Cuando Arturo entró en el comedor para cenar, solo Alexander, Mera, Long, Laura y Jay se encontraban sentados a la mesa.
—Perdonad por la tardanza —se disculpó dirigiéndose a su silla—. ¿Dónde están los demás?
—Robín y John siguen trabajando, han dicho que empecemos sin ellos —dijo Long.
—Los demás no tenemos ni idea —contestó Laura.
—Sentimos la espera —se disculpó Marian, entrando junto a Lya—. Venimos de ver a Toush.
—Os manda abrazos a todos —dijo Lya.
—¿Cómo está? —preguntó Arturo.
—Bien, ya se ha instalado en la iglesia. Dice que el fraile Damián es un tanto... complicado, pero no es mala gente.
—Espero que todo vaya bien.
—Tengo hambre, ¿dónde están los demás? —se quejó Laura.
—Adam comerá en sus aposentos e intuyó que Marc también. Así que podemos ir empezando —contestó Arturo—. Que nos sirvan la cena, por favor —le pidió a un sirviente.
La vista de Arturo se dirigió a la silla vacía de Nimue; apenas la veían desde que volvieron del funeral de Lionel, y hoy no solo había faltado a la reunión, sino que ni siquiera había ido a ver a Adam. Aquello comenzaba a enfurecerle. ¿Qué hacía todo el día? Parecía como si les estuviera evitando.
Intentó comer junto a todos y no pensar en nada más, pero su cabeza estaba llena de ruido. Las palabras de Adam resonaban en su mente, la imagen de las sillas vacías a su alrededor le provocaban angustia, y sentía como se le cortaba la respiración.
«Todo esto es culpa tuya» dijo una vocecita en su cabeza.
—Tengo que irme, perdonad —dijo levantándose repentinamente de la mesa.
Caminó con paso firme hasta las catacumbas del castillo, donde se encontraba la habitación de Nimue bajo tierra, como si de una cueva se tratase. Bajó unas escaleras y llegó a su habitación, pero una barrera mágica que servía como puerta, le impidió el paso.
—Nimue. ¡Nimue! —la llamó varias veces.
Esta se encontraba dándole la espalda, revisando pergaminos en una mesa de piedra. Por un momento pareció que no lo escuchaba, hasta que de repente levantó la mano y la barrera desapareció.
—No voy a subir a cenar —dijo sin siquiera girarse hacia él.
—¿Dónde estabas? —preguntó Arturo, molesto.
—¿Todo el día? Aquí.
—No, todo el mes, las últimas semanas.
Nimue lo miró, y en ambos se reflejaba la misma expresión triste y cansada, pero ninguno era capaz de verlo.
—He estado trabajando, Arturo.
—¿En qué? ¿En ignorarnos? ¿Sabías que a Adam intentaron matarlo anoche?
—Sí —contestó Nimue cabizbaja.
—Y ni siquiera has bajado a verlo. ¿Sabes como le hace sentir eso?
—Oye, yo me preocupo por Adam, he pasado un año intentando desesperadamente que volviera con vida.
—¿Y por qué ahora lo ignoras? Ni siquiera has ido a la reunión, sabiendo lo difícil que sería para él.
—Adam puede cuidarse solo. No reflejes en mí tus problemas, Arturo, no es el momento.
—Desde que volvimos te pasas el día aquí escondida, apenas has hablado con nosotros, y solo sabes poner mala cara a todo el mundo.
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Robín y Arturo: La fortaleza del Señor Oscuro [LRDN #1]
Fantasy"La luz de la espada brillará una última vez, con el sacrificio del héroe que la portó" Ha llegado el momento de tensar los arcos y desenvainar las espadas. Merlín sabía que llegaría este momento. El momento en que los caballeros se aliaran con los...