Cap. 3 | Sorpresas y verdades

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Christian.

Apenas me desperté y vi todo de cabeza, mi cuerpo empezó a deslizarse por el borde de la cama y mi única reacción fue aferrarme a lo que sea que tenga a mi alcance —agarré algo de textura suave— y en un tirón estuve sentado, sí, sentado, pero en el piso y de yapa, un almohadazo de mi querida gemela.

—Buenos días a ti también, hermana querida —hablé mientras me levantaba del piso y estiraba mi cuerpo.

—¿Cómo llegaste? —me miró mientras agarraba su almohada lista para lanzarla, otra vez.

—Pues... en un avión, luego en un taxi y finalmente en el ascensor para llegar a esta puerta —sonreí con una cara inocente.

—Sabes a que no me refiero a eso.

—Llegué ayer con compañía de Cass.

—¡Espera! ¿Cass? —soltó su almohada y se apoyó el borde de la cama.

—Si, nuestra hermanita del alma, además de-

Mi muy querida hermana me dejó hablando solo —no me sorprendió su reacción—, me quedé un rato ordenando la cama, salí y observé a mis chicas favoritas conversando entre ellas, mis padres y la señora Vanessa estaban en la cocina. Jhamir y Spencer nos encontraban en aquel lugar y eso que era un sábado. Sabía que mis padres llevarían a mi hermano Anthony a un centro de rehabilitación cuando se presente.

Jamás había visto a mamá tan enojada por algo y eso que habíamos destruido su macetero favorito junto a laptop.

Y que lo digas.

A lo que sabía, Jhamir lo buscaba en las tardes en uno que otros bares, mientras que Spencer preguntaba a algunos de sus amigos y los de Thony, aunque no tenía muchos resultados.

—Niños, a desayunar —habló papá desde la cocina.

—Ya vamos. —hablamos al unísono.

Nos reunimos en el comedor, la vista que se daba por la ventana —que era toda una pared—, su vista era increíblemente hermosa. Empezamos a hablar del ¿Cómo era la universidad en la que estaba Amelia?. Pues el hecho de que yo estudie de manera virtual y ella de manera presencial, era una gran diferencia —además que yo tenía muchas ventajas—. Por lo que supuse que era diferente.

Amelia y Cass se fueron de compras con mi papá y la señora Vanesa  mientras que yo me quedé con mi mamá a dar un recorrido en la ciudad.

—¿Es verdad? —la miré sin creer lo que me decía.

—Así es cariño —sonreía mientras me despeinaba el pelo—, tu hermano nació en esta ciudad y luego nos fuimos a donde actualmente es nuestro hogar.

—Entonces, ¿Papá y tú son de aquí?

—Desgraciadamente, si.

—No entiendo... si la capital es bien hermosa.

—Lo dice el chico de veinte años que no se quiere ir aún de la casa de sus padres.

—Mamá... eso es un golpe bajo —arrugué la nariz.

—Lo siento cariño —dejó de reír—. Como tú sabes, los abuelos no aceptaron que tu padre y yo estemos juntos, nuestra rebeldía en estos tiempos eran... creo que tú me entiendes y sabes a lo que me refiero.

—Mejor no entrar en detalles.

—Los abuelos nos unieron el matrimonio, como era de esperarse. Pero, nos tenían vigilados... pedimos ayuda a nuestros amigos y nos dimos a la fuga, por así decirlo —dio una vista al cielo despejado.

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⏰ Última actualización: 21 hours ago ⏰

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