"Elizabeth Dwyer, hija de Phil Dwyer y Ava Dwyer, viaja con su hermanastra Isabella Swan a visitar a su segundo padre adoptivo, Charlie Swan, en un pueblo llamado Forks. Allí conocerá a su amor verdadero, o mejor dicho, a "sus amores verdaderos", qu...
Entre secretos y sombras, las verdades hieren más que el silencio
-Edward, ¿me podrías llevar a casa? -dije mientras me levantaba de la mesa, recogiendo mis cosas apresuradamente. Mi mirada, cargada de desesperación, se cruzó con la suya. Necesitaba irme. Tenía que ver a mi hermana. Quedarme aquí junto a él había sido un error.
-¿Sucede algo? -preguntó, estudiándome con atención, como si intentara leer mi mente. Tal vez esta noche hablaríamos. Tal vez me diría la verdad de todas mis suposiciones. Quizá me pediría perdón... o tal vez no. Pero ya no importaba.
-Solo llévame a casa -respondí. Su mirada se volvió fría, indescifrable, pero no le di importancia. Mi prioridad era llegar a casa y hablar con Charlie.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Por favor, vuelve, Eli. Te amo. Sin ti no soy nada, sin ti no puedo respirar. Perdón por desaparecer, pero es que mi padre volvió y yo....
No lo dejo terminar y me tiro a sus brazos. Él me abraza tan fuerte.
"Tranquilo, siempre volveré a ti."
.......
"¿Cuánto es la hora?"
"Son las 5:00, pero por toda la noche te la dejo en 100 solo porque son mis amigos."
"Está bien, eres un hombre de negocios."
.......
-Damián donde me llevas- digo riendo mientras entro a el baño nos empezamos a besar y él me empezó tocar, suspiro - toma amor- me dice mientras me da una pastilla, intentó negar con la cabeza pero el me habre la boca de un mordisco - No, Damián- de pronto la puerta del baño se abre, eran los amigos de Damián - yo intento esconderme detrás de damián pero el no me deja, me empiezo a marear- Qué me has hecho -dónde está lo que me prometiste aquí la tienes, quiero lo mío - le lanzan un fajo de billetes al suelo y el se tira al suelo como loco. Ellos me miran pero sonríen, intentó correr pero me atrapan y me agarran mis brazos, intento safarme pero ellos no me dejan, la droga está siendo efecto. Depronto a lo lejos veo a muchos hombre y simplemente me congelo sentía como la droga baja, ellos me iban a violar, todos... en conjunto... asqueroso. Al lado de ellos había un camión dios me van a raptar... Rápidamente los golpeó recordando a mi padre enseñándome defensa personal y salgo corriendo lo más rápido de hay. El eco de mis pasos resonaba en los estrechos callejones de la ciudad, acompañado por el jadeo de mi respiración descontrolada. El aire frío de la noche quemaba mis pulmones, pero no podía detenerme. No iba a detenerme. Las luces de los faroles titilaban débilmente, proyectando sombras que se movían como espectros entre los edificios decrépitos. Sabía que ellos estaban cerca; podía oír sus voces, graves y llenas de burla, como si disfrutaran del juego. -¡Corre, nena! -gritó uno de ellos desde la distancia, y el sonido de su risa me erizó la piel. Mis piernas protestaban, cada músculo ardiendo como fuego, pero no me detuve. No podía dejar que me atraparan. No después de lo que había escuchado, de lo que sabía que me harían si lo lograban. Mis pensamientos se atropellaban mientras buscaba desesperadamente una salida, un refugio. La ciudad, que de día parecía tan familiar, ahora era un laberinto hostil. Giré a la izquierda en un callejón, esperando perderlos, pero el ruido de sus botas golpeando el pavimento se hacía más fuerte. Estaban ganando terreno. "Piensa, piensa", me repetí, luchando contra el pánico que amenazaba con consumir cada gramo de mi lógica. Mis ojos buscaron algo, cualquier cosa: una puerta abierta, un contenedor donde esconderme, pero todo parecía cerrado, muerto. Un grito más cercano me arrancó de mis pensamientos. Ya no estaba corriendo solo por mí; sabía que si caía, no habría retorno. El me vendie. Me convertiría en mercancía. Tomé otra esquina, esta vez con un poco de suerte: un pequeño hueco entre dos edificios. Sin pensarlo dos veces, me deslicé por el espacio estrecho, mordiendo mi labio para no gritar cuando un trozo de metal oxidado rasgó la piel de mi brazo. Me encogí en las sombras, mi corazón retumbando como un tambor. Las voces se acercaron, casi al lado. Mi cuerpo temblaba, pero me obligué a contener la respiración. -Debe estar cerca -dijo uno de ellos, su voz cargada de frustración. Esperé. Un segundo. Dos. Tres. Finalmente, sus pasos se alejaron. Pero no me atreví a moverme. No aún. No hasta que el silencio fue total, hasta que supe que al menos, por ahora, había ganado. Pensé que había encontrado algo nuevo, algo mejor, pero todo fue una mentira. Esa noche, me encontró alguien quién no está en mis planes , y lo que vino después fue puro dolor, como si quisiera romperme en mil pedazos. Duró toda la noche, y al amanecer, simplemente me dejó ahí, tirada en el suelo frío, con heridas que nadie más podía ver.