1. Adiós vacaciones

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Hoy comienzan las clases después de unas frías y húmedas vacaciones de Navidad. Hoy vuelvo a encontrarme con mis estupendos y gratificantes amigos...

-¿Pero qué te pasa, imbécil? - escucho una voz familiar a unos metros de distancia -. He dicho que me dejes. Lo nuestro acabó. Intenta olvidarme, Josh.

De nuevo el cabrón de Josh intenta que Rebeca vuelva con él; pobre infeliz.

Rebeca es mi mejor amiga desde primaria. Es guapa y sofisticada, además capitana del grupo de las animadoras. Josh es uno de los jugadores, por desgracia, también el capitán, lleno de testosterona y musculitos marcados por todo el gym que hace... Asqueroso.

Rebeca salió con él durante un mes, pero antes de vacaciones comprendió que era un desperdicio malgastar su tiempo con un completo zoquete. Porque, seamos sinceros, lo que tiene de músculo le falta de cerebro.

Mi amiga no estuvo llorando a moco tendido ( completamente normal), ya que el amor entre ellos no...surgió. Simplemente era atracción. Pero como consecuencia, ahora Josh no la deja respirar; pasó todas las vacaciones enviándole mensajes, llamadas, y hasta se lo encontraba en el centro comercial.

Rebeca mide unos centímetros más que yo, aunque no somos muy altas, nuestra estatura es normal. Su cabello es liso y recto por debajo del hombro, de un rubio platino casi dorado que siempre he envidiado. Sus ojos son verdes, tan claros como el cabello los hacen. Muestra una pequeña perla en un lado de la nariz, reluciendo en su blanca piel. Caderas perfectas, pechos perfectos, en general, medidas perfectas.

Cierro mi taquilla soltando un suspiro, porque me toca ir a por ella para sacarla de las fauces del lobo.

-¡Hey! ¿Qué tal Josh? ¿Y tus vacaciones? Espero que Papá Noel haya sido generoso contigo - entrelazo mi brazo libre con el de Rebeca -. Lo siento, pero tengo que llevármela. Ya sabes... - señalo "ahí " abajo - asuntos de chicas.

Sin dejar que pronuncie ni siquiera un ruido de protesta, tiro de mi amiga en dirección contraria.

-Gracias a Dios, eres mi hada madrina, ¿lo sabes, no?

-Más bien, diría que soy como Pepito Grillo. Ya sabes, sólo tienes que silbar.

Nos echamos a reír entre los estudiantes que comienzan a invadir los pasillos.

-¿Qué tal tu Navidad?

-Normalita. Vinieron mis tíos de París con el pequeño Pablo, hecho un diablillo, y Lucas.

-¿Mi amor platónico? Recuerdo cuando lo espiábamos mientras dormía. O cuando nos subíamos a lo alto del árbol para ver lo que hacía en su habitación...

-Nunca olvidaré ese día. No puedo mirarlo sin recordar cómo sostenía el peine y cantaba canciones de Beyoncé.

-Le preguntamos si era gay.

-Sí... Nos persiguió con una sartén por todo el jardín. Pero teníamos ocho años y él diez, éramos crías.

-¿Sigue igual de guapo?

-Es mi primo - hago una mueca de desagrado -, siempre lo veré como el mayor orco que ha pisado la tierra.

-Eso quiere decir que está mejor que nunca - suspira con la mirada perdida en ningún lado -. Que lástima que tuviera que irme de viaje durante esa semana.

-Volverán. Siempre vuelven. - saludo con la cabeza a una chica compañera de clase -. Josh no se cansa, ¿eh?

Suspira: - Maldito el día en el que le guiñé el ojo. Ni siquiera tuve que pavonearme con el pelo - hace la acción -, es ridículo.

-Claro, Miss Universo. Es una tortura que tengas que vivir con esa cruz.


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