El día de la buena música.

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-Aine, levántate querida vamos a aterrizar.-

Este era ya el último aterrizaje del día, gracias a Dios, estaba completamente exhausta y mi cabeza duele a horrores, como siempre lo hace cada vez que subo a un avión.

El piloto nos anunció el descenso y nos indicó que nos colocáramos el cinturón de seguridad y apaguemos nuestros aparatos electrónicos, de verdad nunca he sabido porqué hay que apagar los teléfonos.

Fastidiada así lo hice y comenzamos el descenso el Cleveland.

***

Subimos al taxi que nos llevaría a casa, nuestro auto vendría después...

***

-Aine... Levántate, ya llegamos.- Era la cuarta vez en el día que me levantaban, y estaba realmente harta.

-Mmhm, ya he entendido ¿vale?- Dije enojada quitándome el cinturón de seguridad.

Me quede boquiabierta cuando vi la nueva casa.

-Santa mierda...- Dije anonadada, era una casa enorme de dos plantas y se veía que era de esas casas en la que te quedas sola y puedes filmar tu propia película de terror.

-Bienvenidos a nuestro nuevo hogar.- Dijo mi padre pasando su brazo por mis hombros.

-Solo espero que mi habitación no sea rosa.- Dije siguiendo a mamá y a Lion.

Entramos a la casa y mi hermano silbó.

-Bien chicos, mañana organizarán todo hoy vallan a dormir, lo necesitan.- Dijo mamá.

Y tenía razón, aparte de que pasé todo el viaje en hibernación, todavía estoy muy cansada, también muy hambrienta pero este es uno de los pocos momentos en los que el sueño le gana al hambre.

-Loraine, tu habitación es la de la izquierda, Lion, tu habitación es la ultima.- Dijo papá y nos dirigimos arriba, cada uno a su cuarto.

Entré en la habitación y no tuve ni tiempo de mirar, dejé mi bolso en el suelo, y me desvestí quedando solo en panties y me lancé hacia mi cama.

***

Los rayos del sol me dieron directo a los ojos, haciendo que despertara.

Me senté en la cama y me tomó unos segundos asimilar donde estaba... Estaba en Cleveland.

Miré alrededor y vi que era una habitación realmente grande, totalmente pintada de blanco, unas nueve cajas yacían en un lado de mi habitación con mis cosas sin desempacar aún.

En el lado derecho de mi habitación había una puerta que supongo llega al baño, me puse de pie y caminé hacia ella, dándome cuenta de que me equivocaba, dentro estaba lleno de armarios, uno incrustado en la pared con una puerta corrediza, unos tres estantes con varios compartimientos cuadrados, uno especial para bolsos y otro para zapatos, por ultimo unos cajones y un banquito frente a un gran espejo adyacente a la puerta.

Al fondo había otra puerta, que daba finalmente al baño, una gran estancia con una ducha normal, al otro extremo, una bañera ni muy grande, ni muy pequeña, estilo jacuzzi y un lavabo y un inodoro.

Regresé a mi habitación y me puse la camiseta del día anterior, me lavé la cara y me enjuagué la boca, y fui a la cocina, solo en camiseta y panties.

Bajé las escaleras rápidamente, me tomó un tiempecito ubicarme y llegar hasta la cocina.

Para mi buena suerte había leche en la nevera y cereal en la despensa, busqué un tazón y me serví. Por último me senté en un taburete y desayuné.

Miss Sarcasm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora