on fleek", los delgados labios y pues obvio su linda y tierna tez pálida. Estaba admirando la perfección.

Se acercaban lentamente sin darse cuenta, era como un imán atrayendo un pedazo de metal, la mirada de él viajaba desde sus ojos a sus labios, no es que fuera el primer beso de ella, pero no podía evitar sentirse nerviosa y emocionada justo como siempre imaginó. Su primer beso lo obtuvo cuando cumplió los quince años, lo sé piensan que es muy tarde para obtener un primer beso a esa edad pero, estuvo en una fiesta en la casa de su mejor amiga, todos sus amigos se encontraban allí y el aburrimiento los estaban venciendo así que alguien tuvo la excelente idea de jugar a la "botellita", ya saben el juego en el que buscan una botella, lo colocan en el centro del piso con los jugadores a su alrededor y lo hacen girar, cada extremo señala a una persona y como las botellas tienen dos extremos, aquellas dos personas que la botella elegía, debían besarse en la boca si se trataba de una pareja conformada por un hombre y una mujer, aunque habían excepciones. Pero si una pareja no quería besarse, pues tenían que hacer un reto, y el reto para Noelle fue desnudarse ante todos, así que ella prefirió besar a su compañero antes que ser expuesta ante todos. A pesar de que tenía en mente guardar su primer beso para el momento y el chico indicado. No sintió nada, en absoluto, era como besar una fruta, o un objeto inanimado. No tuvo esa explosión que esperaba o las mariposas revoloteando en su estómago. Nada.

Sus alientos se entremezclaban, la respiración de ambos se coordinó, pronto rozarían sus labios pero un ruido brusco se escuchó. La puerta del salón que se encontraba sobre las escaleras se abrió, ambos se apartaron al mismo tiempo, rompiendo la conexión de miradas que tenían y elevaron sus miradas hacia aquella puerta.

Maldito Alonso, interrumpió nuestro precioso momento, estaba tan cerca de ella, tan cerca de besarla. Pensó Jos.

-¿Qué hacían chicos? ¡Noelle! ¡Hola!- saludó el ojiazul acercándose a ella y abrazándola, enviando una torrente de celos a su compañero.

-¿Qué haces aquí?- preguntó un Jos serio y con el semblante frío.

-Ah sí, venía a avisarte que en poco saldremos a escena, así que deberías alistarte-

-¿No pudiste dejarme un mensaje de texto?- dijo José apretando los dientes.

-Oh ya entiendo, tú y ella- señaló a Noelle -Tienen algo- insinuó.

-Estoy acá, los oigo- anunció ella con una enorme sonrisa y las mejillas ardiendo.

-Lo sé, por eso lo digo- respondió Alonso guiñándole junto a una sonrisa de galán.

Una típica historia romántica. Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora