🧚♀️😈 Alfea le dará la bienvenida a un grupo particular de amigas que unirán fuerzas para combatir las fuerzas del mal tanto en el mundo exterior como el interior sin saber que dentro de la escuela ganarían enemigas y conocerían nuevos amores 😈...
El atardecer envolvía la ciudad con una luz dorada que se desvanecía lentamente, dando paso a una noche tranquila. Bahari y Nabu caminaban juntos por las estrechas calles empedradas, dejando atrás el bullicio de la ciudad. Sus pasos resonaban en un eco suave que se fundía con los murmullos lejanos de la gente y el canto ocasional de los pájaros que regresaban a sus nidos. El aire de la tarde era fresco, y la brisa que se deslizaba entre ellos traía consigo el aroma de las flores que comenzaban a abrirse en la penumbra. Nabu caminaba a su lado con una tranquilidad que, para Bahari, resultaba casi contagiosa. Llevaba una chaqueta ligera de color oscuro, y el cabello, ligeramente despeinado por el viento, le daba un aire relajado. A pesar de su habitual calma, Bahari podía notar en sus ojos oscuros un destello de curiosidad.
Nabu no sabía con exactitud hacia dónde lo llevaba ella, pero se dejaba guiar con confianza, sin hacer preguntas, como si disfrutara del misterio.
Bahari: estás muy callado, - dijo en tono juguetón, rompiendo el silencio que los envolvía. Su voz flotaba en el aire como una caricia. -
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Nabu:-sonrió ligeramente, sin apartar la vista del camino- Estoy disfrutando del paseo. Me gusta este lado de la ciudad, es como si estuviéramos en otro mundo, alejado de todo lo demás.
Bahari:Lo sé- respondió, su mirada fija en el horizonte donde las luces comenzaban a encenderse- Es uno de los motivos por los que quise traerte aquí.
Se detuvieron frente a un arco de piedra cubierto de enredaderas que servía de entrada al Jardín de los Susurros, un lugar que parecía haber sido arrancado de un cuento antiguo. Bahari observó la reacción de Nabu con detenimiento mientras él miraba alrededor, fascinado. El jardín, envuelto en la tenue luz de las primeras estrellas, se extendía ante ellos como un oasis secreto. Estaba lleno de árboles altos que creaban sombras danzantes sobre el suelo de piedra, y en el centro, un estanque reflejaba el cielo crepuscular con tal claridad que parecía una extensión líquida del firmamento.
Nabu:-se detuvo un momento, girando la cabeza para observar el lugar en silencio- Es impresionante- dijo finalmente, su voz baja, como si no quisiera romper la calma del entorno- No sabía que existía un lugar así en la ciudad.
Bahari:-lo miró de reojo, una sonrisa apenas visible en mis labios. - Es un sitio especial, uno que no mucha gente conoce. Quería compartirlo contigo porque bueno, porque tú también eres especial para mí.
Nabu la miró directamente, sus ojos oscuros brillando bajo la luz de las farolas cercanas. Bahari desvió la mirada hacia el estanque, intentando esconder el rubor que sentía subir por su rostro. El peso de sus propias palabras había dejado un rastro en el aire, y por un momento, se sintió vulnerable ante él.
Bahari: Vamos, -dije, rompiendo el momento, mientras lo guiaba hacia el borde del estanque.- Hay algo que quiero hacer contigo.
Junto al agua, Bahari sacó de su bolso una pequeña caja de madera. La abrió con cuidado, revelando dos pequeñas velas flotantes. Las formas de las velas eran simples, pero su brillo suave parecía mágico bajo la luz de la luna. Bahari le entregó una a Nabu, quien la tomó con delicadeza, observándola con curiosidad.