Capítulo 2: Viernes

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Por fin había llegado el viernes y Ana no dejaba de dar saltos mientras caminábamos de regreso a casa -Lucy, ¿qué te vas a poner? yo pienso llevar un vestido rojo ajustado y un poco corto, ya sabes, son los de último año, debemos aprovechar- decía en un tono alegre -No lo sé, Ana, no tengo un vestido adecuado para la ocasión- y era cierto, no tenía ningún vestido para una fiesta como la de esta noche -Bien, que te parece si a las 4 vas a mi casa, yo te ayudo a arreglarte- era un grandiosa idea por lo tanto la acepté pues no tenía ni idea de que debía usar ni como maquillarme para una fiesta así -Dijo Chris que pasaba por nosotras a las 7 por lo tanto tenemos bastante tiempo para hacer magia- ¿debería decir gracias? no, preferí quedarme callada y seguir escuchando lo que haría en la fiesta, solo espero que no se acueste con nadie. 

Vi el reloj al entrar a la casa y vi que eran las 2:30 y me di cuenta que no había nadie en casa por lo tanto me preparé unas milanesas que estaban en el refrigerador del día anterior, las metí al horno y las dejé calentar un rato, cuando estuvieron listas, me senté a la mesa, saqué mi celular y mientras comía revisaba twitter y Facebook para saber que novedades había pero todas hablaban de la fiesta de esta noche, en eso entró un mensaje de mi papá

"Hija iremos a casa de tu abuela, desafortunadamente, probablemente regresemos tarde. Ten cuidado, te amo."

Como mi papá era un poco más comprensible le dije que saldría con Ana y Chris, mis padres los conocían perfectamente y no había necesidad de pedir permiso, le dije que regresaría tarde y que hiciera que mi madre no perdiera la cabeza. 

Terminé de comer y subí a mi habitación a dejar mi mochila y de ahí me iría a casa de Ana.

-¡Lucy!- para mi buena suerte la mamá de Ana abrió la puerta, era una señora de estatura media, cabello castaño claro y unos ojos azules que importaban a cualquiera. -Hola, señora Hunter, me dijo Ana que me estaría esperando- le dije con tal calma que casi me quedo sin aire -¡Claro! sabes que eres bienvenida cuando quieras, pasa, Ana está en su habitación- Subí las escaleras a la habitación de Ana de la cual salía música de Fall Out Boy y Ana estaba bailando en el centro de mi habitación, solté una carcajada y ella pegó un salto del susto y se puso roja como tomate -¡Lucy! no vuelvas a hacer eso-, - vamos, no es como la primera vez que te veo bailando a mitad de tu habitación- era cierto, cuando éramos pequeñas pasábamos el tiempo bailando y cantando como si no hubiera un mañana -Anda,Lucy, tenemos que hacer magia contigo- Ana pasó un rato buscando en su armario alguna prenda que me fuera bien -

-¡Este es el correcto!- gritó Ana desde el interior del armario, tenía una enorme cantidad de ropa y se tomó quince minutos en encontrar algo adecuado -Lucy, te tienes que poner este vestido, te verás preciosa- tomé el vestido que me había dado y me metí al precioso baño rosa de Ana. Era un vestido muy lindo, negro con lentejuelas y una sola manga pero tenía un pequeño defecto, me quedaba demasiado corto pero así salí a mostrárselo a Ana -cariño, ese vestido luce mejor en ti que en mi, se te ve fabuloso- esas palabras las dijo como si hubiera visto a su cantante favorito -¿de verdad piensas eso? yo creo que me queda demasiado corto- Ana me echó un último vistazo, tomó aire y dijo -querida, vas a una fiesta de los de último año no al funeral de tu abuela así que deja de quejarte- al pronunciar eso me lanzó unas zapatillas negras que me hacían ver demasiado alta. Ana acercó una silla y me obligó a sentarme de espaldas al espejo.

Pasó un largo rato hasta que Ana por fin había terminado de maquillarme y vaya que me veía diferente, mi cabello estaba suelto y rizado-listo, querida. Ahora yo tengo que arreglarme antes de que llegue, Chris- Ana tomó su vestido y se metió al baño a vestirse y cuando salió su vestido era hermoso, tenía un rojo increíble y era muy ajustado y con un escote demasiado pronunciado, pero con el cuerpo que tenía claro estaba que cualquiera caía a sus pies.

Ana no tardó tanto en arreglarse, se conocía perfectamente y su cabello lo dejó lacio. Nos tomamos una foto cuando escuchamos el claxon del coche de Chris y bajamos las escaleras. Al salir de la casa, Chris estaba recargado en el Mustang rojo del 74 de su abuelo -lindo coche, galán- le dijo Ana a Chris mientras el me veía saliendo de la casa y no podía cerrar la boca -¿qué?¿tan mal me veo?- le pregunté -te ves- hizo una pausa- demasiado bien- dijo mientras me dejaba sentarme en el asiento de adelante y Ana iba en la parte de atrás. 

Recorrimos casi toda la ciudad hasta que llegamos a la casa de la fiesta que estaba en un fraccionamiento demasiado lujoso y la casa era enorme  -muy bien, señoritas, vayan entrando que yo iré a buscar donde estacionar el coche lejos de esta bola de ebrios- los tres soltamos una carcajada y Ana y yo bajamos del coche para entrar a la fiesta. Había demasiada gente que no conocía pero Ana sin conocer saludaba a varias personas y en menos de diez minutos ya tenía al rededor de ocho hombres junto a ella que le ofrecían tragos pero ella los rechazaba. Me fui a sentar a una esquina y en la hielera había encontrado una lata de sprite por lo tanto me veía demasiado ridícula en una esquina y con mi lata de sprite hasta el momento que sentí una mano en mi hombro y pegué un salto, a mi lado había un chico demasiado guapo -hola, no deberías estar en la esquina sola, ya sabes como son algunos hombres, mejor vente y vamos a bailar- estaba demasiado aburrida por lo tanto acepté y bailábamos al ritmo de una canción que  no conocía pero me gustaba su ritmo y me solté a bailar, de un momento a otro ya había varios chicos a mi alrededor y estaba bailando con la mayoría de ellos, al final de cuentas el vestido tuvo efecto. En eso sentí que alguien me tomó del brazo y me acercó a él, era alguien muy guapo, era otro chico pero me agradaba, estábamos bailando muy juntos, demasiado juntos para ser exactos, estaba en el punto en el que me empezaba a sentir incomoda, la boca del tipo olía completamente a alcohol y apenas eran las nueve de la noche, él balbuceaba algo pero por lo alto de la música no entendía. Puso su mano en mi espalda y la fue bajando hasta mi espalda baja y me empecé a retorcer para que me dejara ir pero cada vez ponía más fuerza y de la nada el tipo fue impulsado hacía atrás y me di cuenta que alguien más me había defendido, era un chico alto, de piel morena, un cabello oscuro y lacio precioso y una fuerza increíble, probablemente practicaba algún deporte por su fuerza, cuando me vio tenía una cara de tensión, me miró fijamente a los ojos y vaya que tenía unos ojos marrones muy lindos pero en cuestión de segundos se esfumó entre la multitud que me miraba y también al otro chico que me estaba empezando a manosear y que estaba en el suelo.

Busqué entre la gente al chico tan lindo que me había defendido pero no logré encontrarlo. Revisé toda la casa y abrí cuartos que a ciertas personas se les olvidó poner seguro por lo tanto estoy un tanto asqueada y las zapatillas me están matando. Encontré un cuarto vació y me senté al borde de la cama para poder quitarme las zapatillas pero escuché un ruido desde la enorme ventana y descubrí que había un balcón, caminé un poco hacía él y vi una silueta

-¿hola?- dije en un tono de curiosidad pero no hubo respuesta

-hola- volví a decir sin preguntar y fue entonces cuando encontré al chico que me había defendido, sólo, en un balcón con la única luz de la luna y viendo a las estrellas, de verdad que era muy guapo, tenía su cabello un poco alborotado por la huida pero seguía siendo lindo.

-hola, gracias por lo que hiciste allá abajo- le dije -anda, ¿no me vas a decir nada? no muerdo- pero seguía sin responder.

-no fue nada- dijo después de unos segundos -¡oh! entonces el chico misterioso si tiene voz- lo dije en tono de burla y puso una pequeña sonrisa en sus labios, linda voz y lindos labios.-Soy Lucía, mucho gusto- le extendí la mano y la sostuvo para presentarse -soy Marcus- no sé si es frío y tímido -¿Qué haces aquí arriba y sólo,Marcus? la fiesta es allá abajo- echó un vistazo sobre su hombro -vine porque soy prácticamente el chofer de mis amigos pero la verdad no me gustan las fiestas- pensé que era de los más populares, probablemente por eso no lo había visto antes en la escuela, estoy segura que va en mi preparatoria -linda noche ¿no crees?- no entiendo por que hago preguntas tan torpes -sí, es una linda noche, las estrellas se ven muy lindas- lo dijo en un tono tan sexy que me perdí en la forma de mover sus labios al hablar - y dime, Lucía, ¿tú que haces aquí arriba si la fiesta es allá abajo?- no le puedo decir "la verdad es que te estaba buscando porque eres extremadamente guapo" -el ruido me empezaba a molestar y este fue el único lugar que encontré tranquilo- era una pequeña mentira que salvó mi vida. 

Marcus y yo pasamos el resto de la noche hablando de nosotros y lo aburrida que era la fiesta y en el regreso a casa no podía dejar de pensar como me había defendido enfrente de una enorme multitud, era alguien muy lindo.

Nunca es demasiado tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora