Capitulo 2

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Robert.

Llego a casa después de haber estado con el psicólogo, el primero en recibirme es Huesos, con su cola moviendo de un lado para otro y brincando alrededor mío, hace mucho que no lo veía tan feliz, creo que para ambos fue un día especial, lo acaricio y me dirijo a la cocina a prepararle su comida, lo pongo en su plato de comida y se lo dejo en el piso para que coma, al igual que un poco de agua.

Me pongo a limpiar la casa, desde que he estado en mi depresión, la casa es un desastre, algunas cosas están tiradas en el piso, los muebles están llenos de polvo, el piso con migajas de comida y con un poco de lodo, platos en mi recamara, en la sala y la cocina, es tiempo de ponerla tan limpia como la tenía Sara, cuando regrese no puede llegar a limpiarla, no lo merece.

Llego al cuarto donde se suponía se iba a quedar Jessica, todo sigue como se quedó, así que me pongo a limpiar libro por libro, a quitarles el polvo, para después dárselos a Jessica, dejarlos en su casa, tal vez dejarlos a la entrada, tocar la puerta y salir huyendo de ahí, es muy cobarde de mi parte, pero no sé cómo reaccionaré, o incluso ella, cómo reaccionará, prefiero no arriesgarme, sé que tengo que superar esto, el psicólogo me dijo que un día nos íbamos a topar y tenía que enfrentarlo. Limpio todo en la habitación y recojo todo los pastelillos, ahora ya duros y los tiro todos en un bote de basura, tenía todo tan perfectamente planeado y sé fue al abismo, por una tontería. "No te menosprecies Robert, lo mejor es aceptar que tuviste la culpa y son cosas que tienes que aprender que todo mundo puede cometerlos" Fue lo que me dijo mi psicólogo y esas palabras ahora rondan por mi cabeza. Termino de limpiar todo y poner las cosas de Jessica en una caja, tomo un refrigerio del refrigerador y me encamino a mi auto con la caja, listo para dársela a Jessica, ya mentalmente preparado a cualquier reacción que tenga ella.

Es casi de noche y la ciudad empieza a tomar ciertos colores, tonos grises y otros amarillos por las luces de las lámparas que alumbran el camino, colores neón por los letreros de algunos lugares de comida rápida y naranjas por la puesta de sol, la ciudad cambia poco a poco, se nota la diferencia de zona, no digo que Jessica viva en una mala zona, de hecho es muy bonita, pero es muy diferente a la zona donde vivo, donde la mayoría de las casas son enormes.

Toco a la puerta al llegar a la casa de Jessica, pero nadie responde, toco varias veces y lo mismo, así que voy al carro, busco un papel y pluma donde escribir, me recargo en la caja y escribo.

"Jessica, estas son tus cosas, no mías, por favor no me las devuelvas, tu les podrías dar un mejor uso que yo. Atentamente Robert."

Dejo la caja enfrente de la puerta y el papel arriba de ella, camino al auto, subo a él y doy una última mirada a su casa, veo que alguien se asoma por una de las ventanas intentando esconderse detrás de la cortina, pero rápidamente es regresada a su lugar en cuanto nota que todavía estoy aquí, por lo que alcancé a ver era Kate, supongo que a pesar de todo, aun no soy bienvenido aquí.

Regreso a mi casa, ahora todo es diferente, ese sentimiento de esperanza se ha ido, tal vez por que dejé las cosas, pero estoy dispuesto a cambiar, Jessica no volverá ser mi necesidad, ahora está Emily, tal vez ella sea la que pueda remplazarla, no, remplazar no es la palabra correcta, pero tal vez ella pueda ser el clavo que saca a otro clavo, pero no será lo mismo, las dos son tan diferentes.

Huesos ya está dormido, así que me voy directo a mi habitación, listo para dormir, pero recibo una llamada de Megan.

-¿Vas a volver? –pregunta.

-¿A dónde?

-A las carreras, va a ver otra hoy, donde mismo.

-Pues, la verdad no sé, no debería de ir –eso dice mi psicólogo, ya que solo me altera, arriesgo mi vida y es una distracción para no enfrentarme a mis problemas.

Así fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora