4. Rumores

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Todo se mostró tranquilo lo que restaba de día, y hoy amanece igual. Menos por el hecho de que llego tarde a clase.

No tengo tiempo de arreglar mi pelo así que hago una trenza con él; las chicas de la casa tardan una vida en el baño y no me queda mucho tiempo para hacer lo necesario. Doy un repaso a mis dientes para quitar el mal aliento y lavarme la cara. Salgo de la casa como si me persiguiera un demonio. Gracias a que no llueve, o seguro que me caería en mitad del camino. Entro en el edificio dos, hacia mi taquilla, pero al torcer choco contra algo duro. Levanto mi vista mientras pronuncio una disculpa.

Tenía que ser Cam.

-Oh, vaya.

-¿No te alegras de verme, canija? - me muestra una sonrisa, perfecta, sí, pero que no hace que mis extremidades tiemblen.

-¿Tú qué crees? Oye, llego tarde a clase. Si no te importa, me voy.

-La verdad es que sí que me importa, Ruperta. ¿Puedo llamarte Ruper?

Reprimo una risa, pero algo se escapa: - Claro, no hay problema.

-Estupendo. Verás, damos una fiesta este sábado en la casa de los chicos. Supongo que tu amiga te habrá hablado de ella.

-Sí, pero no creo que vaya.

-Yo quiero que vayas.

-Entonces aún menos iré.

-¿Por qué me odias tanto, canija?

La risa sale de mí por sí sola, traicionándome.

-Uno, porque me llamas canija, y dos, porque das asco.

-Vuelve a reírte.

-¿Qué? - es un completo retrasado, definitivamente.

-Me encanta cuando te ríes, tu sonrisa, el sonido. - se inclina un poco hacia mí, mirando de mis ojos a mis labios; yo, por mi parte, le miro con repugnancia.

-Escucha lameculos, no te vas a meter en mis bragas con las tres primeras estupideces que se pasen por esa absurda cabeza. Haznos el favor, no sólo a mí, a toda la humanidad, de meterte el dedo por el culo y dejar vivir a los demás.

-Vaya, la gatita a sacado las garras.

-No cariño, esta gata no romperá sus uñas por alguien como tú. - esbozo una sonrisa inocente.

Y con eso, le rodeo y corro a mi taquilla y a mi clase. Allí me encuentro con Iriah; es una compañera de Beca en el equipo de animadoras, y mía en clase. Es con la única que hablo de su equipo, la única que muestra algo de inteligencia.

-Por poco no llegas René. ¿No sonó el despertador?

-Eso, y que los tontos se interponen en mi camino.

Me echa una mirada confusa, frunciendo el ceño, pero me salvo de explicárselo cuando el profesor entra al aula.


Me acomodo junto a Nico y Beca en el comedor, atragantándome con mi almuerzo por no haber podido desayunar nada.

-Tranquila Re, no quiero hacerte la maniobra de primeros auxilios por una cereza.

-Tengo hambre - un estornudo llega a mí -. Oh, mierda, no.

-Oye Re - habla Beca -. Escuché que Cam va diciendo que anoche estuvisteis juntos.

Me vuelvo a atragantar con la fruta: -¿Qué?

-Eso, que después de que todos se durmieran fuiste a su habitación...

Me levanto de la mesa, despacio, conteniendo un poco más la rabia que inunda mi sistema por momentos.

-¿A dónde vas?

-A arreglar un asunto.

Voy con paso decidido hacia la mesa donde se sienta Cam. No me importa quién haya en ella, solo sé que esto va a acabar aquí y ahora. Cuando llego, todos giran la cabeza a la vez, como una película de terror para mirarme, pero no me dan miedo. Me detengo en Cam, que me observa con chulería.

-¿Podría hablar contigo? - sus imbéciles amigos se ríen por lo bajo, pero no saben qué le espera. Cam se levanta, toca mi trenza y la acaricia.

-Bonita trenza. - yo le sonrío haciéndole creer que me encanta lo que me dice, pero, entonces, le abofeteo dejando una marca roja de mi mano en su mejilla y a él tocándose ahí donde ha sido golpeado. Su mandíbula de tensa de rabia.

-La próxima vez que digas algo respecto a mí, esto lo recordarás como una bonita muestra de afecto. - agarra mi muñeca -. Suéltame - hago el esfuerzo de soltarme pero su agarre es firme -. He dicho que me sueltes. - comienzo a hacer el esfuerzo con todo mi cuerpo, pero él me coge por los aires y me echa en su hombro.

Lo odio. Con cada sentido, pensamiento, palabra y parte de mi ser. Empiezo a patalear y a gritar que me baje si no quiere acabar sin partes íntimas, pero hace caso omiso. Cuando salimos del comedor, toco suelo firme.

-¡¿TE HAS VUELTO LOCO!? !NO VUELVAS A HACER ESO, IMBÉCIL! -la rabia me invade totalmente, incluso creo que mi cara se a tornado roja.

-Escúchame Ruperta.

-¡No me llamo Ruperta!- hace una mueca sin entender. Yo suspiro, porque no puedo más con este chico.

-Te mentí, no me llamo Ruperta.

-¿Entonces cómo te llamas?

-René, me llamo René.

-Ese te pega más - asiente con aprobación -. Escucha René, no sé que podrán haberte dicho, pero te juro que es mentira.

Me rio de incredulidad: - A diferencia de ti, yo no me chupo el dedo.

-Oye, vale que no me conozcas, pero nunca miento. Jamás diría algo que es mentira - ruedo los ojos -. No quiero malos rollos contigo. Me gustaría que nos lleváramos bien.

-El problema es que yo no quiero nada contigo. Absolutamente nada. Aunque estuviéramos en un desierto y tú fueras el único que llevase agua, no la querría. ¿Entiendes?

-Eres canija, pero pegas con fuerza - se frota la mejilla dolorida -. Nos vemos el sábado, René.

Y quiero decir que no voy a ir, que no me apetece verle la cara de mojabragas de nuevo, pero decido que es mejor no aullar antes de que salga la luna llena.

Why not?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora