Dogma Bully 9

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Nathaniel.

- ¿¡Nae, dónde estabas, hijo!?- exclamó mamá al abrir la puerta.

Mi pie dolía como el mismísimo infierno pero a pesar de ello sonreí genuinamente al ver que mamá estaba completamente lúcida. En una mano sostenía una bolsa de hielo que comprimía contra sus sienes. Sus ojos caídos y expresión atontada reflejaban el cansancio propio de la abstinencia.

- ¿Mamá, estás bien?- me apresuré a decir.

-¿Eh?- inclinó su rostro con curiosidad-¿ Lo dices por esta bolsa? Estoy bien, cariño. Sabes que padezco de fuertes dolores de cabeza.

El período de sobriedad tras consumir las dr0gas era difícil para ambos. Mi madre presentaba intensas cefaleas y episodios de amnesia anterograda que le impedían recordar la mayor parte de las vivencias que experimentaba al dr0g@rse. En ocasiones me veía por largo rato con profunda tristeza y de la nada comenzaba a llorar. Quizás la neblina que cubría sus memorias se despejaba y los recuerdos volvían a su mente. No podía afirmarlo o negarlo ya que nunca confesaba el motivo de su llanto.

Mamá sonrió por un instante, tras el cual abrió sus ojos con sorpresa- ¿¡¡Nae, que te ha pasado?!! ¿Que le sucede a tu pie?

-¡ Oh, este pie!- exclamé sonriendo mientras intentaba colocar la punta del dedo en el suelo con lo cual recibía un fuerte choque de dolor y volvía a alzarlo a toda prisa.- Me he caído y entonces...

- ¿Tuviste un accidente?- exclamó mamá dejando caer la bolsa al suelo.- ¡Te asaltaron!¿Dónde están tus zapatos?

- Oh.- recién noté que los había dejado caer al momento de trepar por las cajas. El conserje estaba a solo unos pasos y mis zapatos eran un estorbo del que instintivamente me deshice para poder trepar el muro.

- N-no, mamá. Creo que me torcí el tobillo. Me dolía tanto que olvidé los zapatos y...

-¿¡¡ Pero hijo...que haces en la puerta aún!!!?- interrumpió alterada- Entra, te colocaré una compresa fría.

- Mamá, estoy hambriento.- dije sin pretujos.

Llevaba día y medio sin probar bocado. Había planeado almorzar en la cafetería escolar pero Maro había hechado a perder esos planes. Justo ahora tenía tanta hambre que el dolor de mi tobillo se había vuelto nada.

- Cocinaré algo rápido. Ahora entra, te ayudaré para que puedas darte un baño.

- Sí

- Come algo y vayamos al hospital ¿De acuerdo?- instó, pasando su brazo por debajo de mis hombros para ayudarme a entrar.

- De acuerdo, mamá - sonreí con alivio.

- Mira este chico- negó mamá sonriendo con extrañeza - Apenas puedes apoyar el pie y sonríes de esa forma. ¿ Que te hace tan feliz?

- Solo ... estoy feliz de verte bien, madre.

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- Un esguince, eso dijo el médico.

Mamá hablaba alto desde la cocina. Ella mantenía contacto con una de sus amigas de la preparatoria. Me alegraba saber que, pese a su adicción, conservaba una amiga con la cual charlaba de vez en cuando. Me acomodé en el sillón y abrí un paquete de papas. Ya lo había dicho el doctor; se trataba de un esguince. Vendaron mi tobillo y me recomendaron valerme de muletas en pos de evitar usar el pie lastimado.

Tomé tres papas fritas y las coloqué en mi boca.

Gracias al cielo mamá estaba bien, cuando consumía perdía la cabeza y era alguien completamente diferente pero hoy estaba más calmada y era un alivio.

-Sí, aún trabajo en la fábrica.- la escuché decir mientras subía las escaleras rumbo a los dormitorios.

Mi casa consistía en la típica casa residencial americana de dos plantas. La primera planta la ocupaban un pequeño recibidor, la cocina comedor y un baño que solo era usado por mamá. También teníamos un patio en el que crecía un limosnero. En la parte superior se hallaban mi habitación la cual tenía un baño anexado; dos dormitorios adyacentes, uno de ellas lo ocupaba mamá y para finalizar, el desván. Ese pequeño complejo era mi hogar, donde, a pesar de que en ocasiones debía tolerar los arrebatos de mi madre no dejaba de sentir calidez familiar.

Prendí la tele, abriéndose automáticamente en el canal de noticias. Todo era un desastre como siempre así que cambié automático.

- ¡¿Qué?!- escuché la exclamación de mamá. -¡No puede ser!

- ¿Mamá?- bajé el volumen de la TV instintivamente. Mamá se escuchaba angustiada desde la planta superior.

- Nathaniel...cariño.- dijo acercándose a mí con su teléfono escondido dentro de su puño.- Tu padre llamó ahora.

La voz decaída y lastimera de mamá caló profundamente en mi subconsciente. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y tuve un terrible presentimiento.

- Tu abuela...

- ¡¿Que paso mamá?!- exclamé colocándome de pie tras un pequeño tambaleo-¡Mamá, habla!

- Tu nana falleció, Nae.

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⏰ Última actualización: Jan 16 ⏰

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