Chisme.

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— ...A las doce lo buscás del jardín y le hacés de almorzar. Podés tardar pero no tanto que a veces se pone chinchudo porque tiene hambre. Le hacés la chocolatada a la tarde sólo con ¡Dos!— La mujer alzó sus dedos— Cucharadas de Nesquik y sin azúcar. NADA de azúcares ¿Estamos? Ah, y a las cinco de la tarde el miércoles tiene que ir a la psicóloga.

Manuel asintió con la cabeza.

Cuestiones de trabajo terminaron en un viaje a su natal Uruguay para el mayor de los hermanos Ugarte. En la pieza matrimonial de su casa, Manuel, el hermano menor, charlaba con su cuñada acerca de todo lo que necesitaba para cuidar de su sobrino y ahijado durante la semana que la pareja estuviera ausente. La realidad era que no tenía mucha experiencia cuidando nenes, ya que Manu Jr (como solía decirle) era el primer nieto de la familia y, por ende, su primer sobrino. Así que, la semana le vendría bien para ir sabiendo cómo tratar con niños.

Lo primero y principal para aprender: cómo cuidar a un nene de tres años que necesita de atención especial sin morir ninguno de los dos en el intento.

— Ah, Flor.— Le dijo a la mujer que acomodaba su equipaje.— ¿Me pasás la dirección del jardín después?

Ella alzó la mirada de sus maletas y le regaló una sonrisa, asintiendo con la cabeza. Entre los dos había una relación muy fraternal, como si también fueran hermanos. Florencia le confiaría su vida entera al jovencito sin dudarlo, así como le confiaba la de su hijo. Manu tenía tanta suerte de que su cuñada fuera un ángel.

— Ahí te lo paso, Manu. Vas a ver que las seños son un amor... Pero cuidado con las mamás, eh. Que encima si te ven jovencito, no van a dejar ni que pises la vereda.

El mencionado hizo un puchero, pensativo, alzando las cejas. No se le había cruzado por la cabeza que una semana con su sobrino favorito (el único, de hecho) podría salir mal. Muy por dentro, pensaba que Flor estaba siendo un toque exagerada.

— Vos tranqui. A mi me importa que Manu esté bien y que lo acompañe la asistente, nada más.— La vió cerrar su equipaje y la ayudó a bajarlo de la cama, haciéndolo a un costado de la misma.— Yo te mando fotos, ¿Sí?

— Si, por favor.— Contestó agobiada, poniéndole una mano en el hombro.— No voy a dormir por pensar en él.— La pesadez del corazón de la mujer se delataba en su voz. Se acercó a abrazar al menor con fuerza; con una confianza común entre los cuñados que existía desde que se conocieron.— Mil, mil, mil gracias Manito.

Los dos suspiraron, sabiendo que sería algo complicado para todos los involucrados. No tenían idea de cómo reaccionaría Manu bebé ante la ausencia de sus papás y ante el repentino cambio de tutor, más cuando, de por sí, era complicado llevarlo al jardín. Estaba muy chiquito como para entenderlo... Pero Manu grande tenía la esperanza de que todo fuera bien.

— De nada, Florcita.


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Apenas en la madrugada del lunes, Manuel la estaba pasando como la mierda.

Era más que obvio que su pequeño sobrino no soportaría la ausencia de sus papás. La noche anterior, cuando volvieron de Ezeiza a la casa, parecía que a Manu Jr no le afectaba en lo más absoluto lo del viaje. Todo perfecto. Fue en la mañana al despertar donde comenzó el lío: llanto, gritos, pegarle al tío en una crisis por el abandono. A Manuel se le apretaba el corazón de ver sufrir a su bebé así, por lo que se quedó unas buenas dos horas intentando negociar con él para después cargarlo en sus brazos y mecerlo por la habitación hasta que se le pasara.

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⏰ Última actualización: Jan 21 ⏰

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Buenos días, Lisandro (CUTILICHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora