Un Viejo Mundo Para Un País Nuevo

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–Esto es malo, es realmente malo –.

–Debemos salir, no quiero que el sovietico me encuentre en sus tierras –.

–Дерьмо, Дерьмо, Дерьмо–.

Ni ellos entendían como alguien a punto de morir era capaz de dar tanto miedo. Después de todo seguía siendo U.R.S.S si no moria.

En la oficina, algunos miraban atónitos la figura de U.R.S.S, hacía tiempo que no veían en persona a su padre, otros buscaban sus pocas pertenencias y el otro poco ya se estaba yendo.

Aquellos hombres armados que rodeaban al rojizo se desplazaban como balas fugaces por las calles, entrando en cada edificio habido por haber, todo siendo presenciado por Rusia, Ucrania y Argentina.

Rusia tomó los hombros del menor y lo obligó a que lo mirara, a pesar de ser aquella escena tan desesperante decidió desviar sus ojos y mirarlo.

–Pase lo que pase, no te separes de nosotros, ¿entiendes? –.

–Me busca a mí, ¿verdad? –. Argentina deseaba no ser la causa pero era evidente que el silencio de todos a su pregunta lo afirmaba, él era a quien buscaban.

Argentina se alejó pero Rusia lo agarró hacia sí mismo. –¿A dónde vas? –.

–Me busca a mí, voy darle lo que quiere, así todo acaba por fin –. Dicho aquello safo su agarre del mayor y ágil tomó aquel saco y salió por la puerta, dejando los presentes con otro dolor de cabeza más.

–¡Hey! ¡Wait! –. Dijo USA al pasarle siempre lo mismo apenas tiene al chico en sus manos –¡He will kill you! –. Junto a unos cuantos que aún reaccionaban al desastre inminente siguieron escaleras abajo al chico suicida que bajaba desesperado las escaleras ignorando el llamado de Rusia y USA.

Cuanto más bajaba, más se oían los gritos y más se sentía el miedo. No fue hasta que tocó apenas la puerta y vio el suelo, cuando un hombre cargado de latas de comida chocó contra él y terminó con ambos en el suelo. Sus oídos se aturdieron con los gritos y desespero de la gente.

Se levantó a duras penas y esquivaba la gente que iba a la dirección contraria, que corría de aquellos oficiales.

Como una película, Argentina con cada paso se acercaba más y su presencia se destacaba entre todos, porque allí, entre gritos y desespero, una bandera como el cielo se le presentó frente a lo que una vez amó.

Freno su caminar y... un miedo lo invadió. Frente a él su razón de huir. Su mirada lo penetró en cuerpo y alma. No hicieron más que contemplarse el uno y el otro

Un escalofrío recorrio su cuerpo. Frente a él su razón de huir se mostraba destruida, U.R.S.S estaba parado delante de Argentina sin expresión alguna, no lo toco, no le hablo, solo lo miro, tal vez recordando o viendo lo mucho que creció aquel pequeño con el que una vez recorrió junto con su mano las calles de esa misma ciudad. Cuestionadose el mayor que hubiera pasado si no hubiera salido aquella noche, si aquel pequeño no se hubiera topado con aquel norteamericano y su hambre de ver el mundo que provocó con su huida.

El ambiente a su alrededor era opacado. No había ningún ruido más doloroso que el silencio que aquellos dos guardaban. Una mezcla de sentimientos.

Argentina, por primera vez, luego de décadas viviendo con él, vio sinceridad en sus ojos y una extrañeza que lo mataba de a poco.

¿Cómo es posible?

¿Cómo es posible que él le haya provocado tanto daño a los demás?

¿Cómo es posible que ahora mismo estoy viendo la humanidad que nunca vi en él?

Que nadie vio...

Por primera vez, el lo llamó por su verdadero nombre, por primera vez, la Unión Soviética reconoció no solo un recuerdo de guerra sino a otro país.

Sus frías manos se posaron en la cara de aquel muchacho.

–Аргентина –. Dijo suavemente, en medio de aquella guerra. –Mi querido Argentina –. Sus ojos se suavizaron ante la imagen que se presenciaba frente a él, para posteriormente darse a un lado y que aquel soldado golpeara con suma crudeza hacia el menor, dejándolo en el suelo. –Arge, prometo que esto no durará demasiado –.

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