Capítulo 17

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¿Cómo era que Víctor sabía que era Karen? Sencillo; el espionaje a Derek del día anterior no había sido el primero que hacía. Una vez, un miércoles por la tarde y en una de sus vagancias, había visto a Sean caminar y optó por seguirlo, dándose cuenta de que no tenía una vida tan emocionante como creyó tendría, e iba a retirarse de no ser porque en ese momento llegó a un parque y entabló una conversación con una chica; siendo obvio para Víctor que era la famosa Karen. ¡Hasta habían jugado al béisbol! Y se dio cuenta en el momento de gritar su nombre, que cometió un error, porque se suponía que no debía conocerla, así que presuroso, se llevó el celular a la oreja, el que no había guardado en ningún momento a pesar de su momentánea inutilidad, y fingió hablar con alguien.

—Sí, sí, por favor. Llévale esos papeles a Karen, son importantes.

Karen, al ver que no se trataba de ella, dejó de prestar atención. Víctor continuó su teatro, alzando la voz con exageración.

—¡Ah, no! ¡No! Se me acabó la batería —Miró alrededor como quien busca algo y actuando que reconocía la empresa de mudanza, se acercó a la muchacha, quien esperaba a Rigo—. Disculpa, ustedes van a la ciudad vecina, ¿verdad? Por el nombre de la empresa lo sé y es que me ha pasado algo gracioso. Se le acabó la batería a mi celular y se me olvidó mi cartera, en serio se me olvidó y no tengo aventón ni forma alguna de regresar.

Karen lo miró con desconfianza y Víctor suplicó, aclarando:

—Sólo necesito que me lleven a la ciudad, ni siquiera a mi casa, sólo a la ciudad.

Karen continuó con su mirada recelosa y en eso Rigo se dejó ver.

—¿Qué pasa, Karen? Creí que ya estabas arriba.

—Bueno, este chico tiene un problema. Pregunta si podemos llevarlo a la ciudad.

Rigo lo miró penetrantemente, de arriba a abajo, y el rubio se sintió muy incómodo, casi pensando que el hombre tenía visión de rayos-X; levantó las manos por inercia.

—No llevo ningún arma, de veras.

—Hm, me cae bien; que suba —aceptó al final Rigo.

Aliviado, el chico se destensó y siguiendo las órdenes del hombre, se trepó primero al tráiler y luego Karen, así que quedó en medio de los dos. En el camino, era Rigo quien hablaba.

—Y dime, ¿cómo es que alguien viaja a un lado, sin dinero y con el celular descargado? Suena realmente absurdo, ¿sabes?

Víctor simplemente reía avergonzado a más no poder y vio que llegaban a una gasolinera.

—Por cierto, espero que no te moleste, tengo que hacer esta parada. Debo llenar el tanque y revisar la presión del aire en las llantas.

Víctor sacudió la cabeza indicándolo que no había problema alguno, y Rigo se detuvo por completo bajándose del tráiler, por lo que los dos jóvenes quedaron solos un momento. Quien inició la conversación fue él.

—A propósito, me llamo Víctor.

—Karen.

—Karen es un bonito nombre, siempre me ha gustado. Recuerdo que así se llamaba una niña en mi primaria y le gustaba andar con los hombres y jugar lo que ellos, por lo que siempre la juzgaban. Yo nunca me relacioné con ella, pero se veía agradable.

—¿De verdad? —Karen se sorprendió—. Es curioso porque yo en la primaria siempre me la pasaba con los chicos y las niñas me veían rara.

Ambos intercambiaron miradas, por demás extrañados ante la coincidencia y llena de curiosidad, Karen preguntó:

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