(Hay partes explecitas, no voy a decir cuando empieza)
Era una tarde soleada en pleno centro de Zaragoza. Martin estaba distraído, mirando las palomas que revoloteaban por la plaza, mientras Juanjo lo observaba con una sonrisa nerviosa. Habían salido a dar un paseo, como tantas otras veces, pero hoy era diferente. Hoy Juanjo llevaba un anillo en el bolsillo y el corazón a punto de salirse del pecho.
—¿Por qué me miras así? —preguntó Martin, ladeando la cabeza y con esa sonrisa de gato curioso que siempre desarmaba a Juanjo.
—Por nada, maitia —respondía él, intentando no parecer demasiado obvio.
Llegaron al centro de la plaza, donde había una fuente con niños jugando alrededor. Martin se detuvo a sacar una foto, pero cuando se giró, encontró a Juanjo de rodillas frente a él. Sus ojos se abrieron como platos.
—¿Qué haces? —preguntó, mientras sentía que las mejillas le ardían.
Juanjo sacó una pequeña cajita negra y la abrió. Dentro había un anillo plateado, sencillo pero precioso.
—Martin, eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida. Cada día a tu lado es una aventura, y no puedo imaginarme un futuro donde no estés tú. ¿Te casarías conmigo?
Martin llevó las manos a la boca, sin poder creer lo que estaba pasando. Sentía que el corazón le latía tan fuerte que lo escucharía toda la plaza. A pesar de la tranquilidad del lugar, en ese momento solo existían ellos dos, como si el mundo se hubiera detenido.
—¡Sí! ¡Claro que sí! —exclamó, lanzándose a abrazarlo con fuerza, tumbándolo ligeramente al suelo mientras reían nerviosos.
Juanjo se levantó para colocarle el anillo en el dedo, su mano temblando ligeramente por la emoción. Martin no podía dejar de mirarlo, con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor.
De camino a casa, ninguno de los dos podía dejar de reír y tomarse de la mano. Hablaban sobre todo lo que les esperaba, el futuro que construirían juntos y cómo aquel anillo representaba mucho más que una promesa.
Cuando llegaron a casa, la emoción seguía en el aire. Martin entró primero, dejando la chaqueta en el perchero, pero antes de que pudiera avanzar más, Juanjo lo atrapó por la cintura, girándolo hacia él con una firmeza que le hizo contener el aliento.
—Todavía no te he dicho lo guapo que estás hoy —susurró, pegándolo contra su pecho. Su voz grave tenía un tono que encendía algo profundo en Martin.
—Siempre dices lo mismo —respondió Martin, aunque su sonrisa y sus mejillas encendidas traicionaban cualquier intento de indiferencia.
—Porque siempre es verdad —replicó Juanjo, inclinándose para tomar sus labios en un beso que comenzó suave, pero pronto se tornó ardiente, hambriento, lleno de una necesidad que ninguno de los dos había podido saciar en todo el día.
Juanjo lo levantó en brazos sin esfuerzo, como si Martin no pesara nada, llevándolo directamente al sofá. Lo recostó con cuidado, pero la intensidad de su mirada hacía evidente que la paciencia no estaba de su lado.
—Eres tan perfecto, maitia —murmuró mientras sus labios empezaban a descender por el cuello de Martin, dejando un rastro de besos cálidos que le arrancaban pequeños jadeos.
Con movimientos ágiles, Juanjo desabrochó la camisa de Martin, exponiendo su piel pálida y suave. Se tomó su tiempo para besar y explorar cada rincón de su pecho, deteniéndose en sus pezones, haciendo que Martin se arquease bajo su toque, sus manos enterrándose en el cabello de Juanjo mientras tiraba suavemente de él.
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One shots +18 - Juantin/majos
RomanceVan a ser one shots +18 Martin SIEMPRE va a ser el Omega y Juanjo el Alfa. PUEDE AVER FALTAS DE ORTOGRAFIA.